Una argentina por el mundo, hoy en su país: Puerto Madryn. Parte I

Por Verónica Vasallo, especial para DiariodeCultura.com.ar.

En materia de turismo, la pandemia sumió al sector en una crisis jamás ocurrida, con inmensas pérdidas de empleos y dinero.

Sin embargo, las restricciones impuestas ante esta situación nos obligaron a mirar para adentro. Pero no sólo en una introspectiva personal, en un viaje a nuestro interior humano, sino también hacia nuestro interior de país, hacia sus maravillosos rincones, y así, muchos descubrieron la infinita riqueza de esa Argentina rebosante de atractivos turísticos.

Argentina siempre es una gran opción, por eso hoy les propongo ir recorriéndola poco a poco y contarles mi experiencia en cada uno de los destinos visitados. Comenzamos con uno de los más elegidos y recomendados: Puerto Madryn. Parte I

Una ciudad a la que se puede llegar desde Buenos Aires tras dos horas de vuelo o 19 de ómnibus, pero a la que muchos se acercan en sus propios vehículos luego de recorrer 1300 kilómetros de rutas, por momentos en muy mal estado y haciendo noche a mitad de camino, generalmente en Bahía Blanca o Río Colorado.

Madryn tiene una oferta muy variada de entretenimiento en contacto con la naturaleza tanto en invierno como en verano: su mayor convocatoria pasa por los paseos embarcados para avistar ballenas, pero también se puede hacer buceo, snorkel, kayak, nado con lobos marinos, visitar pingüineras, senderismo, acercarse a museos y ciudades cercanas con historias de sus pioneros, y por supuesto, degustar una excelente gastronomía con los frutos de mar como estrellas.

La mayoría de las agencias ofrecen paquetes de 3 o 4 noches, con todo organizado, lo que facilita las cosas, nos da la tranquilidad de una compra segura y garantizada y nos deja tiempo para poder soñar con nuestro viaje.

Si aceptan mi sugerencia, considero que pasar 4 días enteros en Madryn es una estadía ideal pero si quieren sumar alguna actividad como buceo o snorkel, quizás deban contemplar sumar un día o restar alguna de las propuestas que van a leer en este artículo. Para alojarse lo mejor de lo mejor es hacerlo frente al mar. Admirar esos amaneceres con el sol reflejado en ese espejo de agua azul tan quieto e inmenso, es un placer de esos que te dejan con la boca abierta y el corazón inflado de felicidad.

Los mejores hoteles (y con tarifas más elevadas, claro) ofrecen esta posibilidad, pero también se pueden encontrar alojamientos de menor categoría frente a la costa que cumplen con ese deseo. Y si no, será cuestión de poner la alarma del celular y levantarse temprano para arrimarse a la costanera y disfrutar ese espectáculo que bien lo vale. No olviden preguntar por el tema de la cochera: hay hoteles que cobran el parking aparte, y otros que directamente no tienen y debes dejar tu vehículo en la calle.

Pues, bien, ya llegamos y nos alojamos. ¡ Ahora, vamos a comer y luego empezamos el paseo!

La gastronomía es para mi y mi familia un atractivo en sí de cada destino, y aquí en Madryn la hemos pasado más que bien. ¿Dónde comimos? Cantina El Náutico, un restaurante muy reconocido en la ciudad, con un ambiente un tanto ruidoso como de pizzería porteña. Buena atención, pero la comida nos desilusionó un poco. Restaurante Coral: excelente ambiente y atención, ubicación sobre la playa, pero los platos no estaban acordes a su precio, un poco más elevado que en los demás. Pizzería y cafetería Lizar: muy rica pizza y buenos precios con otras opciones como hamburguesas y desayunos (hacen delivery). Por último, el que repetimos porque se llevó nuestro estómago, digo nuestro corazón fue: Náutico Bistró de mar. Sobre línea de playa, excelente atención y buen ambiente. Precios razonables, platos exquisitos y abundantes. Lo único que falló fue el revuelto gramajo, pero la paella, los espaguetis con mariscos, el chupín, el abadejo grillado con vegetales y el lomo a la mostaza, merecieron su foto y un recuerdo imborrable. ¡¡Aplausos al cocinero!!

