En la Ciudad de Buenos Aires, los valores de no emancipación son menores, pero deben interpretarse con cautela. La Ciudad sostiene desde hace décadas una población estable cercana a los 3 millones de habitantes, con un marcado envejecimiento y un crecimiento prácticamente nulo, mientras que el conurbano bonaerense sí se expande y mantiene una base poblacional más joven. En ese contexto, el 21% de los jóvenes de la CABA no está emancipado, frente al 37% en la Provincia de Buenos Aires, una brecha que expresa dinámicas demográficas y territoriales profundamente distintas dentro del área metropolitana.
La emancipación suele leerse de manera lineal, cuando en realidad es un indicador simple para un fenómeno complejo, que puede prestarse a interpretaciones parciales según quién lo observe. Muchas veces se desconoce cómo se construye, qué factores económicos, sociales y culturales la condicionan y qué decisiones la habilitan o la postergan.
En este informe nos proponemos hacer un doble click en la Ciudad de Buenos Aires para identificar qué variables inciden en que una persona joven pueda independizarse y cómo estas interactúan con uno de los principales vehículos de la emancipación residencial: el alquiler.
Pero antes, es necesario precisar una pregunta clave: ¿qué significa ser un hogar inquilino emancipado? Comprender la sostenibilidad económica y habitacional de esos hogares nos permitirá aproximarnos mejor a los incentivos, tensiones y restricciones que moldean las trayectorias emancipatorias.
Por qué es necesario construir un indicador de sostenibilidad del alquiler
La primera parte del análisis enfrenta un desafío central en el estudio de la emancipación: los datos observados permiten saber quién se independizó, pero no permiten saber quién podría hacerlo. La situación residencial visible (vivir con la familia, compartir vivienda, mudarse al conurbano o permanecer en la CABA) es el resultado de múltiples factores: ingresos, costos del alquiler, redes familiares, preferencias, momentos vitales y oportunidades territoriales.
Para aislar la dimensión económica y cuantificar la capacidad estructural de independencia, desarrollamos un indicador de sostenibilidad del alquiler. Este indicador estima si un joven podría financiar por sí solo un alquiler individual en su propio entorno residencial, independientemente de las decisiones efectivamente tomadas. Así, permite identificar barreras económicas y territoriales que no aparecen al observar únicamente la emancipación real, pero que son centrales para explicar su estancamiento.
Este indicador constituye la Parte 1 del análisis. La Parte 2, ya de carácter econométrico, modelará probabilísticamente las trayectorias de emancipación utilizando regresiones logísticas. Es decir: primero medimos la sostenibilidad potencial (indicador), y luego analizamos la emancipación real (modelo).
¿Qué mide el Indicador de Sostenibilidad del Alquiler?
La primera parte del análisis construye un indicador de asequibilidad al alquiler que permite estimar si un joven de 25 a 35 años podría vivir solo y alquilar un monoambiente en la misma zona donde reside actualmente. Para ello, se parte de sus ingresos reales (observados en la ETOI) y se los compara con un alquiler estimado según los valores de mercado de cada zona de la Ciudad.
El ejercicio simula un escenario contrafáctico sencillo: cada joven es colocado en la situación hipotética de alquilar un monoambiente de 32 m² en su propio entorno residencial y cubrir sus gastos sin ayuda externa. Con ese supuesto uniforme, se calcula cuánto dinero le quedaría disponible después de pagar el alquiler y si ese ingreso alcanza para financiar una canasta alimentaria (CA) o una canasta total (CT) para un hogar unipersonal. (Ver anexo metodológico con el paso a paso)
A partir de esa comparación, el indicador clasifica a cada joven en cuatro grupos:
- Inviable: no llega a cubrir el alquiler.
- Indigente: paga el alquiler, pero no alcanza la canasta alimentaria.
- Vulnerable: llega a la alimentaria pero no a la canasta total.
- No vulnerable: cubre la canasta total y podría sostener la independencia.
Este indicador no reemplaza el análisis de la emancipación real, pero permite algo clave: medir la capacidad estructural de independencia de los jóvenes y detectar dónde el mercado de alquiler se convierte en una barrera directa.
