De eso sí se habla. El sexo se volvió mainstream

Sin prejuicios ni pruritos, las temáticas sexuales ya son moneda corriente en medios de comunicación, teatro, cine, literatura y redes sociales

«El sexo es una trampa de la naturaleza para no extinguirse». Lo dijo Friedrich Nietzsche hace más de 120 años. Es uno de los aspectos más naturales y primitivos de la humanidad. Fuente de misterio y secretismo desde el principio de los tiempos. Curiosamente, hasta hace no tanto, el tema del sexo estaba circunscripto a los espacios íntimos. Todos tenían sexo, pero nadie hablaba de ello.

La relación del sexo con el cine se limitaba a la pornografía, mientras que la literatura se valía del erotismo solo para contar historias de amor épicas. En su momento, Sex & The City se atrevió a plantear la sexualidad de las protagonistas como eje central de una serie; luego siguieron sus pasos muchas otras, cada vez más explícitas. Por su parte, Cincuenta Sombras de Grey revolucionó el mundo de la literatura de ficción, para traer el sexo a primerísimo plano. Hoy, las salas de cine presentan producciones nacionales como Porno para principiantes, con actores del peso de Martín Piroyansky y Nicolás Furtado, sitios como OMGyes brindan información científica sobre el placer sexual femenino a sus suscriptoras y festivales masivos como Sexpo Erótica convocan a miles de personas con una temática clara: el sexo y el erotismo.

El sexo se está apoderando también de las redes sociales. Los sex shops suman más y más seguidores de la mano de sorteos de juguetes sexuales (como quien regala un sillón o una licuadora) y los expertos en sexualidad alzan sus voces cada vez más. La licenciada Cecilia Ce -psicóloga y sexóloga- acumula casi 200.000 seguidores en Instagram y su flamante libro, Sexo ATR, se está vendiendo en librerías como pan caliente. Esta influencer del sexo es un fenómeno cada vez más popular y menos de nicho. Sus charlas Beer & Sex se agotan en minutos y su columna semanal en radio es furor (se la puede escuchar todos los martes en Últimos Cartuchos, el programa de Migue Granados y Martín Garabal).

Pero Vorterix no es la única radio que se anima a una columna de sexo con voces autorizadas. Hace años que en la Metro se lo escucha al Dr. K (psiquiatra, sexólogo y padre de Andy Kusnetzoff) hablando al aire en Perros de la Calle, y ahora también se ha sumado Alessandra Rampolla dando cátedra sobre diversos aspectos del sexo y su práctica, con preguntas de oyentes incluidas.

Si algo queda claro, es que atrás quedaron los días en que nuestros abuelos pedían «pergamota» en la verdulería por miedo a pronunciar el nombre correcto de la fruta (historia real).

El fenómeno de Sex

Parte innegable de este cambio de paradigma es el éxito que está teniendo Sex, la propuesta artística de José María Muscari que agota todas las funciones desde hace cinco meses. «Tenía ganas de hacer un espectáculo que tuviera como temática el sexo desde hacía mucho tiempo. Lo transgresor siempre estuvo presente en mi teatro, pero nunca de manera central, y me pareció que era momento de darle prioridad», cuenta el director de este fenómeno para mayores de 18 años, que pisa fuerte de jueves a domingo en Gorriti Art Center. «No me imaginaba que fuera un espectáculo convencional y por eso pensé en proponer el concepto de libre circulación, en el que el público puede completar su propia hoja de ruta», explica. Es que en Sex, la acción no se limita a los confines del escenario. Baños, camarines, guardarropas y otros lugares raramente habitados por la actuación son testigos de esta experiencia, en la que cada uno recorre y experimenta a piacere los distintos cuadros que van sucediendo en simultáneo.

