Son testimonios de sanación impactantes. Una mujer con un cáncer de útero grave que logró curarse luego de participar de un retiro intensivo de meditación con el Dr Joe Dispenza (60) Llegó sin poder caminar y salió dando pasos seguros. Otra revelación es el caso de una argentina que se sanó de un tumor y evitó un trasplante de hígado luego de 21 días de prácticas meditativas guiadas.
¿Milagro, magia? No para el Dr Dispenza, mentor de estas jornadas quien asegura que estas cosas ocurren en sus retiros. El reconocido Doctor en quiropráctica norteamericano, especializado en neurociencias, epigenética y física cuántica, cuenta que los asistentes logran transformaciones al convencerse que en ellos reside el poder de curarse a sí mismos. Conferencista internacional y autor de best sellers tales como “Deja de ser tú”, “Sobrenatural” y “El placebo eres tú”, asegura ser testigo de lo que predica. En su juventud corriendo un triatlón sufrió un accidente que lesionó gravemente las vértebras de su columna. En pocas semanas se recuperó, sin cirugía al visualizar día a día su sanación. Esta experiencia lo cambió para siempre. A partir de ese momento, se lanzó de lleno a estudiar el poder de la mente para alcanzar la transformación personal. Hoy recorre el mundo –visitó más de 33 países- divulgando sus investigaciones científicas sobre los efectos que la meditación tiene en el cerebro y en el cuerpo. Y enseñando lo que él denomina el potencial ilimitado que tenemos si vivimos en un estado de conciencia evolucionado.
Sus ideas movilizadoras y de amplia divulgación no pasan desapercibidas. Cuenta con millones de admiradores (2.1 millones de seguidores en Instagram; retiros semanales para 1500 personas que se venden en 5 minutos), detractores y con personas que, aún atraídos por sus estudios, cuestionan algunas de sus certezas. ¿Cómo puede ser que con solo meditar puedas remitir un cáncer?, se preguntan. “Prueben nuestro camino”, responde.
Amable, distendido y humano a la vez (“Mi proceso no es lineal; tengo días en que lidio con la frustración, la duda o el agobio”, reconoce), el Dr Dispenza conversó largamente por Zoom con LA NACION desde California, donde actualmente vive. Vestido con una remera negra, cercano en su trato, y meticuloso en sus explicaciones, se lo percibió como un hombre genuino y generoso en su intención de ayudar a los demás a despertar su conciencia y potencial. Al escucharlo queda flotando un interrogante: ¿qué lugar ocupa Dios (lo divino) en su pensamiento? ¿Todo depende de la fuerza y el poder del ser humano? Sus ideas no siempre son fáciles de comprender. Quizá para interpretarlo cabalmente sea necesario ensayar lo que con pasión enseña. Y sacar luego las propias conclusiones.
-Usted sostiene que somos mucho más poderosos de lo que imaginamos, que nuestra mente puede crear lo que anhelamos ¿Cómo es esto?
-La mayoría de las personas tienen que tocar fondo (sufrir el quiebre de su empresa, padecer una enfermedad) para cambiar. Pero no debería ser así. Podemos transformarnos y aprender también desde el gozo y la inspiración. La gente suele permanecer demasiado tiempo en un estado de carencia y separación respecto de aquello que desean (una pareja estable, una vida más plena). Lo buscan a partir de lo que les falta. Creen por ejemplo que, cuando logren ganar más dinero, podrán finalmente disfrutar de unas vacaciones. Se sacrifican trabajando horas extras para forzar resultados. Viven en un estado de infelicidad esperando que algo de afuera se modifique. Nuestro modelo es a la inversa, les sugerimos: cambiá vos y lograrás transformar tu vida.
–Es lo que usted propone en su libro “Deja de ser tu”…
-Exacto. Si querés cambiar tu realidad tenés que modificar tu personalidad que está compuesta de tus pensamientos, tus acciones y tus emociones y es la que crea tu realidad personal. Por lo tanto, si buscás que tu vida cambie, vas a tener que dejar de ser el mismo de siempre, de pensar de acuerdo a todo lo que ya conocés. La primera parte de este proceso consiste en familiarizarte con esos pensamientos inconscientes que te dicen cosas como “no soy capaz”, “odio mi vida”, “esto es muy difícil”, “nunca voy a encontrar a la persona correcta”, “es culpa de mis padres”. Tenés que familiarizarte íntimamente con estos pensamientos de manera que ya no te pasen inadvertidos. También debés hacerte consciente de tus acciones, comportamientos y hábitos que son inconscientes, como por ejemplo quejarse, echar la culpa, perder el tiempo, juzgar a otros. Por último, hacer consciente tus viejos estados emocionales como la frustración, la tristeza, el enojo o el miedo. Muchas personas nunca se toman el tiempo de observar cómo se sienten, porque creen que no tienen control sobre sus emociones. Si empezaran a tomar conciencia de cómo se sienten cada día, comenzarían el proceso de cambio.
-¿Cómo sería?