Resultados del Índice de Sostenibilidad del Alquiler
| Trimestre (ETOI) | 2T2024 | 3T2024 | 4T2024 | 1T2025 | ||||||||
| Emancipación | NO | Potencial | Totales | NO | Potencial | Totales | NO | Potencial | Totales | NO | Potencial | Totales |
| Inviable | 40391 | 89287 | 129678 | 32087 | 97730 | 129817 | 34984 | 59522 | 94506 | 31680 | 61394 | 93074 |
| Indigente | 12989 | 50513 | 63502 | 16433 | 41491 | 57924 | 16189 | 26245 | 42434 | 13025 | 30648 | 43673 |
| Vulnerable | 12273 | 62591 | 74864 | 18224 | 90582 | 108806 | 24630 | 98586 | 123216 | 17157 | 81824 | 98981 |
| No Vulnerable | 18060 | 175169 | 193229 | 26853 | 145521 | 172374 | 23182 | 160513 | 183695 | 25437 | 171456 | 196893 |
| Total Población 25-35 | 83713 | 377560 | 461273 | 93597 | 375324 | 468921 | 98985 | 344866 | 443851 | 87299 | 345322 | 432621 |
| % con respecto al total de la categoría (azules) y sobre el total de población (gris) | ||||||||||||
| Inviable | 31,1 | 68,9 | 28,1 | 24,7 | 75,3 | 27,7 | 37,0 | 63,0 | 21,3 | 34,0 | 66,0 | 21,5 |
| Indigente | 20,5 | 79,5 | 13,8 | 28,4 | 71,6 | 12,4 | 38,2 | 61,8 | 9,6 | 29,8 | 70,2 | 10,1 |
| Vulnerable | 16,4 | 83,6 | 16,2 | 16,7 | 83,3 | 23,2 | 20,0 | 80,0 | 27,8 | 17,3 | 82,7 | 22,9 |
| No Vulnerable | 9,3 | 90,7 | 41,9 | 15,6 | 84,4 | 36,8 | 12,6 | 87,4 | 41,4 | 12,9 | 87,1 | 45,5 |
| Total Población 25-35 | 18,1 | 81,9 | 100,0 | 20,0 | 80,0 | 100,0 | 22,3 | 77,7 | 100,0 | 20,2 | 79,8 | 100,0 |
| Sostenibilidad de la decisión | ||||||||||||
| No sostenible | 58,1 | 63,2 | 58,6 | 54,5 | ||||||||
| Sostenible | 41,9 | 36,8 | 41,4 | 45,5 | ||||||||
En el período analizado (2T2024–1T2025), la proporción de jóvenes de 25 a 35 años que no se habían emancipado osciló entre el 18,1% y el 22,3%. En el segundo trimestre de 2024, entre los 461.273 jóvenes de este rango etario, 83.713 permanecían no emancipados (18,1%). En el tercer trimestre este porcentaje ascendió al 20%, alcanzó su punto máximo en el cuarto trimestre (22,3%) y luego retrocedió al 20,2% a comienzos de 2025. Estos valores son consistentes con los registros de la Encuesta Permanente de Hogares (INDEC), lo que refuerza la validez del comportamiento observado.
El análisis según capacidad de ingreso disponible muestra un patrón nítido: cuanto mayor es la capacidad económica, menor es la proporción de jóvenes no emancipados. En el 2T2024, entre los jóvenes clasificados como inviables, el 31,1% no logra emanciparse; entre los indigentes, el 20,5%; entre los vulnerables, el 16,4%; y entre los no vulnerables, solo el 9,3%. Esta jerarquía se mantiene relativamente estable a lo largo de todo el período, con la excepción del 3T2024, cuando la estructura se vuelve más homogénea: la secuencia inviable–indigente se desordena y la brecha entre vulnerables y no vulnerables se estrecha al mínimo. Este reacomodamiento anticipa la configuración del 4T2024, donde el patrón vuelve a estabilizarse.
En cuanto al indicador de sostenibilidad del alquiler (que relaciona ingresos con costos habitacionales) el registro más alto se verifica en el 1T2025 (45,5%), seguido por el 2T2024 (41,9%) y el 4T2024 (41,4%). El valor más bajo corresponde al 3T2024 (36,8%), período en el que también disminuye la proporción de jóvenes no vulnerables y aumenta el peso relativo de los hogares inviables. Observado en perspectiva temporal, el indicador parece exhibir un comportamiento anticipatorio: los trimestres con menor sostenibilidad tienden a preceder momentos con mayores niveles de no emancipación. Así, el 3T2024 (el valor más bajo de sostenibilidad) antecede al 4T2024, que registra el pico de no emancipación (22,3%). De manera inversa, el repunte de sostenibilidad en el 4T2024 se asocia a una reducción de jóvenes no emancipados en el 1T2025. Se trata de un primer indicio robusto de que el ingreso disponible resulta un factor relevante para la independencia residencial.
