Un argentino en París: Vías ocultas, caminos secretos a descubrir en la Francia subterránea (2° Parte y final)

Por Jorge Forbes, desde Francia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Las iglesias más antiguas

Una parte de la historia de la fe cristiana y de la evangelización se desarrolló bajo tierra. Tanto en Francia como en Italia, los primeros cristianos se refugiaban en las grutas para protegerse de las persecuciones.

Una vez reconocida la iglesia católica esta tradición continuó, en particular, gracias a los ermitaños evangelizadores. La cantidad de religiosos contemplativos se multiplicó en los primeros tiempos de la Iglesia.

Saint-Émilion

  • Iglesia Monolítica exterior (1983)

Las bodegas de la torre, que pueden ser visitadas, acogieron a Saint Martin y siete de sus Compañeros, en el siglo IV. El monasterio de Saint Emilion es uno de los más bellos conjuntos troglodíticos.

Emilion, ese monje, mendigo oriundo de Bretaña, llegó a la ciudad que llevaría su nombre en el siglo VIII. Los efectos benéficos de ese santo hombre fueron  rápidamente conocidos y muchos compañeros se unieron a él. Viviendo bajo la regla de Saint Benoit construyeron el monasterio de Saint Emilion, entre los siglos VIII y XIII, y se puede distinguir la iglesia moderna construida en el siglo XII.

Monasterio de Saint-Émilion - Monasterios

La iglesia primitiva adyacente; las catacumbas que marcan, ciertamente, la sepultura de Emilion, y por último, el ermitage, que es uno de los monumentos subterráneos mas interesantes de Francia. Pese a que fue reacondicionado con el correr de los siglos, su configuración actual es el testimonio del modo de vida de los primeros monjes.

Una fuente interior proveía a la comunidad un agua clara y abundante. Se puede observar una alcoba que, se dice, sirvió de habitación al santo hombre. Frente a la complejidad de la iglesia de Saint Emilion, la iglesia primitiva de Aubeterre, en Charente, es de una gran simplicidad.

La impresionante iglesia subterránea de Aubeterre-sur-Dronne, cuyo origen pudo ser un templo a Mitra - Primeros Cristianos

  • Iglesia subterránea de Aubeterre

Agrandada en la época medieval, tiene vastas proporciones (25 metros de altura) y contiene bellos elementos interiores, como la pira bautismal, el cenotafio romano; tumba vacía, erigida en honor de un muerto. A la inversa de Aubeterre y de Saint Emilion numerosos santuarios no han develado todos sus secretos como ocurre en la iglesia de Saint-Martin de Tours o en las dos de Chinon.

Una abadía de la bajo tierra

Quién podrá alguna vez despejar los misterios del inmenso esculpido, encontrado en una sala troglodítica de Brantôme, en los alrededores de Perigueux?. Incluso si su fundación remonta al siglo V, la verdadera historia de la abadía comenzó en el siglo XI con la edificación del magnífico campanario.

En cuanto a los diversos acondicionamientos, éstos continuaron hasta el siglo XVIII.

Los bajo relieves que adornan la sala del Juicio final figuran entre los mas bellos conjuntos esculpidos en un sitio troglodítico, que pueden ser comparados con los del templo Abu Simbel, en Egipto y los de Petra, en Jordania.

Al interior de la iglesia de Jonás, situada en Francia, no lejos de Issoire, en el Puy-de-Dôme, se pueden admirar muy bellos frescos que datan del siglo IX.

Los herederos de la prehistoria

A la vuelta de un camino sorprende la visión de un habitante en la puerta de una curiosa casa que en la fachada se destaca en la roca. Es un troglodita de un hábitat ancestral y que tiene ante todo un espíritu práctico. La roca caliza blanca de la Seine; en el «tuffeau» del valle del Loire; o en los «gres» de Charente, el troglodita supo siempre sacar partido de su morada.

Los primeros trogloditas cavaron sus casas en la roca para poder protegerse de los rigores climáticos al igual que de las guerras. Esas casas conservadas remontan al siglo VII, no se incendiaban, no tenían problemas de techos, y podían ser ampliadas, luego de un trabajo muy duro.

Desde el modesto campesino, hasta el noble señor, cada uno, supo sacar provecho de esta insólita arquitectura. Aunque esas casas hayan sido abandonadas, muchos poblados conservaron sus barrios trogloditas, particularmente en las regiones de Touraine y Anjou.

Hay que visitar el pueblo de Trôo, la aldea de Louresse-Rochemenier, la increíble red de callecitas talladas en la roca de Souzay-Champigny para medir la importancia de ese hábitat de lo alto del Medioevo al final del siglo XVIII. Casa solariega, el castillo, iglesias o importantes granjas se podían enumerar por decenas de miles.

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Los trogloditas de hoy

Las casas troglodíticas son admiradas nuevamente. El testimonio es la cantidad de pueblos en los cuales solo pasan del suelo algunas chimeneas y antenas de televisión.

A la búsqueda de un hábitat escultural que se funda con el paisaje, los nuevos trogloditas se benefician, además, de una temperatura constante y de un espacio natural modulable. Coteau de Vouvray: En los años 1900, miles de personas vivian en las casas cavadas en los acantilados que corrían a lo largo del rio Loire.

Carrières-sur-Seine: este poblado situado en las proximidades de París, es mencionado en La guerra de las Galias de Jules Cesar. El pueblo de Merchers-les-Bains: en Charente, esta tallado en un acantilado, que da al mar. Las mujeres trogloditas podían pescar desde las ventanas de sus cocinas.

