Los 125 años de Avenida de Mayo, la gran vía porteña que parece detenida en el tiempo

Inaugurada el 9 de julio de 1894, fue pionera en la Ciudad en varios sentidos y se convirtió en un eje central y a la vez simbólico. Su historia.

Desde la plaza más importante del país se ve la Avenida de Mayo completa. Son diez cuadras que terminan en el Pensador de Rodin: la estatua de un hombre desnudo, sentado sobre una roca, acodado y con la cabeza sostenida por una mano. Detrás está la cúpula verde del Congreso de la Nación y bien al principio, las paredes rosas de la Casa de Gobierno. Es poco más de un kilómetro de avenida que, vista desde Plaza de Mayo, parece entrar de principio a fin en los ojos.

Arriba hay cúpulas, balcones alineados, querubines esculpidos y figuras humanas que les dan relieve a las paredes. Abajo, oficinistas con papeles y cara de fastidio; turistas con camperas que se usan en la montaña; estudiantes que esperan el colectivo; chicos -en su mayoría venezolanos y colombianos- que pedalean de un lado a otro, con la urgencia de entregar pizzas, empanadas y hamburguesas. También están las familias y las parejas. Van a otro ritmo: el del paseo. La avenida tiene un movimiento continuo, aun de noche y aun en tiempos de crisis.

Las cúpulas de la Avenida de Mayo. Foto: Martín Bonetto

Las cúpulas de la Avenida de Mayo. Foto: Martín Bonetto

En todos los sentidos, fue pionera: primer boulevard y primera avenida de la Ciudad. Por ella transitó el primer colectivo de Buenos Aires y debajo de ella, el primer subte de Latinoamérica. Al 1200 se instaló el primer ascensor del país: uno jaula, de puertas tijera y con una escalera que serpenteaba alrededor. Además, fue el punto en el que los cafés estrenaron sus mesas en la calle. Hasta entonces esa imagen era propia de Europa, pero acá, inédita.

Imagen histórica de la Avenida de Mayo.

Imagen histórica de la Avenida de Mayo.

La avenida surgió de la cabeza de Torcuato de Alvear, el primer intendente de Buenos Aires. La pensó en 1882 y logró que dos años más tarde el Congreso sancionara una ley que autorizaba su creación. La delimitación era así: entre Rivadavia e Hipólito Yrigoyen -entonces calle Victoria-, la tierra debía ser abierta para construir una avenida. El ancho del nuevo camino tenía que tener 30 metros y los edificios, una altura mínima de 20 y una máxima de 24 metros.

No fue fácil: hubo que mutilar el Cabildo -le sacaron tres arcos- y expropiar 13 manzanas. También, aparecieron juicios. Muchas familias ricas los iniciaron, aunque después de un tiempo la mayoría aceptó ceder sus terrenos a cambio de una exención impositiva. Recién el 9 de julio de 1894, diez años después de la sanción de la ley, Avenida de Mayo fue inaugurada. Torcuato de Alvear no vio su idea materializada, ya había muerto. Entonces el intendente municipal era Federico Pinedo y el presidente, Luis Sáenz Peña.

Edificios emblemáticos de la Avenida de Mayo



Infografía: Clarín

La Avenida de Mayo original tenía adoquines de pinotea y estaba dividida por un boulevard, donde se instalaron los postes de iluminación. Ese espacio no sólo funcionaba como separador de carril, sino como un paseo en sí mismo, al igual que las veredas llenas de plátanos. Ahí las familias paseaban, se mostraban. En la calle había carruajes y los primeros autos a motor. Al mismo tiempo, la avenida era un eje simbólico de poder, con la Casa de Gobierno en un extremo, mientras que en el otro estaba el pozo para la construcción del Palacio del Congreso.

“No fue uniforme en su inicio. En su extensión aún se veían medianeras y lotes baldíos. La avenida recién quedó consolidada -construida en su totalidad- en 1920”, describe Marta García Falcó, arquitecta y una de las expositoras en las conferencias que organizó el Ministerio de Cultura porteño para este aniversario. Para ejemplificar el desarrollo progresivo, recurre a una nota escrita en 1896 en el Diario La Prensa. Dice así: “Tener un gran boulevard flanqueado en su mayor parte por paredones ruinosos, corralones huecos y taperas inhabitables es tan incomprensible como trazar una plaza de recreo en un sitio despoblado”.