El criterio tradicional de asequibilidad, que considera que una vivienda es accesible cuando el alquiler representa hasta el 25% del ingreso, proviene del antiguo estándar según el cual “una semana de salario debía cubrir un mes de alquiler”, regla difundida entre instituciones financieras desde mediados del siglo XX. Esta lógica fue later formalizada por la Brooke Amendment de 1969, que fijó el tope de alquiler para vivienda pública en el 25% del ingreso, luego elevado al 30% en los años ochenta. Como señalan Quigley y Raphael (2004), este umbral permitió construir una medida objetiva y comparable de la carga habitacional.
En este trabajo adoptamos un enfoque complementario: la sostenibilidad de la decisión habitacional. Mientras la asequibilidad evalúa exclusivamente la relación entre alquiler e ingreso, la sostenibilidad incorpora la estructura total de gastos del hogar. Definimos que una decisión de vivienda es sostenible cuando la suma del alquiler estimado y la canasta total (CT) no supera el ingreso total individual. Este enfoque permite evaluar no solo si un joven puede pagar el alquiler, sino si puede hacerlo sin comprometer sus necesidades básicas. En el cuadro siguiente presentamos la proporción del ingreso que absorbería el alquiler estimado y la incidencia de la sostenibilidad bajo esta definición.
Tabla 2 – Representación del alquiler en ingresos individuales
Fuente: elaboración propia a partir de datos de Zonaprop y ETOI
| 1T2025 | 2T2024 | 3T2024 | 4T2024 | |||||
| % ALQUILER SOBRE | SALARIO | INGRESO | SALARIO | INGRESO | SALARIO | INGRESO | SALARIO | INGRESO |
| INVIABLE | – | – | – | – | – | – | – | – |
| INDIGENTE | 89,2 | 77,7 | 79,4 | 76,7 | 85,6 | 81,7 | 84,8 | 81,0 |
| VULNERABLE | 58,5 | 50,4 | 74,9 | 49,5 | 55,1 | 52,4 | 57,0 | 50,5 |
| NO VULNERABLE | 28,8 | 27,5 | 28,7 | 27,8 | 27,8 | 27,5 | 29,0 | 27,1 |
| GENERAL | 46,4 | 41,5 | 50,9 | 43,6 | 47,2 | 45,4 | 46,6 | 42,8 |
Al analizar la proporción del ingreso que insumiría el alquiler estimado para cada estrato, se observa una diferencia estructural nítida. Los no vulnerables mantienen durante todo el período un nivel estable en torno al 27–29%, muy próximo al umbral de asequibilidad del 25–30% señalado por la literatura internacional. Esta estabilidad no solo refleja ingresos relativamente altos, sino también una mayor capacidad de recomposición frente a la inflación, asociada en general a empleos formales y mejores condiciones de contratación.
En cambio, entre los vulnerables e indigentes, el alquiler absorbería entre el 50 % y el 80 % de sus ingresos, con oscilaciones pronunciadas entre trimestres. Estas variaciones sugieren ingresos más inestables, mayor peso de fuentes no laborales (ayudas familiares, préstamos, transferencias, becas) y un riesgo elevado de que el gasto habitacional comprometa otras necesidades básicas. La divergencia entre estratos (tanto en niveles como en estabilidad) es consistente con el comportamiento del indicador de sostenibilidad: mientras los no vulnerables pueden sostener su situación aun ante aumentos del costo de vida, los estratos bajos ven deteriorarse rápidamente su capacidad de cubrir el alquiler sin sacrificar consumo esencial.
Este patrón contribuye a explicar por qué los trimestres con menor sostenibilidad suelen anteceder períodos con mayores niveles de no emancipación. Cuando la proporción del ingreso requerida para alquilar aumenta entre los grupos más precarios, la posibilidad efectiva de independizarse se reduce, reforzando la persistencia de la convivencia familiar.
