Del norte al sur, el show del amanecer

MIRÁ LA GALERÍA DE IMÁGENES. En el mar, en las montañas o en el Fin del Mundo, siempre vale la pena el madrugón

1 Mendoza. Rayos sobre los Andes

El paisaje formado por los Andes y los viñedos es la marca registrada de la provincia de Mendoza. La imagen cautiva a todos los que viajan por la región y llegan hasta valles vitícolas como el de Uco. Entre Tunuyán, Tupungato y la villa turística de Manzano Histórico, la vista es igualmente atrapante por donde se la mire, con el verde de los viñedos en primer plano y cumbres nevadas bajo un cielo intensamente azul en el horizonte.

En otoño, la vista cobra otro matiz cuando las hojas se vuelven rojas o amarillas. Estos panoramas son especialmente intensos al amanecer, cuando el sol agrega toques de rosado -o mejor dicho rosé, haciendo honor a la especialidad mendocina- en el cielo y sobre las montañas, iluminándolas directamente con sus primeros rayos antes de elevarse en el cielo. Un espectáculo privilegiado que se puede admirar al alojarse en el valle: de hecho, además de hoteles y cabañas, varias bodegas tienen su hospedaje propio, como The Vines of Mendoza.

Se encuentra al borde de la ruta provincial 94, que atraviesa todo el valle y termina en Manzano Histórico, un pequeño pueblo de cabañas y hosterías formado en torno al histórico árbol donde el General San Martín hizo un alto y descansó a su regreso de Chile. El manzano que se pone de valor por medio de un conjunto de monumentos creció a partir de un retoño del árbol que vio descansar al prócer.

El complejo The Vines of Mendoza alberga a sus huéspedes en casas particulares, rodeadas por los viñedos, frente a la Cordillera. Organiza varias actividades durante la estadía.

2 Sierra de la Ventana. Desde el tren

En los últimos años, la lenta recuperación de la red de ferrocarriles permite llegar nuevamente en tren a varios destinos del país. Uno de ellos es Bahía Blanca, luego de una noche entera de viaje si se aborda en Buenos Aires. El servicio es más lento pero sin duda más cómodo que cualquier otro por vía terrestre, especialmente a bordo de los coches con camarote.

Saliendo desde Constitución a fines del día, se llega por la mañana a la «Puerta de la Patagonia», tras haber pasado una noche mecida por el traca-traca de las ruedas sobre las vías.

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Según la época del año, el amanecer ocurre en momentos distintos del trayecto pero por lo general siempre permite ver el magnífico espectáculo de la Sierra de la Ventana durante las primeras luces del día. Estas montañas, entre las más antiguas del país, ocupan el paisaje durante buen rato y muestran los perfiles de sus cerros que parecen haber brotado desde la llanura durante la noche. Prestando atención, es muy probable ver familias de ñandúes y algunos zorros que se alejan corriendo entre los pastizales. Las vacas, más plácidas o mejor acostumbradas, no se inmutan y -fieles al cliché que se espera de ellas- miran pasar el tren. La formación para en las estaciones de Las Flores, Olavarría, Pigüé, Saavedra y Tornquist, antes de llegar finalmente a Bahía Blanca. Los últimas son cercanos a las sierras, aunque especialmente Tornquist se conoce como la «puerta a la Sierra de la Ventana».

Los trenes salen de Constitución tres veces por semana a las 19.50. Las tres categorías de pasajes son Primera, Pullman y Camarote. Este último tiene un valor de $ 2890 y pueden viajar hasta dos personas. El pasaje en pullman cuesta $ 990.

3 Costa del Este. El horizonte en el mar

En la Argentina, es más difícil -aunque no imposible- ver una puesta de sol sobre el mar (tal es el caso en San Antonio Este o Monte Hermoso). Por el contrario, hay una infinidad de lugares donde disfrutar del amanecer sobre el Atlántico: sin ir muy lejos de Buenos Aires, en el Partido de la Costa está el pequeño balneario de Costa del Este, que combina su playa con un hermoso bosque de pinos. Este mini Pinamar se encuentra entre Mar del Tuyú y Aguas Verdes. Como todos los demás balnearios del litoral atlántico, sus playas son anchas, en tanto el bosque se estira entre la arena y la ruta interbalnearia.