Cuando la inauguraron, la avenida tenía un boulevard central.

Cuando la inauguraron, la avenida tenía un boulevard central.

Para el nuevo siglo, la avenida era el corazón de la Ciudad: era sede de diarios – La Prensa, El Diario, El Argentino, El País, La Época y Crítica-; referente en cultura -con los cines Gloria y Avenida y los teatros Mayo, Avenida y Liceo-; el lugar de los cafés -con el Tortoni, a la cabeza-; y el de los hoteles, como La Argentina y Castelar, que todavía existen. En el primero, la noche cuesta $ 600. En el segundo, $ 4.584, aunque si la persona se acerca y lo reserva en el momento puede acceder a una promoción de $ 3.438. Eso sí: ya no se puede visitar la habitación 704, en la que se alojó por seis meses, entre octubre de 1933 y abril de 1934, Federico García Lorca. Para esa época, la arquitecta Falcó ubica el esplendor de la avenida, que luego se fue apagando.

El Hotel Castelar, un clásico que se mantiene hasta hoy. Foto: Martín Bonetto

El Hotel Castelar, un clásico que se mantiene hasta hoy. Foto: Martín Bonetto

“El peor momento fue hacia las décadas de los 70 y 80. El problema llegó a tal punto que se creó el Programa de Revitalización de la Avenida de Mayo: PRAM”, agrega Falcó. Fue en 1992 y surgió de un acuerdo firmado por la Municipalidad de Buenos Aires, la Agencia Española de Cooperación Internacional y la Comisión Española del Quinto Centenario del Descubrimiento de América. España financiaba la mitad de los trabajos y la Ciudad, la otra mitad. Pero sólo se llegaron a restaurar 21 edificios y el programa se suspendió.

Vecinos y comerciantes cortaron la avenida como protesta. Un artículo publicado en Clarín retrata esos días: “A lo largo de la avenida se escucharon algunas preguntas sin respuesta: ¿Qué pasó con los millones de dólares que llegaron de España? ¿Y con la partida que prometió (el intendente) Bour? El año que viene esta histórica avenida cumplirá 100 años y hoy, más que festejar, podría merecer la extremaunción”. Eran tiempos en los que gobernaba Menem.

El Palacio Barolo, diseñado por Mario Palanti e inaugurado en 1923, es una de las perlas de la Avenida de Mayo. Foto: Martín Bonetto.

El Palacio Barolo, diseñado por Mario Palanti e inaugurado en 1923, es una de las perlas de la Avenida de Mayo. Foto: Martín Bonetto.

Las crisis siempre tuvieron -y tienen- su eco en la avenida. Hoy, en especial en su cruce con la 9 de Julio, se suceden los carteles de venta o alquiler de locales. Algunas fachadas parecen a estrenar, otras siguen muy deterioradas. Hay de todo: art nouveau, neobarroco, estilo academicista; flashes de París, de Barcelona, de la Gran Vía de Madrid, hasta de Grecia. En el edificio La Inmobiliaria, casi al final de la avenida, pares de estatuas de los dioses griegos Venus y Apolo decoran las ochavas.

Desde 2018, el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad encaró un proceso de renovación que incluye la limpieza y la recuperación de los revestimientos símil piedra de varios edificios. También está reponiendo elementos escultóricos que, con el tiempo y la falta de mantenimiento, se fueron perdiendo o degradando. Además, está retirando aires acondicionados, cortinas de enrollar, marquesinas y cualquier otro elemento que altere la estética original.

Desde 2018, la Ciudad encaró un proceso de restauración de las fachadas de la avenida. Foto: Germán García Adrasti

Desde 2018, la Ciudad encaró un proceso de restauración de las fachadas de la avenida. Foto: Germán García Adrasti

“Hoy veo muy venida abajo a la avenida. Nada que ver con cuando yo trabajaba de mozo en un copetín al paso. Se llamaba ‘La Internacional’, pero la Policía de la 4ta lo había bautizado ‘La jaulita’, porque siempre estaba lleno de inmigrantes canarios”, dice Benito Blanco, un histórico de la Asociación Amigos de la Avenida de Mayo. Español, llegó en la panza de un barco en enero de 1952. Un año después ya estaba comprando la sexta parte de un copetín de la avenida. Se dice fiel a ella.

