Un espacio para la reflexión: Dispositivos tecnológicos, ¿el fin de la sociedad cuerpo mente?

Desde la Psicología y el psicoanálisis lo que permita el despliegue de nuestras capacidades como sujetos y nuestra humanización es la intermediación de un Otro Social. La misma requiere de tiempo y de una temporalidad. La cría humana nace prematura. Sin un Otro su supervivencia se ve imposibilitada. La biología humana solo brinda condiciones de posibilidad. Tener un cuerpo, reconocerse en una mirada, aprender a caminar, a hablar, jugar, imaginar, recordar, fantasear, crear vínculos, depende de la existencia de un Otro dispuesto a acomodarse a las necesidades emocionales del sujeto en formación, requiere de tiempo y de un cuerpo a cuerpo con otro, encarnado en la figura primordial de la “madre”, como Otro con mayúsculas.

Estos recursos que requieren de un tiempo para su constitución en el sujeto individual/singular son los que posibilitaran el desarrollo afectivo, intelectual y creativo cada vez más factible de ser ampliado en lo posterior con el aporte de herramientas o símbolos aportados nuevamente por un Otro (procesos intersubjetivos) y por procesos de elaboración interna (procesos intrasubjetivos).

Acercándonos a la cuestión de la creatividad, en palabras del psicoanalista Donald Winnicott, la misma es universal y se corresponde con la idea de salud, facilita el crecimiento y las relaciones de grupo; así como separa y articula dos órdenes de naturaleza diferente: el mundo interno y la realidad externa. Se constituye en los sujetos un espacio, una zona intermedia de la experiencia que Winnicott llamara “espacio transicional” (en el que habitan y se desarrollan la capacidad de crear, jugar y la experiencia cultural). El soporte que vuelve posible la constitución del mismo y la recuperación de la capacidad creadora es un ambiente humano favorable que se adecue tanto a las necesidades e ilusiones del sujeto tanto en la edad infantil como en su edad adulta. Se trata del “hacer con”, “jugar con”, “crear con”.

En ese sentido, Didier Anzieu, otro teórico del Psicoanálisis, cita el rol del “amigo testigo” que brinda sostén al sujeto en el acto creador, preservando el espacio de la ilusión en el que existe continuidad entre el Principio de Realidad y el Principio del placer necesarios para que el sujeto confíe en que el objeto u obra que habita en su mundo interno pueda plasmarse en el mundo externo. Nuevamente, se trata del “hacer con”, “jugar con”, “crear con”.

Sigmund Freud planteará que todo niño que juega se comporta como un poeta (como un creador).  Dicha elaboración no es sin Otros que constituyan a los sujetos, como sujetos del lenguaje; es decir, como sujetos que cuenten con una capacidad para simbolizar sus deseos, angustias, fantasías y conflictos. El niño en su jugar es activo, es creador y puede jugar gracias a “estar con” y luego poder estar “consigo mismo” a solas.

Teniendo en cuenta los aportes teóricos citados, la capacidad creadora es extensiva e inherente a todos los seres humanos, siempre y cuando exista un ambiente facilitador y la intermediación de otro/otros; entre otros factores. En suma, siempre y cuando exista la posibilidad de estar “CON- ectados” con otros, y posteriormente “con”- nosotros mismos. Lo dicho requiere de tiempo/s y de una temporalidad determinada.

De estas ideas podemos extraer la importancia del rol de la familia y de los amigos con miras a favorecer procesos lúdicos, creativos y transformadores. Siempre se trata de un “hacer con”.

Byung Schul Han, uno de los filósofos más destacados del pensamiento contemporáneo por su crítica a la sociedad de consumo y a la hiper tecnologización de lo cotidiano, plantea su mirada acerca de que la vida tal como la conocemos parece estar en riesgo y que hay un ser humano que puede tener sus necesidades básicas (en el mejor de los casos) satisfechas, no así sus angustias. Es expuesto como mercancía, se encuentra desorientado, cansado y víctima del vértigo. Lo que enferma es el exceso de información, la hipercomunicación y el hiperconsumo; así como la hiperconectividad que nos hace esclavos. Hay un sistema de “aparente” apertura a expensas de otros valores sociales

Sostiene, asimismo, que los tiempos en los que existía el otro van pasando. El otro como amigo, el otro como infierno, el otro como misterio, el otro como deseo y que la hipertecnologización y conectividad bajo la apariencia de crecimiento constituye severas alteraciones del cuerpo social. Se pone en marcha un proceso destructivo: la depresión y la autodestrucción”. Se pone en riesgo el “hacer con” en contraposición con lo citado anteriormente.

Para rebelarse al capitalismo digital, Byung Chul Han ha desarrollado una formula propia de resistencia que entre otros “haceres” consiste en dedicarle tiempo a cultivar su jardín. Se trata de poner en juego el cuerpo y la temporalidad; en contraposición a la lógica del vértigo y la eficacia de la que el sujeto se encuentra preso. Este pasaje implica que haya un cuerpo y un cuerpo en contacto con el tiempo, con la tierra y con los otros. El cuerpo necesita de tiempo. Dedicar tiempo a su jardín es dedicar tiempo al propio cuerpo y a sus ritmos; así como a la posibilidad de recuperar el tiempo del ocio como creativo.

Concluyendo, con el exceso del uso de los medios tecnológicos se ha producido una disociación cuerpo- mente, una distorsión del tiempo y de la temporalidad, del vínculo con el propio cuerpo y con el de los otros; así como del vínculo con nosotros mismos y con nuestro entorno social, que amenaza las raíces de la vida mental y del tejido social. Un aspecto de la realidad que tiene un papel determinante en las funciones del yo es la relación con el cuerpo que ante todo es un “yo corporal”. Asimismo, amenaza con el despliegue de procesos elaborativos, lúdicos y creativos.

La tecnología exacerba la propia ansiedad y el temor, imposibles de ser metabolizados dado el vértigo y la soledad en los que la tecnología nos deja inmersos.

Como síntesis, no se deben descuidar los riesgos a los que la hipertecnologización e hiperconectividad nos exponen en estas épocas de cierto aislamiento.

Se puede potencialmente aprovechar un espacio-tiempo personal y social en contraste con el tiempo trepidante y vertiginoso de los medios tecnológicos que tenemos a disposición.

Estar anclado en el espacio- tiempo personal y social, correlacionado con la consideración de los tiempos internos y del lugar del cuerpo como un trampolín para mejorar el vínculo con nosotros mismos y con los otros, y poder dar así lugar a nuestra capacidad de juego y de creación. Propiciándonos y reasegurándonos, de este modo, una vida más armoniosa, creativa y saludable.

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Lic. Gabriela Cinquerrui. Psicologia Clinica

Especialista en Perspectiva de Genero.

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