Luego de familiarizarte con la persona que has estado siendo inconscientemente, es el momento de decidir quién es la persona que querés ser. Con este objetivo, es importante recordar qué pensamientos deseás recordar, como por ejemplo “creo en mí mismo”, “mi vida puede cambiar” “soy un ganador”. También es esencial practicar en tu mente cómo te gustaría actuar y llevar a cabo esos cambios en tu vida. Y por último, decidir qué emociones querés sentir y practicar sentirlas todos los días. Si ensayás estos nuevos hábitos cada jornada, te convertirás en esa nueva persona y tu vida cambiará.
– ¿Cómo podemos pasar de ser víctimas a ser creadores, intentando que las circunstancias externas no determinen nuestro estado interno?
En esta realidad tridimensional, donde hay separación y donde todo es predecible, fuimos programados a pensar que seremos felices sólo cuando suceda algo nuevo, cuando encontremos una nueva relación, cuando consigamos dinero. Esto significa que seremos infelices la mayor parte del tiempo, o hasta que ese evento suceda. En nuestro trabajo, lo que procuramos es que la gente entienda que si el entorno, las personas o las circunstancias en su vida controlan la forma en que sienten y piensan seguirán siendo víctimas. Lo sos cuando sentís que no tenés el poder sobre lo que está sucediendo en tu vida. Intentamos enseñarles a que sean creadores de su vida.
-¿Cómo ejercitarlo?
Para cambiar, tenés que ser más grande que tu entorno, y ser capaz de autoregularte, responder de manera diferente, y practicar cómo querés ser. Eso es evolucionar. Y cuando finalmente comenzás a cambiar la forma en que pensás, en que te comportás y en que te sentís, empezarás a ver evidencias de que tu vida está cambiando. Y esto se convierte en un experimento inigualable.
Si querés sanar tu cuerpo, tenés que ir más allá de tu cuerpo. Si querés cambiar algo en tu vida, tenés que ir más allá de los problemas en tu vida. Y si querés crear algo nuevo en tu futuro, tenés que parar de predecir el futuro. Hay que practicarlo una y otra vez.
-¿Cómo entrenar el cuerpo para sentir de manera diferente y liberarse del estrés o la impaciencia?
Esta es la parte más difícil: enseñarle al cuerpo, emocionalmente, a sentirse en el futuro antes de que suceda. Tu cuerpo no sabe la diferencia entre una emoción causada por una experiencia en la vida real y una emoción que vos estás creando solamente con un pensamiento, de modo que cuando realmente conseguís cultivar la emoción antes de la experiencia, el cuerpo empieza a creer que está viviendo en una realidad futura. Solamente necesitás un pensamiento y un sentimiento, una imagen y una emoción, un estímulo y una reacción, para empezar a condicionar tu cuerpo a la emoción del futuro. Realmente podés aprender a cambiar el resentimiento, la frustración o impaciencia, por gratitud, amabilidad, o compasión.
-¿Por qué cuesta tanto cambiar?
Cuando vivís en modo supervivencia, en estado de estrés, sentís que no podés predecir un resultado, y tu percepción es que las cosas en tu vida sólo van de mal en peor. Cuando encendés ese sistema de emergencia, llevás tu atención de una persona a otra persona, u otro problema, u otra cosa. Y cada uno de esos elementos tiene una conexión neuronal en el cerebro. La activación de esas hormonas del estrés, hacen que el cerebro se encienda de una manera desordenada, y al estar incoherente, vos también estás incoherente. Cuando el cerebro no está funcionando bien, vos tampoco funcionas bien. En nuestro trabajo, hemos descubierto que podemos enseñarles a las personas a entrar en verdadera coherencia, con un cerebro más integrado y en sincronía; y en este estado, elegir el pensamiento. Adicionalmente, cuando estás en estado de estrés y sentís emociones de impaciencia, miedo, y preocupación, el corazón late de manera incoherente. Ahora, cuando sentís una emoción elevada como la gratitud, la apreciación, o la alegría, este empieza a latir de una manera ordenada, como un gran tambor. Por eso enseñamos a las personas a sintonizar su energía con un corazón y un cerebro en armonía y coherencia. Ese es el camino hacia un nuevo orden.
-¿Qué papel juega la meditación en esto?
-La meditación es clave. Es la manera de desconectarte de toda la estimulación tóxica de tu medioambiente (personas, lugares, urgencias). Clausurar ese mundo, no quedarte fijado en el pasado o futuro previsible, ir más allá y enseñarle a tu cuerpo, tu entorno (estresante), tu mente limitada, a permanecer en el aquí y ahora desconocidos. Tenemos que lograr ser tan buenos meditando con los ojos cerrados para luego, en la vida, practicarlo con los ojos abiertos.
-¿Qué casos de sanación física a través de la meditación ha observado?
