Un Argentino en la Triple Frontera: Naipí y Tarobá, una historia de amor en la tierra de las cataratas

Por Alberto Antonio Curia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Si has visitado las Cataratas del Iguazú del lado argentino y su recorrido fue acompañado por un guía profesional, seguramente te habrá contado esta historia tan particular, una fábula que dice lo siguiente:

Esta leyenda guaraní, nos habla que, cuando la tierra era habitada por la etnia aborigen, hace muchos años, en el rio Iguazú vivía una gran serpiente llamada Boi, y a entender de la comunidad indígena debía entregarle cada año una doncella en sacrificio arrojándola al río en forma de ofrenda.

Leyendas Nacionales IX - Fundación Arcor - Sitio web de Fundación Arcor

En este tradicional ritual se convocaba a todas las tribus nativas de la región, pero existió un hecho que marcaría la vida del cacique Tarobá, quien ese año era jefe de su tribu. En ese encuentro, conoció a la bella joven que sería ofrecida a la serpiente y se enamoró intensamente.

El cacique no ahorró tiempo y trató de convencer al resto de los jefes de que Naipí -así se llamaba, la hermosa muchacha-, no fuese arrojada a las aguas del Iguazú, obteniendo como respuesta un no rotundo: Naipí era la víctima elegida.

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No conforme con la decisión, Tarobá no se rindió y la noche antes del sacrificio convenció a Naipí y escaparon juntos en una canoa navegando rio arriba el Iguazú.

La furia de la enorme serpiente fue total al enterarse de lo sucedido y con enorme fuerza de su cuerpo partió el rio en dos, dando lugar así al origen de las Cataratas del Iguazú. Allí quedaron atrapados los cuerpos de Naipí y Tarobá.

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Naipí y Tarobá -ese era el nombre del reptil-, convirtió a Tarobá en un árbol, justo en la parte superior de los saltos desde donde podía observar a su amada sin acercarse y la enorme caída de las aguas simboliza la cabellera de Naipí.

Consumada la venganza, la serpiente considerada Diosa del rio Iguazú, volvió a sumergirse en la exuberante e imponente Garganta del Diablo, así se conoce a ese sector de la parte baja de las cataratas.

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La leyenda cuenta también que desde ese lugar Boi vigila a los amantes para que no se unan nunca más.

En contrapartida, los aborígenes autóctonos de estas tierras comentan con mucho énfasis cada vez que aparece el arco Iris sobre las pródigas caídas de agua del salto Bossetti o en la propia garganta, que es el punto donde Naipí y Tarobá se unen para manifestarse su Amor.

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Fabulas que adornan el paseo y que se transforman en un atractivo cuento que los visitantes aceptan con agrado.

Podemos decir que los nombres de los protagonistas de esta historia no pasaron inadvertidos y tanto en el lado de la vecina Foz do Iguaçu, como en Puerto Iguazú, los amantes Naipí y Taroba dieron origen a calles, nombres de comercios y es muy común ver estampados sus rostros en jarros de plástico o cerámica, en remeras, gorros y esas dos caras aborígenes bonitas representan a los enamorados que desafiaron a los caciques de tribus vecinas y enfurecieron a la Diosa serpiente del Iguazú.

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Alberto Antonio Curia es Periodista y Consultor Turístico

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