Luego de la comida, y como recién llegados, salió una caminata para familiarizarnos con la ciudad. El centro comercial no es grande, hay un shopping pequeño, todo se termina pronto así que nuestros pasos fueron directos a lo largo de la costanera salpicada de monumentos, zonas de recreación infantil, una feria de artesanos, pistas de skate y el muelle que te da una panorámica muy linda del perfil de Madryn. Cena temprano y a descansar al hotel.

Desayuno contemplando el amanecer tardío y sin prisa emprendimos rumbo sur para llegar hasta el Área Protegida de Punta Loma a unos 15km. Se puede hacer en bicicleta, los amantes del mountain bike tienen varios caminos de tierra a través del campo y dunas para trepar.

A la reserva se accede desde la ruta por un camino de ripio hasta la casa del guardafauna, quien nos explica el circuito hasta un mirador emplazado en una barranca con vistas al Golfo Nuevo, desde donde se observa el apostadero de lobos marinos de un pelo (Otaria flavescens) y la colonia de cormoranes.

En todo el recorrido que es por asfalto, se disfrutan distintas playas, y uno no puede dejar de detenerse a plasmar en fotos las postales de Playa del Pozo, Playa Paraná, Punta Este y Playa Káiser.

A tan sólo 4 km de Madryn, lo que la convierte en un destino ideal para llegar a pie, se encuentra el Parque Histórico Punta Cuevas y el monumento al Indio Tehuelche. Muy cerquita, también está el Ecocentro, pero permanecía cerrado.

Punta Cuevas nos encantó. Aquí es donde se asentaron los primeros galeses que arribaron allá por 1865 a bordo del velero Mimosa y que, con las maderas rescatadas de un naufragio producido años antes en esas playas, construyeron sus refugios en las cuevas horadadas en la roca costera donde permanecieron hasta trasladarse casi en su totalidad a la zona del valle inferior del río Chubut, principalmente a Gaiman, que está también dentro de nuestro recorrido.

La visita al Museo del Desembarco no se la pierdan (abre sólo por la tarde). Es sencillo, con mucho para leer, fotografías y objetos que ayudan a entender por qué estos 160 galeses dejaron su tierra y eligieron Chubut para empezar una nueva vida en el primer asentamiento exitoso al sur del Rio Negro, la odisea de sus primeros días en la Patagonia y su buena relación con los tehuelches, pueblo originario de la región. Se pueden visitar las cuevas, la tumba de la primera persona galesa fallecida en tierras patagónicas y los restos del naufragio de un barco ballenero que los proveyó de madera.

Otra visita de cercanía es con brújula al norte rumbo al Área Nacional protegida El Doradillo: una franja costera de 25 km de longitud que comienza a 15 km de Madryn en Punta Arco, y termina en el Mirador Punta Prismático distante a 36 km. Todo el recorrido al salir del casco urbano es por la ruta provincial nº 42, totalmente de ripio, por momentos buena y por momento, a paso de hombre por los pozos. Algunos ciclistas, hacen este paseo en sus rodados. No hay servicios de ningún tipo, salvo algunas pasarelas accesibles en Playa Las Canteras y el mirador Punta Dorado desde donde pueden observarse las ballenas a pocos metros de la costa de junio a principios de diciembre. Si les tengo que nombrar el lugar ideal para ese espectáculo, les diría que es en Las canteras. Lleven reposeras, algo calentito para tomar y relájense mirando el mar y viendo asomarse y nadar apaciblemente a decenas de esos gigantes del mar que se lucen ante nosotros. No dejemos rastros: estemos atentos a llevarnos cualquier residuo para preservar ese paraíso.

Madryn es naturaleza sin límites, como reza el eslogan de su oficina de turismo. Y aún queda mucho más por narrar…

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Verónica Vasallo es Locutora, Periodista y Licenciada en Turismo.

Instagram: @Verovasallo