Un espacio para reflexionar: “La chica danesa”, acerca del amor y de la diversidad

“Me incliné al cine al sentir la necesidad de contar historias de hombres vivientes, de hombres viviendo en cosas y no de las cosas por sí mismas…” (Luchino Visconti) – Por Lic. Gabriela Cinquerrui, especial para DiariodeCultura.com.ar.

El cine como expresión artística es inseparable de los acontecimientos sociales de una determinada época. Se nos presenta como un lenguaje que engloba y abarca los diferentes lenguajes artísticos. Abre nuevos mundos; el mundo de la reflexión y de nuestros sentimientos, y crea efectos tanto emocionales como estéticos.

El film “La chica danesa” (2016) nos plantea una historia verídica sucedida alrededor de los años treinta, entre una y otra guerra. Transita la historia de una pareja de jóvenes pintores daneses que se ve inmersa en una trama inesperada y cuya tonalidad dramática va en aumento. La película nos muestra cómo un determinado fenómeno se anticipa al saber médico, cómo se impone a la mirada de una época y también a la nuestra, generando debate y sentires diferentes en torno a una temática tan contemporánea y aun controvertida como la de la “diversidad”.

Ha quedado atrás el paradigma de la inclusión (de lo “diferente”). El actual implica la diversidad, diferentes elecciones e identidades sexuales tal como lo sintetiza el acrónimo LGBIT´+. En síntesis, hay tantas diversidades sexuales como sujetos las “viven”. Dicho paradigma es extensivo a las personas que cuentan con discapacidad/es. Allí el acento se ha corrido a las limitaciones que la sociedad impone, y no a las limitaciones de los sujetos que las “viven”.

Retomo la cita del inicio, también para aclarar que la película mencionada cuenta la historia de “hombres vivientes” (“sujetos vivientes”). Destaco este detalle tan importante de la cita, ya que este escrito trata de ahondar en los avatares subjetivos de quien los “vive” y no convoca a la toma de partido; sino a la reflexión.

La película narra el proceso por el cual un “hombre” accede a lo que él siente su verdadera “identidad” en un “reencuentro” con la misma. Vemos el proceso. Hay secuencias que nos sugieren el devenir de un/a adolescente en ese momento de cierto extrañamiento, de descubrimiento y de novedad de asumirse como “sintiéndose” identificado a una determinada imagen y forma de habitar su “mundo” y el “mundo”. Einar Wegener, el protagonista, se enamora de cierto universo femenino y así abraza su ser y su sentir de mujer. Siente de ese modo la vida, el proseguir con vida, con su vida y la prosecución de la vida.

Einar se confronta y se anticipa al saber médico de la época, que tildara de patológico su estado, otorgara diagnósticos en los que él no se hallara reflejado y lo sumirán en un desencuentro a la hora de encontrar soluciones, hasta que aparece alguien que “comprende”.

La película transita en un micro mundo de “diversidades” que se recrean en sus personajes, un mundo que brinda una mirada empática y amorosa al respecto y no deja a Einer “solo” y segregado en su búsqueda. Es una historia de amor considero, de amor tal y cual que se puede “vivir”, con una alta dosis de altruismo y sensibilidad, especialmente por parte de la esposa de Einar, Gerda.

Poniendo el acento en la labor de los profesionales de la Salud Mental, lo importante se torna nuestra escucha y el acompañamiento abierto a lo que considerábamos “nuevo” y nunca lo fue, tratando de correr los velos y alejar prejuicios, de despejar de qué se “trata” para cada quien, ese asumirse como ser sexuado y con una identidad que le es propia. Antes los invitábamos a “definirse” como “hombre” o “mujer”, como perteneciendo a determinada “identidad” y “sexualidad”. Nuestro paradigma era binario y a ese paradigma se acomodaban el sexo con el que se nacía, la identidad de género, la expresión de género y la elección sexual. Esa era la norma.

La realidad indica otros “vivires”, otros “sentires”, como una gota de agua que cae en un estanque y lo expande cada vez más. En ese sentido “La chica danesa” es una historia paradigmática.

El tenor dramático, la pregunta por el amor, la belleza y la ternura van en aumento en la trama, que algo nos viene a mostrar y tal vez a “enseñar”: Cómo los seres pueden llegar a la plenitud y a la verdad haciendo a un lado los “estigmas” y con el acompañamiento empático de los otros.

Lo demás, la reflexión y el debate; así como la película tan recomendable también como obra estética, quedan ofrecidas y abiertas al lector… Tal vez podamos construir una sociedad más plural donde haya lugar y oportunidad para todos los “sentires” y “vivires”.

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Lic. Gabriela Cinquerrui

Especialista en “Psicología Clínica” y “Perspectiva de Género”.

Cel:11-6270-5742

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