Una dimensión adicional del análisis consiste en comparar la situación real de cada persona con el escenario contrafáctico. Para ello, se utiliza la estratificación socioeconómica provista por la ETOI, reorganizada del siguiente modo:
- Estrato 1 → Indigente
- Estratos 2 y 3 → Vulnerable
- Estratos 4, 5 y 6 → No vulnerable
El estudio avanza siguiendo una lógica de embudo: primero se analiza a la población general de 25 a 35 años; luego, a los jóvenes emancipados; y finalmente, al subconjunto de emancipados que alquilan.
Tabla 3 – Cruce entre estratificación real vs. estratificación ficticia
Fuente: elaboración propia a partir de datos de Zonaprop y ETOI
| JÓVENES 25 – 35 | JÓVENES 25 – 35 EMANCIPADOS | EMANCIPADOS INQUILINOS | ||||||||||
| REAL / CONTRAFÁCTICO | INV | IND | VUL | NO V | INV | IND | VUL | NO V | INV | IND | VUL | NO V |
| INDIGENTE (2) | 1.4 | 0.3 | 1.6 | 2.3 | 1.3 | 0.3 | 1.0 | 2.7 | 0.67 | 0.51 | 0.74 | 1.30 |
| VULNERABLE (3) | 4.9 | 2.4 | 3.6 | 8.2 | 4.5 | 2.1 | 4.1 | 8.4 | 5.54 | 1.75 | 3.29 | 7.85 |
| NO VULNERABLE (4) | 21.4 | 9.7 | 18.0 | 26.3 | 20.4 | 7.7 | 18.5 | 28.9 | 21.10 | 7.00 | 21.60 | 28.64 |
Tomando como referencia el 3T2024, se observa que el 78% de los jóvenes que, en el escenario hipotético, serían clasificados como “inviables” viven en hogares no vulnerables en el escenario real. Proporciones similares se registran entre los grupos indigente y vulnerable, coherentes con la alta participación estructural de hogares no vulnerables entre los jóvenes del AMBA (entre 75% y 78%).
La excepción se presenta en el grupo no vulnerable, donde la proporción de hogares no vulnerables disminuye levemente. Esto podría vincularse a la presencia de jóvenes jefes de hogar cuyos ingresos individuales les permitirían vivir solos y afrontar un alquiler, pero que, al incluir la totalidad de sus gastos (por ejemplo, hijos o responsabilidades domésticas), pasan a un nivel de canasta mayor; o, en el caso de los no emancipados, jóvenes que conviven con padres cuyos ingresos se encuentran en niveles más altos.
Este patrón se reproduce de manera consistente en los dos niveles siguientes de análisis: tanto entre los jóvenes emancipados como entre quienes, además, son inquilinos. En todos los casos, quienes no podrían tomar hoy una decisión habitacional sostenible (los inviables, indigentes y vulnerables del escenario contrafáctico) se concentran mayoritariamente en hogares no vulnerables en el mundo real. Esto implica que, aunque sus ingresos individuales no les permitirían sostener un alquiler, viven en hogares con capacidad económica suficiente para absorber los costos de la vida cotidiana.
En este contexto, la presión para emanciparse es baja: cuando el hogar de origen ofrece condiciones materiales estables, el incentivo para asumir un escenario económicamente más restrictivo desaparece. En términos simples, no existe un estímulo para abandonar una situación “buena” y transitar voluntariamente hacia una “peor” en términos de recursos disponibles. Solo un 14,1% de los jóvenes que resultan insostenibles, indigentes o vulnerables en el escenario contrafáctico se encuentran también en hogares indigentes o vulnerables en el escenario real.
En síntesis, el ingreso se confirma como un factor determinante en la decisión de emanciparse, pero no constituye la única explicación posible. Los datos muestran que existe un segmento relevante de jóvenes que, en el escenario contrafáctico, serían clasificados como no vulnerables y cuya decisión habitacional sería, en principio, sostenible, pero que aun así no se emancipan. Este comportamiento sugiere que, además de la capacidad económica, intervienen otros condicionantes (familiares, culturales, educativos, laborales o habitacionales) que también influyen en el momento de tomar la decisión.
Comprender estos factores adicionales es clave para explicar por qué, incluso en condiciones objetivamente favorables, una proporción significativa de jóvenes opta por permanecer en el hogar de origen, aguarda oportunidades habitacionales distintas al alquiler (como el acceso a un crédito hipotecario) o prioriza hitos vitales (convivencia en pareja, proyectos educativos, estabilidad laboral) antes de asumir los costos y responsabilidades de la independencia residencial.
