Se sabe que el cáncer no es una enfermedad, sino muchas. Y que su diversidad no se agota en el tipo de tumor. Así, tres personas con cáncer de pulmón, por ejemplo, se beneficiarán de tres tratamientos diferentes. Y una con cáncer gástrico puede responder a un medicamento utilizado en cáncer de mama. Uno de los desafíos más grandes que enfrentan en la actualidad los médicos y los sistemas de salud es poder conocer de antemano qué terapias funcionarán en cada paciente y cuáles no. Y para eso se necesita obtener y comprender un enorme caudal de información inscripta en el genoma de los tumores.
“La promesa de la medicina de precisión es hacer coincidir a los pacientes con las terapias dirigidas utilizando la genómica”, afirman desde el consorcio ICGC/TCGA Pan-Cancer Analysis of Whole Genomes (PCAWG) Project, que esta semana publicó en la revista Nature los resultados de la secuenciación de 2.658 tumores correspondientes a 38 tipos de cáncer en 20 artículos de acceso abierto.
El cáncer es una enfermedad causada por mutaciones en genes claves. Lo que logró el Pan-Cancer Project es establecer una narración integral, la más detallada hasta el momento, de los cambios biológicos que determinan el inicio de cada tumor, lo que allana el camino hacia futuros tratamientos y métodos de diagnóstico precoces.
“Cada una de las mutaciones puede ser una posible diana para el desarrollo de nuevos medicamentos”, destaca Peter Campbell, integrante del comité directivo del proyecto, en el que sumaron esfuerzos 1.300 científicos de 37 países.
“Es un trabajo sumamente importante porque abre puertas para seguir avanzando en la identificación de nuevos biomarcadores y en el desarrollo de fármacos que los inhiban”, analiza en diálogo con Clarín el oncólogo Diego Kaen, que dirige el área de investigación clínica del Centro Oncológico Riojano Integral.
Kaen, miembro de la Asociación Argentina de Oncología Clínica, sostiene que los resultados también certifican que el futuro del tratamiento del cáncer pasará por la profundización de la medicina personalizada y de precisión.
“Vas a ir a un consultorio, te van a sacar sangre, te harán una biopsia y a partir de eso tendremos el ‘DNI’ de tu tumor, que contendrá su secuenciación genética y así vamos a saber cómo tratarlo, independientemente de que esté en la mama, en el pulmón o en el cerebro. Sabremos cómo es biológicamente y el tratamiento va a salir de ahí”, pronostica el médico e investigador y augura que, en virtud de la rapidez con la que se producen los avances, eso podría ser una realidad hacia finales de esta década.
“En los próximos años, los datos procedentes de los estudios genómicos aportarán información con impacto en parámetros relevantes, como sobrevida, calidad de vida y costos asociados al uso de técnicas y tratamientos. Además, los avances científicos abrirán opciones terapéuticas adicionales”, apuntan a este diario desde el grupo de trabajo MAGenTA (Mapa de la Accionabilidad Genómica Tumoral de Argentina), un proyecto que nació de la cooperación entre el Hospital Italiano de Buenos Aires y su instituto universitario, el Instituto Multidisciplinario de Biología Celular (IMBICE) y el Instituto de Medicina Traslacional e Ingeniería Biomédica (IMTIB), dependientes los dos últimos del Conicet.
Realidad y promesas
En la actualidad, la medicina de precisión se utiliza en cáncer de mama y de pulmón. Es que se han podido establecer un puñado de biomarcadores -una proteína o gen- que, de expresarse en el tumor, lo hacen suceptible de ser tratado con drogas que ya están disponibles. Esos biomarcadores ayudan a seleccionar el tratamiento y han cambiado el pronóstico de esos tipos de cáncer.
“Vamos hacia una oncología que se va a fijar más en la secuenciación genómica que en el tipo de tumor -afirma Kaen-. Si tengo un biomarcador X y una droga que lo inhibe, no importa que sea un cáncer de mama, de pulmón o de vejiga.”
Un ejemplo: el 20% de los casos de cáncer de estómago expresan el HER2/neu, uno de los biomarcadores más conocidos en cáncer de mama, por lo que ambos pueden beneficiarse del mismo tratamiento.
