Crearon el primer anticuerpo que frena la metástasis en tumores sólidos y ataca solo a las células madre cancerosas

Investigadores españoles demuestran en modelos animales la eficacia de la nueva proteína en tumores de colon, cabeza y cuello, esófago y estómago.

Es la primera vez que se recurre a un biobanco de organoides para probar la eficacia de un anticuerpo.

La ciencia mueve ficha en una de sus partidas más decisivas contra el cáncer. Científicos internacionales liderados por el oncólogo Eduard Batlle, jefe del laboratorio de Cáncer Colorrectal del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona (IRB por sus siglas en catalán) y referente internacional en la investigación del cáncer de colon, han descubierto un nuevo anticuerpo, el MCLA-158, que bloquea en modelos experimentales la aparición de las metástasis, es decir, frena la expansión del cáncer desde el tumor primario a otros órganos vitales. Es la primera vez que la ciencia sirve una herramienta terapéutica para atacar este mecanismo de expansión de la enfermedad en tumores sólidos, según señala a ABC el investigador.

El anticuerpo (de nombre comercial Petosemtamab) actúa de forma selectiva contra las células madre cancerígenas, preservando las células madre sanas, lo que «permite que éstas puedan seguir con su función regeneradora y detener así la progresión de la enfermedad», explica Batlle, también investigador ICREA y jefe de grupo en el CIBER de Cáncer (Ciberonc).

Hasta ahora, se estaba explorando su utilidad en la medicina personalizada del cáncer, es decir, para su papel en la toma de decisiones sobre el mejor tratamiento para cada paciente. Sin embargo, para el descubrimiento del MCLA-158, por primera vez se ha recurrido a la utilización de un biobanco de organoides (mini órganos que se crean en el laboratorio a partir de células madre de pacientes con cáncer) para discriminar entre cientos de nuevos anticuerpos con el objetivo de hallar el más efectivo y adecuado. «Llevamos 15 años investigando las células madre del cáncer, sabemos que son el corazón del tumor. Sabemos que en ellas está la clave para la regeneración de los tejidos pero también son las que impulsan la expansión de la enfermedad», señala el investigador del IRB, quien avanza que hasta dar con el MCLA-158 «se han probado 500 anticuerpos bioespecíficos».

El hallazgo, publicado en la revista ‘Nature Cancer’ y del que es copartícipe, junto al IRB la empresa biotecnológica holandesa Merus N. V., sienta las bases para incorporar el uso de organoides en el proceso de descubrimiento de nuevos fármacos capaces de combatir algunos de los tumores que más preocupan a los oncólogos.

«Poder trabajar en estos avatares nos permite probar la eficacia de estos anticuerpos en muestras humanas. Es una prueba de fuego que permite a las empresas farmacéuticas poder identificar los fármacos más adecuados para poder combatir diferentes tipos de cáncer», subraya el investigador del IRB. «Otra ventaja es la posibilidad de identificar efectos secundarios no deseados de los fármacos sobre nuestros órganos, utilizando organoides procedentes de tejido sano. Ello ha permitido valorar los efectos nocivos del fármaco sobre células sanas y eliminar de este modo los anticuerpos con mayor toxicidad en las fases más tempranas del estudio», añade.

Resultados preliminares esperanzadores

En octubre de 2021, la compañía Merus publicó datos preliminares correspondientes al análisis de la eficacia del anticuerpo, basados en su ensayo clínico (en curso) de fase 1 de expansión de dosis. En este ensayo se investigan la seguridad, la tolerabilidad y la actividad antitumoral de la monoterapia con MCLA-158 en carcinomas de células escamosas de cabeza y cuello.

En el ensayo, los siete pacientes con este tipo de cáncer lograron remisiones del tumor, dos una reducción sustancial y uno una remisión completa. «Son datos preliminares que confirman los buenos resultados obtenidos en la fase experimental con animales», señala Eduard Batlle.

«Es una enorme satisfacción ver que nuestros descubrimientos están ayudando a los pacientes. El camino para llegar hasta aquí ha sido apasionante, pero también muy complejo, y ha requerido una gran inversión de recursos, así cómo el esfuerzo de muchísimos investigadores’», explica el científico.

Dos frentes de acción

Los anticuerpos son proteínas que nuestro cuerpo produce de manera natural para reconocer agentes infecciosos o células alteradas, de manera que puedan ser eliminadas por los linfocitos del sistema inmune (glóbulos blancos de la sangre).

El anticuerpo descrito en este trabajo, el Petosemtamab, es un anticuerpo bioespecífico con dos frentes de acción, es decir, que reconoce dos proteínas distintas en la superficie de las células madre del cáncer, que son la EGFR (favorece el crecimiento descontrolado de las células) y la LGR5 (marca la superficie de las células madre del cáncer, que son responsables de la expansión de los tumores). En concreto, MCLA-158/ Petosemtamab degrada la proteína EGFR en las células madre del cáncer que presentan el marcador LGR5. De esta forma, bloquea las vías de crecimiento y supervivencia en las células que inician la enfermedad y la expanden. Este anticuerpo, sin embargo, no interfiere con el funcionamiento de las células madre sanas del organismo, que son esenciales para el buen funcionamiento de los tejidos.

El MCLA-158 muestra una potente inhibición del crecimiento de los organoides del cáncer colorrectal, bloquea el inicio de la metástasis, así como el crecimiento del cáncer en diferentes modelos preclínicos, como por ejemplo los tumores de cabeza y cuello, esófago y estómago.

En los próximos meses, la empresa Merus tiene previsto publicar nuevos datos sobre los ensayos clínicos en curso con Petosemtamab. «Tenemos la esperanza de que se confirme la actividad antitumoral publicada en los datos preliminares», dice Batlle. Su laboratorio es reconocido mundialmente por su trabajo en la identificación y caracterización de las células madre del cáncer colorrectal, y ha liderado no solamente la generación del MCLA-158/ Petosemtamab, sino también la caracterización de su mecanismo de acción.

Esta investigación preclínica incluye el trabajo realizado en el marco del consorcio suppresSTEM, financiado por la UE y con el trabajo colaborativo de varias instituciones internacionales de investigación; el IRB Barcelona, el Instituto Hubrecht y el Instituto Sanger y las empresas –Merus N. V. y Ocello B.V./Crown Bioscience. También colaboraron en esta publicación el Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO), el Instituto Catalán de Oncología (ICO) y la empresa Xenopad.