¿Qué nos permite entender el modelo de emancipación?
Mientras que la primera parte del informe se centró en medir la posibilidad económica de independizarse, esta segunda parte busca explicar la emancipación real: quiénes efectivamente logran vivir fuera del hogar de origen y qué factores influyen en esa transición. El objetivo es identificar los rasgos que distinguen a los jóvenes que se emancipan de los que permanecen en sus hogares familiares, y estimar cómo cada característica (ingresos, educación, edad, territorio, estado civil) contribuye a esa decisión.
Por qué construir un modelo
Los datos descriptivos permiten observar patrones generales, pero no alcanzan para saber cuánto pesa cada factor cuando se controla por el resto. Por ejemplo: ¿la educación importa porque mejora los ingresos, o porque está asociada a trayectorias vitales distintas? ¿La zona de residencia influye por el precio del alquiler o por características sociales propias de cada área? ¿Los jóvenes que se emancipan lo hacen porque ganan más, o porque sus hogares de origen no pueden sostenerlos? Sin una herramienta estadística que permita aislar el efecto de cada variable, estas preguntas no pueden responderse.
El modelo de emancipación busca justamente eso: estimar la probabilidad de emanciparse en función de distintos atributos individuales y territoriales, y analizar cómo cambian esas probabilidades cuando los ingresos son más altos o más bajos, cuando la educación aumenta o cuando la persona vive en una zona más cara de la Ciudad (y lo que interpretamos que significa vivir en ella).
Cómo se definió quién está emancipado
(Para observar el paso a paso, ir al Anexo Metodologico)
Para avanzar con este análisis fue necesario definir, primero, qué significa estar emancipado. El enfoque que adoptamos distingue dos situaciones claras de no emancipación: los jóvenes que viven con sus padres y no son jefes de hogar; y aquellos que, aun siendo jefes de hogar, conviven con ascendientes de mayor edad. A partir de esta clasificación, el modelo analiza qué factores llevan a que un joven esté en uno u otro grupo.
Cómo se construyó el modelo
El análisis combina dos enfoques complementarios:
- Un modelo base, que utiliza los ingresos declarados por los jóvenes y sus características principales (edad, educación, estado civil y zona de residencia). Este primer paso permite ver la relación directa entre ingresos y emancipación, sin mediaciones adicionales.
- Un modelo ampliado, que reconoce que los ingresos declarados pueden tener sesgos (sobre todo entre población joven) y, por eso, reconstruye un ingreso predicho a partir de variables laborales más estables. Este modelo también incorpora la dimensión temporal, permitiendo observar cómo cambia la probabilidad de emanciparse entre trimestres, aun cuando los ingresos y las características de las personas se mantengan constantes.
Ambos modelos permiten estimar cómo varía la probabilidad de emanciparse según el perfil de cada joven: cuánto aumenta cuando suben los ingresos, cuánto incide el nivel educativo, qué efecto tiene vivir en zonas con alquileres más altos, o si la edad dentro del rango de 25 a 35 años modifica la decisión.
Qué permite observar esta metodología
Este enfoque agregado permite responder preguntas que la descripción simple no alcanza a mostrar: ¿Cuánto pesa realmente el ingreso en la decisión de emanciparse?¿La educación funciona como un factor independiente o solo a través del salario? ¿La zona de residencia opera como barrera de acceso al alquiler? ¿Cómo impactan los cambios coyunturales entre trimestres? ¿Qué diferencias hay entre lo posible y lo real, entre quienes podrían emanciparse y quienes efectivamente lo hacen?
En conjunto, el modelo aporta una lente más fina para comprender las trayectorias de independencia juvenil y permite complementar lo observado en el indicador de sostenibilidad del alquiler: incluso cuando las condiciones económicas hacen posible la independencia, la emancipación real depende de un conjunto más amplio de decisiones, oportunidades y restricciones.
Resultados del Modelo de Emancipación
Luego de caracterizar el fenómeno y de estimar la capacidad potencial de independencia mediante el indicador de sostenibilidad, avanzamos hacia un análisis econométrico que permite identificar qué factores efectivamente inciden en la emancipación real. El Modelo 1 constituye el primer paso de este ejercicio: un análisis transversal para el segundo trimestre de 2024, lo que ofrece una “fotografía” precisa del momento en que se relevó la información y permite aislar la relación entre emancipación y un conjunto reducido pero central de variables socioeconómicas.
