Una cierta mirada al cine nacional

“Pocos pasajes serios”. Reseña sobre Los Adoptantes (2019), de Daniel Gimelberg. Por: Osvaldo Béker

Muy a pesar de la ostensible presencia de ciertas subtramas un tanto ociosas a lo largo de la historia, de la configuración de personajes más bien burgueses (y que por lo tanto atentan contra un dócil o armonioso poder de identificación), del trabajo poco relevante y anodino de la comediante Florencia Peña quien encarna una antiheroína bastante baladí, o de que el film, en su completud, se basa en los dos principales personajes antes que en la temática tan polémica y delicada, y que por eso mismo se habría vuelto digna de ser representada, Los Adoptantes, de Daniel Gimelberg (el mismo realizador de El último Elvis), delinea en su narración la posibilidad de que se genere una mínima cuota de empatía hacia la pareja de hombres que desean adoptar un niño y, a la vez, revela la dificultad burocrática en dicho trámite. Rafael Spregelburg y Diego Gentile les dan cuerpo a Leonardo y Martín, respectivamente, quienes conforman una pareja homosexual con todos los componentes esperables en un vínculo amoroso cualquiera sea su constitución: se desean, discuten, se aman, se separan, etcétera etcétera, en esta legítima enumeración benedettiana. Un plus vital que da sentido a la historia: el deseo de la adopción de un bebé se ve obstaculizado por innumerables obstáculos tanto externos como internos. Lejos de ser una radiografía social de los tiempos que corren en nuestras sociedades (pues se trata más bien de una retahíla de escenas recargadas de gags), Los Adoptantes sí recurre a un hecho que da por tierra con lo acostumbrado en la representación de historias en el cine mainstream nacional: acá la conformación de la pareja homosexual pasa a un segundo plano, acaso naturalizada, normalizada, y la atención del espectador ha de posarse en otros asuntos más complejos. Es inexorable la evocación de Adiós, Roberto, un clásico argentino de hace más de tres décadas, a raíz de la indagación en una temática gay, solo que aquí se impone lo reidero, popular, a veces chabacano, desde el principio hasta el mismo final. He aquí, quizás, uno de los costados débiles de Los Adoptantes pues causa un tanto de pena saber que una temática tan compleja sea pasada únicamente por el tamiz humorístico, amén de la presencia de un puñado de escenas un tanto “serias”.