La aventura de ir al cine en pandemia

A diferencia de lo que exigen en el teatro, cuyo uso del barbijo es obligatorio, en cine todo queda librado a la buena voluntad y conciencia ciudadana.

Sin embargo con el 50% de ocupación permitido, se apunta a un concepto de ¨burbujas sociales de recreación¨, con venta de entradas de a pares, como en teatro, con las butacas de adelante, de atrás y las dos de cada punta vacías para garantizar distanciamiento.

Volver al cine tras un año de no ver películas en una gran pantalla y en compañía de otros que no sean el grupo de convivientes o “burbuja” es toda una experiencia. Y aun si el film es ¨Tom y Jerry¨, que es muy divertida, para que todos se sienten provistos de sus baldes de pochoclos para consumir durante toda la función, y de ese modo eximirse del barbijo (sobre todo ahora, cuando se habla de la segunda ola y de posibles nuevas restricciones). A diferencia de lo que exigen en el teatro, cuyo uso es obligatorio, en cine todo queda librado a la buena voluntad y conciencia ciudadana. Si bien las bebidas se sirven ahora en botellas y no en vasos, los pochoclos, nachos u otros se entregan en baldes o bandejas con lo que se intenta llegar lo más pronto a la butaca para evitar que nadie tosa, estornude o respire alrededor de la comida. Antes de que comience la película, y alternando con los trailers de próximos estrenos, se exhiben dos publicidades vinculadas con la experiencia “única y segura” que marca el regreso a las salas en pandemia. La primera apunta a las medidas de seguridad e higiene, mostrando al público espaciado entre butacas con el 50% permitido. Se apunta a un concepto de ¨burbujas sociales de recreación¨, con venta de entradas de a pares, como en teatro, con las butacas de adelante, de atrás y las dos de cada punta vacías para garantizar distanciamiento.

El video muestra al personal del cine limpiando y desinfectando a destajo, y se explica que entre funciones cada sala se ventila y se desinfecta con amonio cuaternario. Piso, butacas y pasamanos se sanitizan al final de cada función, se deja actuar y luego de media hora se habilita el ingreso a la nueva sección. En la publicidad el público aparece con tapabocas y otros tantos eximidos si están disfrutando el candy bar, pero lo cierto es que la mayoría consume y cuesta comprobar que vuelvan a colocarse los barbijos. En ese spot, la cadena recuerda que la salida debe ser de atrás hacia adelante para evitar aglomeraciones, igual que en los teatros. También se muestra la imagen de un pequeño celular en cuyo centro se reproduce un film con toda la pantalla en negro, y la ampliación del contenido hasta la enorme dimensión que sólo permite el cine.

Las entradas, sacadas online necesariamente y en las que ahora se añade una declaración jurada, no se retiran más a través de las pantallas táctiles sino que las otorga el personal en la puerta del complejo, luego de tomar a todos la temperatura. En esta nueva modalidad, se venden tickets hasta seis por persona o individuales, para garantizar que quien quiera ir solo tenga la distancia necesaria. Vale destacar que es distinto el caso de los cines o teatros que lo que está ocurriendo con los recitales. Por caso, para el de Abel Pintos venden los tickets con la modalidad de ¨burbuja¨. Así, los interesados deben pagar un mínimo de 20 mil pesos y llenar el espacio con los integrantes que deseen, de uno a cuatro como máximo.

Volviendo al cine, otro de los spots sobreimprime imágenes de films argentinos con la voz en off de Ricardo Darín: ¨Si pudiera hacer lo que no hice en estos meses, volvería a tener diez años para asombrarme a cada instante y reírme de todos los chistes, inclusive de los malos¨. Y pasan Bombita en ¨Relatos salvajes¨, Valeria Bertucelli en ¨Un novio para mi mujer¨ o Héctor Alterio y su clásico ¨La puta que vale la pena estar vivo¨ en ¨Caballos salvajes¨, entre otros.

Fuente: El Cronista