Un nuevo capítulo de la nueva normalidad comienza a escribirse en la Argentina con el esperado regreso de los alumnos a las aulas bajo protocolos dispuestos por el Ministerio de Educación de la Nación.
Tras prácticamente un año sin presencialidad en las escuelas y con un fuerte reclamo desde diversos sectores para priorizar la educación en las aulas como telón de fondo, comenzará una logística inédita para las familias con chicos en edad escolar. Los protocolos diseñados para evitar contagios de Covid-19 rigen para todo el país, pero cada jurisdicción los adapta a su situación y, a su vez, cada institución puede ajustar las normas a las condiciones del establecimiento. Para ilustrar cómo será un día de clases presenciales, LA NACION muestra las escenas que formarán parte de la nueva rutina de los estudiantes. Se tomará como ejemplo un alumno de tercer grado que vive en la ciudad de Buenos Aires y asiste a un colegio público doble turno.
Los detalles del protocolo

El calendario marca 17 de febrero, día previsto para el inicio de clases del primer ciclo del nivel primario en la Ciudad. El alumno de tercer grado se levanta a las 7 para cambiarse, desayunar y salir junto a su madre a esperar el ómnibus escolar.

Los preparativos para el primer día de clases son parecidos a los de otros años, pero con algunos pasos extra: a los elementos que no pueden faltar en la mochila se suma el alcohol en gel. Y además del guardapolvos, debe colocarse el tapabocas antes de salir.

El conductor, rodeado por un plástico divisorio, saluda al estudiante y le recuerda que deberá sentarse todos los días, ida y vuelta, en el asiento número 4, que fue asignado para él.



Líneas de cinta adhesiva pegadas sobre el piso marcan la distancia que deben mantener los estudiantes de primero, segundo y tercer grado que esperan para ingresar.


El alumno del ejemplo es guiado junto a sus compañeros al baño por una docente. Allí, se lavan las manos con agua y jabón. Luego de la higienización, pueden dirigirse al aula.

Hay asientos para los 30 chicos del curso habitual. Pero el alumno solo comparte el aula con 14 compañeros, su burbuja. En su escuela, que es doble jornada, la mitad asiste presencialmente a la mañana y la otra mitad, a la tarde.


El estudiante y sus compañeros salen al patio a las 10, con una diferencia de 15 minutos respecto a los alumnos de segundo grado.



La campana que marca el fin de la jornada ya no suena a las 16, como antes, sino a las 12.

La salida es de a uno por la puerta de egreso de la escuela. El alumno de tercer grado volverá a ocupar el asiento 4 del transporte escolar, ahora para volver a casa.

Luego de almorzar, encenderá la computadora para conectarse a la clase virtual. Terminará así el primer día de clases, la nueva normalidad escolar ya está en marcha. En la medida en la que ningún miembro de su burbuja presente síntomas ni contraiga el virus, así será su rutina durante los próximos meses.
Fuente: La Nación