Principales efectos del Modelo 1
Los resultados del modelo muestran con claridad que el ingreso total individual es el principal determinante de la emancipación. Su coeficiente es positivo y altamente significativo, lo que indica que, a igualdad de condiciones, un mayor ingreso incrementa la probabilidad de vivir de manera independiente. Esta relación se confirma tanto en los coeficientes como en los efectos marginales, que señalan que aumentos incluso moderados del ingreso mejoran la probabilidad de emanciparse.
La zona de residencia también aparece como un factor relevante. Vivir en la zona norte, aun siendo el área con mayores costos habitacionales, se asocia a una probabilidad mayor de emancipación. Esto puede deberse a que quienes logran sostenerse en zonas de altos ingresos cuentan con respaldo y recursos suficientes no solo para vivir allí, sino también para financiar la independencia residencial.
El estado civil emerge como otro elemento central. Ser soltero reduce fuertemente la probabilidad de emanciparse, lo que sugiere que la independencia residencial se facilita cuando existe un segundo ingreso o cuando la conformación de una pareja habilita proyectos de vivienda propios.
El nivel educativo muestra efectos mixtos: quienes tienen educación secundaria completa presentan probabilidades menores en comparación con universitario completo, aunque en esta especificación particular sus coeficientes no resultan estadísticamente significativos. La edad, por su parte, tampoco muestra significancia en este corte, aunque podría interactuar con ingresos y nivel educativo en modelos más complejos.
¿Cuánto pesan estos efectos? Algunos ejemplos
Para ilustrar estas relaciones, estimamos probabilidades de emancipación para distintos perfiles:
- Un joven universitario completo, soltero, que gana $1.000.000 mensuales y vive en zona centro, tiene una probabilidad estimada de 65,7 %.
- Si este mismo joven estuviera casado, su probabilidad aumentaría a 92,4 %, evidenciando el fuerte peso del estado civil o de las estrategias convivenciales
- Un joven con secundario completo, soltero, y el mismo ingreso tendría una probabilidad de 61,0 %.
- Si ese joven ganara $1.500.000, la probabilidad subiría a 68,0 %, reflejando el impacto marginal del ingreso.
- Un joven universitario completo, soltero, con $1.000.000, pero viviendo en zona norte, alcanzaría una probabilidad de 78,5 %, lo que destaca la influencia territorial.
Estos resultados refuerzan la interpretación general: el ingreso importa, pero no es la única pieza del rompecabezas. La configuración del hogar, el nivel educativo y la ubicación también contribuyen a definir la transición hacia la independencia residencial.
Diagnóstico estadístico del Modelo 1
El pseudo R² de McFadden es 0,15, un valor típico para modelos sociales de este tipo, y los factores de inflación de la varianza (VIF) en torno a 1 descartan problemas de multicolinealidad. Esto permite interpretar los coeficientes con confianza.
El hecho de que educación, edad y territorio no alcancen significancia en esta especificación también sugiere la presencia de factores no observados (normas culturales, arreglos familiares, expectativas laborales, condiciones del mercado inmobiliario) que podrían estar moldeando la emancipación más allá de lo que capturan las variables incluidas.
Modelo 4: incorporando temporalidad y depurando el ingreso
El siguiente paso consistió en avanzar hacia un análisis más robusto, que no dependa exclusivamente del ingreso declarado por la persona (sujeto a variabilidad, subdeclaración y errores de medición) y que a la vez incorpore la dimensión temporal del relevamiento.
Para eso se construyó un ingreso predicho mediante un modelo OLS que utiliza horas trabajadas, nivel educativo y trimestre de encuesta. Este ingreso instrumental permite corregir potenciales sesgos y mejorar la estimación de los efectos reales del ingreso sobre la emancipación.
Modelo de ingresos
El modelo de ingresos muestra efectos esperables y estadísticamente muy robustos: cada hora adicional trabajada por semana se asocia con un incremento medio de $904 en el ingreso mensual.
En comparación con el 2T2024, los ingresos aumentan de manera significativa en los trimestres siguientes:
- +$178.630 en el 3T2024,
- +$509.892 en el 4T2024,
- +$648.205 en el 1T2025.
Los niveles educativos superiores incrementan marcadamente el ingreso predicho.
