La Abadía de Cornilly fue construida y fundada en el siglo II, por monjes benedictinos provenientes de la Toscana. Vivian, rezaban y trabajaban en ese predio que, en ese entonces, se extendía varios centenares de hectáreas, en el que hoy son apenas 15.
Este lugar tuvo un desarrollo impresionante hasta 1537, fecha en la cual el Príncipe Negro causó estragos en la región. Asi Cornilly, sería saqueada e incendiada. Durante la Revolución francesa los monjes abandonaron la abadía y los bienes que quedaron fueron confiscados.
La naciente República la vendió en una subasta a un notario dentro de un paquete que incluía otros lugares. El mal ya estaba hecho. El techo había sido desmontado para servir de cobertura a una hilandería en Fougéres. Las sillas y butacas del coro de la iglesia habían sido transportadas a la iglesia de Fougéres. Las puertas interiores de los edificios sirvieron para adornar el «manoir» (casa de campo) de Maré (Pontlevoy).
En el siglo XIX la abadía era solo una explotación agrícola y lo siguió siendo hasta los años 1960. En 1970 los dominios de Cornilly fueron comprados por Jean Thomas Mandula. Este, emprendió un largo trabajo de restauración para obtener el confort y bienestar de un lugar habitable. Lo complejo fue enfrentar las degradaciones edilicias, consecuencia del tiempo y del vandalismo del que fue víctima el edificio, perpetradas por demoledores en busca de piedras, armazones y estructuras de madera, puertas.
- Imagen de 1938
Comenzó entonces la restauración de los muros exteriores del edificio principal, en donde vivieron los monjes y de un palomar justo al lado de una parte techada.
En 1998 su hija Sylvie y su marido Bruno de Villarmois no pudiendo decidirse a la venta de ese lugar perdido en el tiempo, se dedicaron a continuar el trabajo de restauración que habían comenzado como familia.
Ese matrimonio y sus cuatro hijos no dudaron en realizar las fachadas y los techos que dan al claustro. Trabajos que les costaron importantes y fastidiosas sorpresas, pero que los animaron a continuar de las tareas de restauración.
Un alentadora colaboración
Los esfuerzos de Sylvie y Bruno de Villarmois se vieron recompensados por la obtención de un subsidio departamental otorgado a las « Viejas casas francesas ».
Era cierto que les quedaban importantes trabajos por consolidar. Por ejemplo: la iglesia que por el momento no tiene techo. « Es la única abadía « descapotable » de la región como lo destaca con una pizca de humor su propietario.
El actual objetivo no es el de restaurar, sino el de estabilizar y darle seguridad a este antiguo lugar de culto. Cada sitio tiene un encanto particular por las flores y los arboles de los diferentes espacios: el claustro; el patio principal; el pórtico de la iglesia; el vergel y en la huerta, con una disposición clásica y otra a la inglesa.
Un lugar que los propietarios solo desean y esperan revivir recibiendo, ocasionalmente, animaciones culturales.
Y cuando les preguntan cuáles son sus sueños? Naturalmente contestan: «encontrar un mecenas que nos ayude a poner techos en donde faltan y morillos (cuñas de madera o de piedra) allí donde los muros sufren, es decir donde faltan piedras.»
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*Jorge Forbes es un periodista argentino que reside en Francia y que desde 1982 es corresponsal en París para diferentes medios, tanto en la Argentina (Radio Continental), como de Estados Unidos (Voice of América), México (Radio Noticias) y Uruguay (Radio Sarandí).
Actualmente colabora con Diario de Cultura y con Arte y Colección y propone visitas en la capital francesa (privadas o en grupo, no mas de 4 personas) por lugares donde vivieron argentinos famosos y conocidos, así como sitios poco conocidos para turistas, incluso aguerridos en la materia. Se recomienda hacer el pedido por email a [email protected] o al teléfono celular en Francia: 00 336 0683 7915.
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