Ubicado al sur de Zurich (Suiza), el pueblo de Mulegns cobró nueva vida con la inauguración de una singular torre, la Tor Alva, también conocida como Torre Alva o Blanca.



Construido sobre una antigua herrería, el flamante edificio de cuatro pisos, unos 30 metros de altura, se inauguró hace pocos meses. Actualmente, se puede visitar mediante recorridos guiados que devuelven a los viajeros vistas panorámicas del valle de Julier. Al final, un recinto con capacidad para 45 espectadores y un escenario, funciona como espacio para eventos culturales y artísticos.
Al cabo de cinco años, la estructura se desmontará para rearmarse en otro destino.



Una torre para salvar un pueblo
En arquitectura, las torres tienen significados diversos. Aisladas o como parte de un edificio, siempre proponen un impacto en el entorno urbano. Son puntos de referencia visual, símbolos de poder o de innovación. En la literatura, las metáforas que recurren a las torres son infinitas. Incluso, representaron ideas tan opuestas como el cielo y el inferno.



En este caso, la torre de Mulegns aspira a convertirse en un atractivo turístico para evitar que el pueblo desaparezca.
Tor Alva es el resultado del trabajo conjunto del arquitecto Michael Hansmeyer y los profesores de la ETH Zurich Walter Kaufmann, Robert Flatt y Benjamin Dillenburger, quienes trabajaron a pedido de Nova Fundaziun Origen, la entidad que impulsó el proyecto.

Se diseñó a partir de una red de columnas de hormigón que forman una suerte de pastel en capas. La imagen refiere a la tradición pastelera del Cantón de los Grisones donde se ubica. Allí, la cocina dulce tiene una antiquísima tradición.
La génesis de la torre es el aspecto más llamativo ya que está construida con componentes de hormigón impresos en 3 D. Cada uno fue elaborado por robots que aplicaron el hormigón capa por capa y las reforzaron con anillos de acero. De este modo, no fue necesario recurrir al encofrado, el típico molde de soporte que se emplea en esta técnica.

Cada componente se une al otro mediante tornillos y cables para armar una estructura desmontable. A su vez, se usó una receta de hormigón que endurece muy rápido con aditivos específicos.
Según sus hacedores, esta es la primera vez que se emplea el método de impresión 3D para componentes estructurales; hasta ahora sólo se había utilizado para elementos decorativos.

Los niveles de la construcción se unen a través de una gran escalera caracol. A medida que se asciende, el paisaje montañoso de los alrededores se integra al edificio.
Diseño digital, tradición, memoria cultural y sustentabilidad se alinean en este proyecto de salvataje de un pueblo. Una idea creativa que puede aplicarse a otros sitios del planeta con problemática similar.
Fuente: La Nación

