La abadía de Cluny, situada en Francia, fue fundada en la zona de lo que más tarde sería el municipio francés homónimo el 2 de septiembre del año 909 por Guillermo I de Aquitania, conde de Auvernia, el cual instaló allí al abad Bernón de Baume, y puso la abadía bajo la autoridad inmediata del papa Sergio III.
Desgraciadamente, quedan muy pocos vestigios del milagro de occidente, la iglesia Abacial del Monasterio Benedictino de Cluny, que en el siglo XVI era la iglesia más grande e importante de la cristiandad.
Unicamente los antiguos planos y dibujos permiten imaginar lo que fue ese grandioso edificio. El monasterio fue destruido durante las guerras de religión, y lo que quedó fue presa de los revolucionarios. En 1790 un marchand de Macon compró el terreno y lo usó como cantera hasta 1832.
Hoy solo quedan las dos torres de la nave del crucero, el campanario «del agua bendita», la torrecita del reloj piloto, el pórtico occidental al igual que una ínfima parte de la nave. Sin embargo, todavía se puede imaginar el esplendor pasado de esta iglesia.
La historia de la abadía de Cluny es la historia de un poder clerical que durante siglos influyó en toda la cristiandad. En ciertas épocas, la importancia de Cluny iba a eclipsar a la de Roma y la abadía devenir el corazón del occidente cristiano. Cluny estaba directamente bajo la autoridad de la Santa Sede y podía fundar sus propios monasterios a los que sometía a la severa reforma clunesina.
La orden de Cluny iba a tener cerca de 2.000 monasterios diseminados en toda la Europa occidental. También era desde Cluny que partían las peregrinaciones para Santiago de Compostela. Ademas, los monasterios clunesinos ejercian una cierta influencia sobre la vida política de su tiempo, los poderes de los abates se podían comparar con los de los grandes señores.
En el 910, Guillaume le Pieux, duque de Acquitaine, fundaba el primer monasterio y la primera iglesia de Cluny, denominada Cluny I que subsistió hasta el 954. Cluny II le sucedió del 954 al 987. Es Cluny III, la iglesia comenzada en 1088 y consagrada en 1095 por el papa Urbano II, a la que pertenecían los edificios que todavía pueden verse hoy.
La basílica, con cinco naves y un doble crucero, el coro occidental con su deambulatorio, sus capillas y el nartex fueron terminados a comienzos del siglo XIII. Pero ya a mediados del siglo XII, antes que fuera terminada su construcción el monasterio empezó a perder su influencia.
La época de los grandes abates, como el abad Hugo (1049-1109) que en 1077 había acompañado al emperador Henry IV a Canossa, o el abad Venerabilis (1122-1156) uno de los grandes abates, ya caducó. Los adversarios laicos y religiosos de un «Estado monacal» centralizado ponían como causa el poder y la riqueza de Cluny.
El más ilustre de entre ellos fue, casi seguro, Saint Bernard de Clairvaux, que odiaba el lujo y la laicisación de Cluny. Cuando fundó la orden de los Cistercienses, la hora del poderío de los Clunicienses había llegado a su fin.
Hoy todavía el célebre campanario «del Agua bendita» domina el delicioso valle de la Grosne, mudo testigo de un pasado glorioso, en un lugar en donde se decidió una gran parte de la historia del Occidente cristiano.
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Jorge Forbes es un periodista argentino que reside en Francia y que desde 1982 fue corresponsal en París para diferentes medios, tanto de la Argentina (Radio Continental), como de Estados Unidos (Voice of América), México (Radio Noticias) y Uruguay (Radio Sarandí).
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