Tabla 4 – Modelo de Ingresos – OLS con ETOI y nivel educativo (Modelo 4_Ingresos)
Fuente: elaboración propia a partir de ETOI
| Variable | Coeficiente (Estimate) | Error estándar | t-value | p-valor | Significancia |
| (Intercept) | -67,317.30 | 33,909.93 | -1.99 | 0.0472 | * |
| Horas (sem_hs) | 903.83 | 78.12 | 11.57 | <0.001 | *** |
| ETOI: 3–2024 | 178,629.64 | 33,976.25 | 5.26 | <0.001 | *** |
| ETOI: 4–2024 | 509,891.91 | 38,634.93 | 13.2 | <0.001 | *** |
| ETOI: 1–2025 | 648,204.99 | 42,496.51 | 15.25 | <0.001 | *** |
| Nivel educ. 2 | 154,353.85 | 29,560.54 | 5.22 | <0.001 | *** |
| Nivel educ. 3 | 353,005.27 | 28,140.82 | 12.54 | <0.001 | *** |
| Nivel educ. 4 | 655,131.53 | 33,732.03 | 19.42 | <0.001 | *** |
Notas:
Modelo estimado mediante Mínimos Cuadrados Ordinarios (OLS).
ETOI: variable temporal, base = 2–2024.
Signif. codes: *** p<0.001, ** p<0.01, * p<0.05.
Modelo 4 de emancipación
Con el ingreso predicho, se vuelve a estimar la probabilidad de emancipación incorporando ahora las variaciones intertrimestrales.
Los resultados son consistentes y refuerzan los hallazgos del modelo anterior:
- El ingreso predicho tiene un efecto positivo y altamente significativo.
- Vivir en zona norte más que duplica la probabilidad relativa de emanciparse respecto a zona centro (OR = 2,09).
- Ser soltero reduce la probabilidad en aproximadamente 30 puntos porcentuales (OR = 0,16).
La dimensión temporal es relevante: si bien el 3T2024 no muestra diferencias significativas, el 4T2024 y el 1T2025 reducen la probabilidad de emancipación en torno a 7 y 8 puntos porcentuales respectivamente.
El pseudo R² de McFadden del modelo es 0,133, un valor muy similar al del Modelo 1 y adecuado para un modelo social de esta naturaleza.
Tabla 5 – Modelo 4 Logit con ingreso predicho endógeno
Fuente: elaboración propia a partir de ETOI
| Variable | Coeficiente (Estimate) | Std. Error | z-value | p-valor | Significancia |
| (Intercept) | 1.7094 | 0.1498 | 11.41 | <0.001 | *** |
| Ingreso predicho endógeno | 0.0000008023 | 0.0000001785 | 4.5 | <0.001 | *** |
| Zona Norte (1=Sí) | 0.7379 | 0.1311 | 5.63 | <0.001 | *** |
| Soltero (1=Sí) | -1.8478 | 0.1074 | -17.2 | <0.001 | *** |
| ETOI: 3–2024 | -0.1978 | 0.1417 | -1.4 | 0.1628 | |
| ETOI: 4–2024 | -0.4637 | 0.143 | -3.24 | 0.0012 | ** |
| ETOI: 1–2025 | -0.5076 | 0.1551 | -3.27 | 0.0011 | ** |
Indicadores del modelo
Null deviance: 3013.8 (df = 2656)
Residual deviance: 2611.7 (df = 2650)
AIC: 2625.7
N° iteraciones de Fisher Scoring: 4
Notas:
Signif. codes: *** p<0.001, ** p<0.01, * p<0.05.
Variable base para ETOI: 2–2024.
Perfiles comparados
- Al observar perfiles estandarizados para una jornada de 40 horas semanales, se observa que:
- A mayor ingreso predicho, aumenta la probabilidad de emancipación, de forma estable entre trimestres.
- A igual jornada laboral, los universitarios presentan probabilidades superiores a los secundarios completos y mucho más altas que los secundarios incompletos.
- Estar casado eleva la probabilidad de emancipación en todos los perfiles y trimestres.
- Vivir en zona norte mejora de manera sistemática la probabilidad de independencia.