-En los retiros de una semana que ofrecemos, vemos resultados increíbles. Hace pocos meses, una mujer subió al escenario y ante 600 personas contó cómo se curó de un cáncer de útero grave al meditar y darse cuenta que ella podía curarse a sí misma. Había probado de todo: quimioterapia, dietas, nuevas drogas. Cuando llegó al retiro no podía caminar. Su despertar consistió en entender que no debía poner el foco en sanarse sino en cambiar su personalidad, en transformarse ella misma para vivir en orden y generar salud. Comenzó a estar atenta a sus pensamientos y sus estados emocionales. Terminó la semana energizada pudiendo dar pasos firmes. Meses más tarde visitó a su médico quien le ordenó un estudio PET (tomografía de emisión de positrones) que confirmó que no había evidencia de cáncer en su útero. ¿Pasó por días difíciles? Sí. Tuvo momentos en los cuales volvió el miedo, las dudas, días en que ya no tenía más ganas de meditar. Pero persistió. Estas historias de transformación personal generan tanta inspiración en el auditorio, que la gente sale convencida de que la sanación es posible, que depende de uno. No sólo de la quimioterapia.
-La ciencia es el lenguaje para desmitificar este proceso de transformación, dice usted. ¿Qué evidencias científicas existen?
-Con mi equipo hemos realizado miles de escáneres cerebrales, y mediciones de la variabilidad del ritmo cardíaco que avalan los efectos positivos que la meditación y las emociones elevadas sostenidas tienen en el funcionamiento del cuerpo, el cerebro y el sistema inmune. Hemos extraído el plasma de la sangre de meditadores avanzados y lo hemos puesto en las células cancerígenas de personas enfermas y observamos que esas células pierden el 70 % de su energía. Ya no se reproducen con tanta rapidez.
-Qué le dirías a personas escépticas que creen que estos testimonios pueden generar falsas expectativas ya que conocen a enfermos terminales que han meditado con constancia y que de todos modos han fallecido?
-No sé cómo meditan estas personas. Lo que sí sé es que, si ellas no saben o no creen que pueden curarse a sí mimas al cambiar su personalidad, entonces no lo lograrán. Hace poco una médica con cáncer contó en otro de nuestros eventos que meditaba a diario pero que seguía sin poder modificar su manera de ser, sentir o pensar. Cuando se dio cuenta de que podía desprenderse de su viejo ser, se convirtió en una mujer diferente. Obviamente no todos pueden hacerlo. No abandonó la quimioterapia, pero entendió que, a través de la meditación, al cambiar su personalidad, podía modificar su cuerpo. Pues el cerebro y corazón funcionando ordenadamente, hacen que tu sistema inmune responda mejor. Solo lleva práctica y convencimiento.
-Cuando usted propone no quedar anclado en el pasado implica no conectar con los traumas o heridas de la niñez. ¿No hay un riesgo en negarlas?
-No propongo reprimir esos sentimientos intensos producto de las heridas del pasado. Los traumas (abusos por ejemplo) existen y hacen que el cerebro quede frizado en ese instante de dolor y altere el cuerpo. Si esas emociones difíciles aparecen en una meditación les decimos a las personas que no se resistan, que dialoguen con ellas, que reciban la angustia en su cuerpo y permanezcan un rato con ella. Pero intentamos enseñarles a que vayan más allá del pasado. ¿Cómo? No dejando que el dolor los tome por completo, no dándole la típica atención que le han dado. La pregunta que les hago es: ¿cuánto tiempo vas seguir sintiendo esa emoción? Porque si sos adicto a ella, tu cuerpo que es tan objetivo y no distingue entre las experiencias reales del afuera que están creando la emoción y la que vos estás creando por sólo pensar en ella recurrentemente, se convencerá de que estás viviendo ese trauma 24 x7.
-Sus convicciones son esperanzadoras, pero ¿qué podría decirles a los jóvenes de este país que creen en sí mismos, pero que a la vez se sienten frustrados e impotentes porque no ven un futuro posible en la Argentina?
– Les diría que construyan una comunidad vigorosa, que se junten con personas sabias con quienes puedan compartir estados de conciencia elevados y valores cruciales. Que se apoyen y se empoderen mutuamente. Que crean que es posible generar una gran idea, desarrollarla y vivir bien. Nosotros tenemos una comunidad inmensa de chicos sub-25 que viven de este modo y que han podido pasar de ser víctimas a creadores. A raíz de la pandemia en EE.UU. hemos visto miles de personas que han caído en la bancarrota, pero que salieron del victimismo (hay tantas excusas para seguir quejándonos de nuestras circunstancias). Emprendieron un viaje de transformación, pusieron en práctica ideas creativas y hoy son exitosos en todo sentido.
-¿Cuál fue su propio camino de transformación? ¿Qué hace cuando se siente irritado o de mal humor?
-Yo aún sigo cambiando mi mente. Tengo muchos días así, he atravesado noches oscuras del alma donde tuve que tomar decisiones difíciles. Hubo momentos en los que pensé que mis ideas no funcionaban y otros en los que sí. Tuve la oportunidad de comprobar cómo tantas personas lograban transformarse en su mejor versión y quise saber qué habían hecho. Eso me puso en camino. Había algo en sus mentes que me atraía. Hago lo mejor que puedo. Intento poner en práctica lo que enseño y trabajo duro para ello. Soy un hombre muy activo, pero procuro encontrar un equilibrio para vivir de manera plena con salud y alegría.
Fuente: La Nación