Se hace más cerrado a medida que se avanza hacia el mar y en una reserva natural donde no hay construcciones. Las edificaciones y los negocios también se concentran principalmente en las manzanas más próximas a la costa. La mayoría de las calles son de arena, para conservar el aspecto agreste, con un pequeño centro comercial crecido entre grandes pinos. Los hoteles, por su parte, se sitúan principalmente frente a las playas. En solo un par de cuadras se pasa de un ámbito de balneario a un tranquilo pueblo «de duendes», propicio para avistar pájaros. Al atardecer en cambio es común ver cuises y liebres salir de sus escondites en busca de comida.

Costa del Este se promociona como la «playa del millón de pinos». Su entrada está en el km 333 de la Ruta 11. El balneario tiene una gama completa de opciones de alojamiento, desde hoteles hasta departamentos en alquiler, cabañas o chalets. Está cerca de los principales atractivos del Partido de la Costa, desde Mundo Marino hasta las playas de San Bernardo. https://lacosta.gob.ar/turismo/

4 Ushuaia. En el Fin del Mundo

Bahía Lapataia, la «bahía del bosque o de la madera» de los yámanas está orientada hacia el este y por lo tanto es un buen lugar para disfrutar del amanecer… siempre y cuando las condiciones climáticas lo permitan. Es el más extremo de los lugares de esta lista y no solo en cuanto a temperaturas, sino también a horarios.

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Los amaneceres sobre el Canal de Beagle son los más tempraneros del país en verano y los más tardíos en invierno. La bahía está dentro del Parque Nacional Tierra del Fuego y es el destino de varios de los senderos de caminatas, como los del Mirador que cruza un bosque de lenga, del Turbal o de la Isla. Algunos de estos senderos llevan hasta castoreras, pero es mucho más factible avistar zorros durante la caminata que castores.

Aquellos animales fueron introducidos hace muchas décadas y encontraron un ámbito favorable para prosperar, a costa del bosque nativo que no estaba preparado para tales talladores. Otro de los caminos del parque termina en el embarcadero de la Isla Redonda. La isla, que solo tiene de circular el nombre, custodia la entrada de la Bahía Lapataia. Es un lugar famoso entre los visitantes porque está la estafeta postal del fin del mundo.

El parque recibe a los visitantes en su centro interpretativo Alakush, donde se explica que protege los distintos ecosistemas de la región sobre más de 68.000 hectáreas: bosque subantártico, costas del Canal de Beagle y turbales. El precio de entrada al Parque para residentes en la Argentina es de $ 180 (mayores) y 90 (menores de 6 a 12 años).

5 Purmamarca. Con los siete colores

El Cerro de los Siete Colores es una de las postales más conocidas de la Argentina y es uno de los lugares más visitados del Noroeste. Este espectáculo geológico se aprecia mejor por la mañana, cuando el sol recién pasa por encima de las montañas y proyecta sus rayos matutinos directamente sobre la colina. De esta manera hace resaltar las siete tonalidades, que resplandecen por encima de las casitas del pueblo.

Por esta razón las excursiones en la Quebrada de Humahuaca suelen organizarse para llegar a Purmamarca por la mañana, lo más temprano posible. Los que llegan de tarde podrían llevarse una decepción: cuando el sol pasa detrás del cerro, sus colores se atenúan y el lugar no se parece tanto a las fotos que todos tenemos en mente.

Los siete colores corresponden a distintas capas de sedimentos y de rocas apiladas una sobre otra a lo largo de la historia de nuestro planeta. Cuando surgieron los Andes se transformaron en una montaña. Las arcillas rosadas se encuentran entre las más jóvenes y tienen solo de tres a cuatro millones años de antigüedad mientras que las capas blancuzcas, hechas de piedra caliza, están entre las más antiguas y se formaron hace 400 millones de años. Los tonos pardos, marrones, rojos o verdes denotan la presencia de minerales y óxidos.

Purmamarca es una de las primeras localidades de la Quebrada de Humahuaca. No está sobre la RN 9 como los demás pueblos sino que hay que desviarse por la ruta 52 que cruza las montañas y atraviesa la Puna compartida entre Jujuy y Salta, pasando por las Salinas Grandes y la localidad de Susques.

Fuente: Pierre Dumas, La Nación