Tabla 6 – Perfiles y situaciones aplicadas al Modelo 4
Fuente: elaboración propia a partir de ETOI
| 2T 2024 | 3T 2024 | 4T 2024 | 1T 2025 | ||||||
| Perfil para modelo de ingresos | Situación para el modelo de emancipación | Ingreso | Prob. Emanc. | Ingreso | Prob. Emanc. | Ingreso | Prob. Emanc. | Ingreso | Prob. Emanc. |
| Univ. completo, 40hs | Soltero, zona centro | 623967 | 59 | 802597 | 57.6 | 1133859 | 57.6 | 1272172 | 59.3 |
| Soltero, zona norte | 623967 | 75 | 802597 | 74 | 1133859 | 74 | 1272172 | 75.3 | |
| Casado, zona centro | 623967 | 90.1 | 802597 | 89.6 | 1133859 | 89.6 | 1272172 | 90.2 | |
| Casado, zona norte | 623967 | 95 | 802597 | 94.8 | 1133859 | 94.8 | 1272172 | 95.1 | |
| Sec. completo, 40hs | Soltero, zona centro | 321841 | 53 | 500471 | 51.6 | 831733 | 51.6 | 970046 | 53.3 |
| Soltero, zona norte | 321841 | 70.2 | 500471 | 69.1 | 831733 | 69.1 | 970046 | 70.5 | |
| Casado, zona centro | 321841 | 87.7 | 500471 | 87.1 | 831733 | 87.1 | 970046 | 87.9 | |
| Casado, zona norte | 321841 | 93.7 | 500471 | 93.4 | 831733 | 93.4 | 970046 | 93.8 | |
| Sec. incompleto, 40hs | Soltero, zona centro | 123190 | 49 | 301819 | 47.6 | 633082 | 47.6 | 771395 | 49.3 |
| Soltero, zona norte | 123190 | 66.8 | 301819 | 65.6 | 633082 | 65.6 | 771395 | 67.1 | |
| Casado, zona centro | 123190 | 85.9 | 301819 | 85.2 | 633082 | 85.2 | 771395 | 86.1 | |
| Casado, zona norte | 123190 | 92.7 | 301819 | 92.4 | 633082 | 92.4 | 771395 | 92.8 | |
Consideraciones sobre el modelo
Es importante advertir que, en niveles bajos de horas trabajadas, el modelo puede sobreestimar el efecto marginal de la jornada. Sin embargo, para valores cercanos a las 40 horas (la carga horaria más frecuente en jóvenes ocupados) la aproximación es consistente y ofrece una base sólida para estimar probabilidades representativas.
Interpretación general
En conjunto, los modelos refuerzan la conclusión central: el ingreso es un determinante clave, pero no único. La localización territorial, el estado civil y el nivel educativo contribuyen de manera relevante a explicar la emancipación, mientras que la temporalidad muestra que las condiciones macroeconómicas influyen incluso cuando las características individuales se mantienen constantes.
La evidencia también indica que, para las políticas públicas, elevar ingresos es necesario pero no suficiente. Las barreras territoriales, las condiciones del mercado de vivienda y los factores familiares o culturales siguen actuando como determinantes de la independencia juvenil, incluso entre quienes, según el modelo, deberían tener capacidad económica para emanciparse.
Reflexión Final: la emancipación como síntoma urbano y desafío de política pública
Los resultados muestran que la emancipación juvenil no es solo una decisión privada, sino un fenómeno que refleja la forma en que la ciudad organiza sus oportunidades. El ingreso explica gran parte de la independencia residencial, pero no alcanza: la estabilidad laboral, el costo del alquiler, la localización y las opciones habitacionales disponibles condicionan igual o más que el salario. Por eso, aun entre jóvenes que podrían emanciparse en términos económicos, muchos no lo hacen.
Esta brecha entre capacidad y decisión tiene implicancias directas para la política urbana. La dificultad para emanciparse se traduce en hogares más densos, mayor demanda de vivienda en el mercado informal, movilidad hacia periferias más baratas y postergación de proyectos vitales. No es solo un problema individual: es un síntoma de cómo funciona, o falla, el sistema urbano de acceso a la vivienda.
En este sentido, cualquier estrategia que busque mejorar la emancipación juvenil requiere un enfoque integral: ampliar la oferta accesible, soluciones habitacionales diversas (crédito y alquiler), reducir desigualdades territoriales y promover condiciones laborales más estables. Elevar ingresos es importante, pero no suficiente. La emancipación, en última instancia, sintetiza el grado en que una ciudad permite a las nuevas generaciones iniciar proyectos propios y construir vida adulta sin que la cuestión habitacional sea una barrera estructural.