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Muchas casas talladas en la roca hoy son restauradas pacientemente por los nuevos propietarios. Pero no hay que engañarse; las habitaciones trogloditas actuales disponen de todo el confort moderno. Son mas de 30.000 los franceses que eligieron vivir en ese universo, a la vez insólito y encantador.

Algunos Castillos en las rocas

Los châteaux subterráneos son, más bien, refugios, que plazas fuertes militares, aparte los que, como la Roche-Guyon, están compuestos de las dos partes, una subterránea y la otra en la superficie.

Desde su construcción, en 867 hasta el final de la guerra de los Cien Años, el château fuerte (o fortaleza) de La Roche-Guyon defendió el acceso a París por el rio Sena. El torreón que domina el acantilado de piedra blanca y blanda comunica con una escalera tallada en esa misma piedra con el château subterráneo. Grandes salas abovedadas fueron ahondadas en la época de las invasiones normandas para que funcionen de refugio.

Capillas, salas de guardia, dependencias, lavaderos, al igual que todos los acondicionamientos colectivos de una importante guarnición están tallados en esa roca blanca.

Un ejemplo de ello es la Fortaleza de Beynac, dominando la Dordogne desde el siglo XVI, alberga importantes partes subterráneas. La construcción de murallas y edificios de un château en los siglos X y XI relegó las partes troglodíticas a un rol de dependencias. Fue en el siglo XVIII que el château tomó el aspecto actual: el ala de la época clásica, adosada al acantilado, esconde la fachada del viejo château troglodítico.

Este último, compuesto de 7 niveles subterráneos encontró en 1944 su última función militar. Le sirvió de cuartel general a Erwin Rommel, comandante de las fuerzas alemanas en Normandía.

Otro lugar subterráneo es La Roque-Gageac defendía y dominaba la región de Dordogne. Este conjunto fortificado es uno de los únicos en haber servido de residencia a varias familias nobles.

En Francia existen numerosos ejemplos de arquitectura militar subterránea, creados para protegerse de posibles invasiones. En Dordogne otro ejemplo es el château de los Ingleses, que conserva y mantiene el recuerdo de los invasores.

La Roque-Saint-Christophe es el más vasto complejo de Dordogne. Su sistema defensivo era simple pero eficaz; un puente balanceador que precipitaba a los asaltantes al fondo del valle. Una estrecha cornisa permitía acceder al château.

Para estar protegidos vivamos escondidos

En la antigüedad, los hombres que no tenían acceso a la protección de murallas o de fortificaciones, cavaron un simple escondite subterráneo, un verdadero gruyere del tamaño de un pueblo.

A la menor alerta las familias se precipitaban bajo tierra esperando que pasara el peligro.

Esos subterráneos están formados de estrechos corredores (de 70 cm a 1 metro de ancho) los cuales se comunican con células laterales a las que se accede por medio de golletes fáciles de vigilar.

Las galerías de esos refugios están munidas de trampas y sistemas defensivos tales como: hombres con arcos y flechas, juiciosamente distribuidos.

A veces, como en Anjou o en Touraine, la seguridad estaba reforzada por la extrema complejidad del plano de refugios, llenos de laberintos, para despejar a posibles asaltantes.

Los refugios subterráneos más importantes están diseminados en pueblos del Norte y de Picardie. En Naours, en la Somme, centenares de metros de corredores se comunican con células, pero también con una capilla, plazas públicas subterráneas, e incluso, con un salón de baile, todo totalmente tallado en las piedras blancas.

Durante la Primera Guerra mundial, muchos de esos complejos estaban sobre la línea del frente de batalla y fueron utilizados por los soldados de las dos partes.

Misterios en el subsuelo

Las profundidades de la Tierra siempre hicieron soñar al hombre. Al leer textos antiguos se nota que, en cada civilización, las creencias fueron colocadas en el centro de la Tierra, las divinidades o los infiernos.

En el siglo XIX del «Viaje al centro de la Tierra» de Jules Verne al «Fantasma de la Opera» de Gastón Leroux, toda una literatura fue consagrada a los misterios del mundo subterráneo.

Sin embargo, la realidad excede a la imaginación de los escritores.

Magia de la caverna esculpida de Dénezé en donde centenares de misteriosos personajes tallados en la roca parecen bailar una extraña «farandole» (danza provenzal en corro).

La admiración del visitante de las catedrales de imágenes de Baux-de-Provence y de las pizarras subterráneas de Trélazé. El encantamiento de los poblados trogloditas y de las caves de Marson, en donde se pueden probar fugazas del Medioevo.

Es notorio el cambio de ambiente de quien se anima a penetrar, por primera vez, en las estrechas grutas de Cornadore o aun más, en el borde del abismo de la Pierre-Saint-Martin.

Es curiosa la atracción que empuja a los hombres a buscar debajo de la Tierra un tesoro, un pasaje secreto o simplemente un dominio a explorar.

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*Jorge Forbes es un periodista argentino que reside en Francia y que desde 1982 fue corresponsal en París para diferentes medios, tanto de la Argentina (Radio Continental), como de Estados Unidos (Voice of América), México (Radio Noticias) y Uruguay (Radio Sarandí).

Actualmente colabora con Diario de Cultura y con Arte y Colección y propone visitas a la capital francesa (privadas o en grupo, no más de 4 personas) por lugares donde vivieron argentinos famosos y conocidos, así como sitios poco conocidos para los turistas, incluso aguerridos en la materia. Se recomienda hacer el pedido por email a [email protected] o al teléfono celular en Francia: 00 336 0683 7915.

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