Veinticuatro actores, cantantes, bailarines, drag queens, performers, strippers, músicos y modelos conforman la troupe de Sex. «Desde un principio, tuve claro que Sex tenía que ser una verdadera encarnación de la diversidad y lo tuve muy en cuenta a la hora de armar el elenco. Acá conviven un periodista como Jorge Dorio con una artista emergente y transgresora como La Queen, o una actriz de prestigio como Esther Goris con un personaje más mediático y explosivo como Noelia Marzol. Eso habla de diversidad y se traslada a las diferentes vertientes que propone el espectáculo alrededor del sexo», agrega Muscari. «Así, un espectador más grande se puede sentir identificado con Walter Soares, mientras los millennials se encuentran con Agustín Sierra o Magui Bravi. Y en el medio, está la generación que tiene a referentes como Diego Ramos y Gloria Carrá. Esto genera un abanico de posibilidad de identificación y no circunscribe el sexo a una única edad o una sola etapa de la vida. Me gusta que haya momentos poéticos y otros pornográficos, momentos expuestos y otros más metafóricos. Y que todo eso sea sexo», reflexiona.

Al preguntarle sobre los prejuicios o barreras que tuvieron que derribar (tanto él mismo como Mati Napp -el coreógrafo-, Paola Luttini -la productora- y la troupe), Muscari asegura que cada uno tuvo claro, desde un principio, que tenía que asumir determinados riesgos. «Todos juntos fuimos haciendo un proceso para dejar afuera los miedos que teníamos y así avanzar en la idea artística, en la que cada uno aporta algo de sí mismo. Lo que están haciendo hoy en el espectáculo no es lo mismo que habíamos concebido inicialmente, ni lo que se hizo en el estreno. Con el tiempo, hay algo del propio permiso que empieza a ser más abierto. También existía el miedo a que la interacción del público fuera demasiado, pero la propuesta es tan clara, que el público entiende que está frente a un objeto artístico», cuenta.

Con 29 años, Camila Talpone fue a ver Sex por mera curiosidad. «Me sorprendió el despliegue actoral y la variedad en los shows. Por momentos sentí algo de incomodidad, pero principalmente me divertí mucho. Le recomiendo la experiencia a todo el mundo, porque si me encasillara en un público determinado, estaría perpetuando el tabú alrededor del sexo, que es lo que Sex busca romper. A los que se animen a ir, les diría que lo hagan sin prejuicios y con la mente abierta», dice esta diseñadora gráfica.

Dicen los que saben

«Hablar con mayor libertad fue y es un proceso necesario», afirma Sandra López, licenciada en psicología y sexóloga. «Estamos ante un cambio de paradigma. Desde hace varios años, hay una notable inserción de la sexualidad como tema en distintos medios de comunicación, donde la gente puede consultar con expertos y aprender nuevos conceptos. Creo que se debe a que la curiosidad (es decir, la necesidad de respuestas efectivas, que en realidad siempre existió) finalmente le ganó a los tabúes que durante años se fueron construyendo desde prejuicios, mitos y desinformación», comenta.

Pero también es común escuchar que los millennials tienen menos sexo que las generaciones anteriores. «De todas las variables que intentan explicar este fenómeno, destaco la vida virtual. Todo pasa por Instagram, WhatsApp y aplicaciones de citas. Las relaciones se dan de forma online en detrimento del encuentro cara a cara. A esto se suma el sexo solitario, que permite placer inmediato sin exponerse ni comprometerse afectivamente con otros. La pornografía gratis y más variada está a solo un clic», expone López.

Además, en una era en que la ansiedad ganó terreno y el estrés es cosa de todos los días, esta profesional trabaja con muchos de sus pacientes la importancia de hacerse un lugar en la agenda para el disfrute y la sexualidad. «La ansiedad es, sin dudas, la gran enemiga del placer. Y el sexo debe ser placentero», asegura.

«Hoy, hay más acceso a la información y a espacios donde resolver dudas. Estamos comprendiendo que hablar de sexualidad es tan importante como tener sexo y comenzando a cuestionar la heteronormatividad como la única manera de establecer vínculos afectivos y sistemas familiares», explica esta experta, que además es docente. Será cuestión, entonces, de hacer buen uso de la información y ser más conscientes a la hora de conectar con nuestro propio placer.

Fuente: Olivia Torres Lacroze, La Nación