“En Estados Unidos, por el abaratamiento de costos, está saliendo prácticamente lo mismo una secuenciación genómica que medir por separado los biomarcadores. En algún momento va a convenir más secuenciar el genoma que medir puntos específicos por separado. Eso todavía no ocurre en la práctica. Hay una gran brecha entre la investigación y la práctica”, señala Kaen, quien en convenio con una compañía farmacéutica e instituciones de Estados Unidos trabaja en la secuenciación tumoral del cáncer de pulmón.
Imposible no tener en cuenta también las brechas en el acceso que se amplían a la par de los avances. «Estamos hablando de secuenciación genómica, cuando en Argentina hay grandes disparidades, al punto que hay personas que no acceden a una tomografía. Esa es otra discusión que hay que dar», plantea Kaen.
Secuenciar el genoma de un tumor tiene un costo de 4.000 a 5.000 dólares. “Se puede secuenciar un tumor de cualquier tipo. El paciente puede pagar ese dinero y puede que ese estudio de su genoma tumoral resulte útil, o que todavía no haya disponible ninguna droga y no se beneficie en nada”.
“A medida que avance la implementación de la medicina de precisión, por un lado con mejores pruebas genómicas, y por otro por la reducción en los costos de dichas pruebas, todo esto contribuirá a mejores y más accesibles diagnósticos del cáncer, específicos para cada paciente y mejores tratamientos a la medida de cada uno”, aportan desde MAGenTa.
El futuro del Pan-Cancer Project
El matcheo cada vez más creciente entre pacientes y terapias dirigidas es una aspiración del Pan-Cancer Project. No obstante, los líderes del proyecto señalan que una barrera importante para eso es la “desalentadora heterogeneidad” del cáncer “de tipo de tumor a tipo de tumor, de paciente a paciente, de clon a clon y de célula a célula”.
De lo que se trata es de encontrar patrones recurrentes entre tanta diversidad. La construcción de predictores clínicos significativos a partir de datos genómicos es posible, afirman, pero requerirá de bancos de conocimiento que comprendan decenas de miles de pacientes con una caracterización clínica completa, algo que es imposible sin la colaboración internacional y el intercambio de datos.
La siguiente fase del proyecto, adelantan sus líderes, “reunirá a la comunidad de genómica del cáncer junto con proveedores de atención médica, compañías farmacéuticas, ciencia de datos y grupos de ensayos clínicos para crear bancos de conocimiento completos de resultados clínicos y datos de tratamiento de pacientes con una amplia variedad de cánceres, junto con un perfil molecular detallado”.
Un mapa argentino
Al igual que el Pan-Cancer Project, el local MAGenTA está enfocado en el estudio de los mecanismos de oncogénesis, pero no busca describirlos, sino que su objetivo es el desarrollo de una «herramienta robusta y confiable» de diagnóstico de uso clínico.
El proyecto se basa en el estudio de la ancestría, que permitirá conocer si existen o no diferencias regionales de nuestra población con respecto a los genomas de referencia mundiales. Ya concluyó la etapa inicial, que consistió en evaluar y validar a nivel clínico un panel de biomarcadores genéticos en 52 genes asociados al desarrollo de diferentes tipos de cáncer.
“Como objetivo a largo plazo, con el proyecto se pretende forjar un mapa de accionabilidad genómica tumoral en la Argentina, generando por primera vez datos de frecuencias con esta relevancia a nivel local, los que serán puestos a disposición de la comunidad médica y científica de todo el país mediante base de datos online. El empleo en la oncología clínica de esta herramienta, permitirá la aplicación racional de las drogas oncológicas”, afirman a Clarín el ingeniero biomédico Marcelo Risk, director del IMTIB, los médicos patólogos Hernán García Rivello y Federico Jauk, el médico clínico Víctor Herrera y el biotecnólogo Walter Pavicic, quienes integran el grupo de trabajo MAGenTA.
El equipo multidisciplinario concluye que para que la medicina personalizada y de precisión dejen de ser una promesa y se conviertan en una realidad extendida, «se requieren planes estratégicos a nivel nacional con el fin de establecer proyectos de investigación, indicadores de calidad, historias clínicas electrónicas que integren los datos de los pacientes y que permitan compartir la información generada, dentro de un marco regulatorio que asegure el tratamiento de los datos y la confidencialidad de la información».
Fuente: Clarín