Por mucho tiempo y todavía hoy, a la avenida se la asocia con España. Incluso, en una esquina se “peleó” la Guerra Civil. El frente de combate entre republicanos y franquistas fue el cruce de Salta y Avenida de Mayo. Ahí había dos bares tradicionales: el Iberia y el Español. El primero era refugio de los republicanos; el otro de los adherentes a Franco. Eran dos posturas viscerales conviviendo a metros. Algunas noches, los enfrentamientos eran tan fuertes que volaban sifones, sillas y mesas de un cordón a otro. El bar Español ya no está, el Iberia sí. El café con dos medialunas cuesta $ 105.

Pero Benito Blanco añora la época de “La jaulita”. Dice que entonces Avenida de Mayo era más importante que Corrientes y que todo cayó por la culpa de las manifestaciones. “Las malditas manifestaciones que nos castigan”, precisa. ¿Pero acaso no hay vía más directa de reclamo que este corredor, con la Casa Rosada y el Congreso en cada extremo?

Contrastes de una avenida centenaria. Foto: Martín Bonetto

Contrastes de una avenida centenaria. Foto: Martín Bonetto

Son 125 años de movilizaciones, de vidas de inmigrantes armadas en este rincón de la Ciudad y de calles protagonistas de la historia: el cuerpo muerto de Leandro N. Alem arriba de un carruaje, mientras el cochero atravesaba la avenida sin saber que el político se había suicidado; los cortejos fúnebres de Eva y de Perón; y la insólita atención de miles de porteños al faro del Palacio Barolo para saber si el boxeador argentino Luis Ángel Firpo había vencido al estadounidense Jack Dempsey. Había un código: luz blanca era la victoria del argentino, roja del norteamericano. Por un momento, cuando Firpo tiró del ring a Dempsey, la avenida estalló ante la señal del faro, pero la victoria quedó del lado yanqui.

El Café Tortoni, uno de los íconos de Avenida de Mayo, donde locales y turistas hacen fila todos los días del año.

El Café Tortoni, uno de los íconos de Avenida de Mayo, donde locales y turistas hacen fila todos los días del año.

Ahora la historia se seguirá escribiendo. Quizás la hagan los cientos de turistas que en este momento, con las bajas temperaturas, están viajando en lo alto del bus turístico, con sus capuchas puestas, bufandas y guantes. Quizás la construyan las nuevas generaciones de vecinos que están llegando a la avenida; jóvenes que se inclinan por la hamburguesa y la cerveza, pero que también se fascinan ante los cafés y confiterías notables. O tal vez lo hagan las miles y miles de mujeres que cada año hacen suya Avenida de Mayo para pedir por “Ni una menos” o por el “Aborto Legal”.

Lunes con agenda festiva

Recorrido teatralizado por la Avenida de Mayo

Habrá música, canto, baile y artistas callejeros para celebrar este aniversario de la Avenida. Además, una exposición de autos antiguos. Desde las 15, en la Plaza del Congreso (Avenida de Mayo e Hipólito Yrigoyen).

Inauguración “Bajos del Barolo”

Presentación de moda inspirada en la Divina Comedia, para inaugurar el museo del Palacio Barolo. A las 18 en Avenida de Mayo 1370.

Visita guiada en la Casa de la Cultura

Una oportunidad para descubrir detalles de la arquitectura y anécdotas del edificio que originariamente fue sede del diario La Prensa.

A las 15, a las 16 y a las 17 en Avenida de Mayo 575. Cupo de 50 personas por hora. Con inscripción previa.

Recordando a Lorca

Visita a la habitación que ocupó Federico García Lorca durante su estancia en Buenos Aires y que el hotel Castelar mantiene decorada como en esa época. El evento incluirá recitados y cantos. A las 17 en Avenida de Mayo 1152. Cupo de 50 personas.

Música en bares notables: Magdalena León

La cantante Magdalena León, española radicada en Argentina que integró el grupo vocal Buenos Aires 8, ofrecerá tangos, boleros y folclore argentino y latinoamericano. A las 19 en el hotel Castelar (Avenida de Mayo 1152).

Fuente: Clarín