Discapacidad. Una banda sinfónica nacional de ciegos que es pionera en el mundo

La prestigiosa banda se lució con temas de Piazzola en la inauguración de la cumbre.

En el congreso, que comenzó en Tecnópolis y que se extiende hasta mañana, disertarán los principales expertos en la temática; un concierto de la Sinfónica de Ciegos emocionó al auditorio.

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 La televisión estaba encendida. Hernán Acosta escuchaba el sonido de una guitarra le llamó la atención. No sabía cómo era el instrumento, qué forma tenía ni cuántas cuerdas. Él nació prematuro, y una de las consecuencias de haber llegado antes de tiempo fue la pérdida de la visión. Les pidió a sus padres tomar clases de guitarra. La música, dice, lo conectó desde aquel día con otro mundo. A los pocos años, cambió la guitarra por la flauta traversa, y nunca más la abandonó. Acosta está por subir al escenario en Tecnópolis.

Faltan apenas minutos para que empiece el concierto, y en la previa comparte un desayuno con sus compañeros y colegas. Son casi 70, algunos totalmente ciegos, como él, otros con distintos tipos de visión deficiente. Todos integran la Banda Sinfónica Nacional de Ciegos Pascual Grisolía, que dio un concierto para inaugurar la Cumbre Global de Discapacidad 2019, que se realiza por primera vez en América Latina. No hay otra banda igual en todo el planeta. Es única en su tipo, y forma parte de los organismos estables que dependen de la Secretaría de Cultura de la Nación, junto con el Coro Polifónico Nacional de Ciegos Carlos Roberto Larrimbe, compartieron el escenario con artistas invitados, como Lito Vitale y Juan Carlos Baglietto.

En la Argentina, según datos de la Agencia Nacional de Discapacidad y un estudio del Indec, uno de cada diez habitantes tiene algún tipo de discapacidad. «La primera pregunta que nos deberíamos hacer es si efectivamente esas diez de cada cien sillas están ocupadas en las escuelas. Si por cada cien trabajadores de una empresa hay diez que son discapacitados, o si esa misma proporción va a disfrutar de un espectáculo, por ejemplo», dijo la vicepresidenta Gabriela Michetti, en la inauguración de la cumbre, que termina mañana, frente a un auditorio colmado que se repartía entre aplausos y abucheos, con carteles en los que se leía: «No al ajuste en discapacidad». También en la inauguración estuvieron las primeras dama de Brasil, Michelle Bolsonaro, y de la Argentina, Juliana Awada.

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Visibilizar la temática. Según los expertos, ese es el primer desafío. Luego el cambio en las leyes, la inclusión en las escuelas y la garantía de los derechos, a lo que se refirió luego Ana María Correa, presidenta de la Alianza Internacional de Discapacidad (IDA). «En América Latina las barreras son muchas. Hay que salir del discurso de la lástima para hablar de los derechos», señaló.

Visibilizar su trabajo. Eso también es lo que pretenden los músicos de esta banda y salieron a escena con un repertorio nacional que comenzó con «Libertango», de Piazzolla, y culminó con un aplauso cerrado luego del último tema, «Solo le pido a Dios», en la voz de Baglietto y todos los integrantes del coro.

Martín Meraya es, desde este año, el director de la banda. Cuenta que todavía se sorprende de la capacidad de sus músicos para memorizar de una semana para otra todas las partituras. «No las pueden leer en tiempo real, entonces el método de trabajo es otro. Ellos las aprenden en braile y luego las memorizan, lo cual es un ejercicio muy bueno con una gran cantidad de beneficios», cuenta el maestro. «Al no estar pendiente de la partitura, la conexión con el instrumento como con sus compañeros es muy íntima. Y al mismo tiempo, es un gran desafío».

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Luis Arturo Rodríguez es riojano. Toca la trompeta, es solista interino y delegado gremial por UPCN. «Recibimos muchos premios internacionales, pero todavía nunca tocamos en el exterior. Conseguimos muchas cosas, como que nos igualen el salario con el de los músicos de la Orquesta Sinfónica o que cuando salimos de gira ya no viajemos como ganado, como sucedía hace más de cuatro años, sino en avión». ¿Su sueño? «Tocar, algún día, en el Carnegie Hall de Nueva York».

Fuente: Soledad Vallejos – La Nación