Amedida que las personas vivimos vidas más largas y saludables, a veces queremos -y otras tantas necesitamos- trabajar más tiempo. Esta longevidad presenta una oportunidad y una responsabilidad no siempre atendida por gobiernos, empleadores y hasta por las mismas personas de todas las edades de volver a imaginarnos lo que significa aprender a lo largo de la vida. Por ejemplo, hoy en la Argentina solo dos de cada 10 ofertas de empleo no ponen límite de edad de entre los 45 o 50 años. Esta situación contrasta con el progresivo crecimiento de la expectativa de vida a nivel global. En 1960 era de solo 53 años, mientras que en 2017 llegaba a 72 años globalmente y a 80 en los países de mayores ingresos, de acuerdo con datos del Banco Mundial. Un informe de la consultora Mercer estima que entre 2015 y 2030 habría más de 200 millones de personas mayores de 65 años que seguirán activos laboralmente. ¿Cómo será el mundo laboral que vamos a afrontar?
En la Argentina existen startups como SeniorITty, que trabaja con las personas de todo tipo de oficios y profesiones para que puedan reconvertir sus habilidades pos 40 años hacia el mundo digital y tecnológico. Con un modelo propio basado en neurociencias y acompañamiento personalizado, descubren junto a los postulantes las habilidades que ya tienen y pueden usarse en el mundo tech y en el desarrollo de las habilidades técnicas de acuerdo a sus gustos y facilidades. También hay portales de búsquedas exclusivos para los +40 e iniciativas empresariales como “Sesentennials”, el programa de empleo que lanzó Unilever para contar con talento mayor a los 60 años. Dentro de las consultoras de búsqueda de empleo, Adecco desarrolló el programa “Talento sin etiquetas”, y en todos los procesos de búsqueda trabajan sin rango etario, ni zona de residencia, ni género e hicieron una alianza con una ONG para que les derive CV de personas mayores de 45 años.
Entre los principales prejuicios relativos a la incorporación de talento senior está la supuesta falta de flexibilidad de los más experimentados para aggiornarse a los trabajos de hoy, sumado al sesgo de que “la cultura joven” que pregonan muchas compañías solo se logra con personas jóvenes de edad. Por el contrario, la experiencia de décadas de trabajo de los más senior aporta un set de habilidades y características cada vez más necesarias en los equipos: aplomo a la hora de tomar decisiones, menos rotación y mayor estabilidad en los roles, altos niveles de compromiso y una visión de resolución de problemas que solo se obtiene luego de haber lidiado con cientos de situaciones diferentes a los largo de sus vidas laborales. Disponen de tiempo y encuentran en sus trabajos espacios para expresar su vitalidad renovada. Además, muchos adultos ya tienen las habilidades blandas más buscadas hoy por la propia experiencia de vida en la que han tenido que negociar, asumir responsabilidades y reponerse ante la adversidad.
Fuente: Martina Rua, La Nación.