Twalking. Advierten sobre los peligros de caminar y textear

Choques con postes de luz, caídas, peleas con terceros por mal cruce de calles y hasta volcado de líquidos calientes encima, algunas de las posibles consecuencias de ir caminando como zombies por la calle, la mirada fija en el celular. Lo cierto es que la modernidad trae consigo nuevos peligros asociados a la tecnología para la vida en la ciudad que hasta hace un tiempo no podíamos ni imaginar.

«Siempre me llevo puestos postes de luz o personas que van caminando por la calle», confiesa Maria Eugenia, y es explica: «Camino con el celular en la mano siempre, pocas veces no lo tengo en el bolsillo. Primero, porque de esa manera sé que siempre lo tengo y segundo, porque si estoy caminando o usando el transporte público, seguro estoy escuchando música o algún podcast y me gusta tener el celular a mano para pasar a la siguiente canción o cambiar lo que estoy escuchando. Como tengo siempre el celular en la mano, es natural para mí usarlo y caminar al mismo tiempo. Un poco puedo escribir sin mirar el celular porque tengo memorizado el teclado, pero casi siempre lo estoy relojeando».

¿Radiografía de un millennial promedio en casi cualquier ciudad del mundo? Es altamente posible. Mientras que las advertencias siempre han sido en relación a manejar y enviar mensajes de texto o usar el celular en el auto, ahora existe todo un nuevo campo de estudio sobre el llamado distracted walking (caminar distraído). ¿Qué hay que saber?

¿Caminás o texteás? Ambas

Una de cada tres personas mira el móvil más de 100 veces al día, lo que significa que miramos el celular una media de una vez cada 10 minutos. Por otro lado, el 25% de los menores de 25 años lo mira una media de 150 veces al día (una vez cada 7 minutos). Bastante impresionante… ahora agreguemos la variable de que no siempre estamos quietos o en nuestras casas mientras lo hacemos. Si el twalking (una mezcla entre talking y walking, según el Urban Dictionary) ya se ha vuelto un comportamiento ubicuo en los centros urbanos, lo que está sucediendo es que cada vez más especialistas en seguridad vial, abogados y planificadores urbanos están pensando en las repercusiones de esto y sus implicancias tanto para la seguridad de los propios peatones como terceros.

«Por ir caminando con el teléfono en la mano me choqué contra un poste de luz, seguí caminando como si nada y acto seguido me choqué con un chico que venía caminando, él también con celular en mano y un café. Ambos bañados en café», relata entre risas Alejandro, una de las tantas anécdotas cotidianas que recogió esta cronista y que son moneda corriente en las calles de Buenos Aires.

Si bien en la ciudad el uso del celular en el auto está prohibida por la Ley 451, penalizándolo tanto con multas como quita de puntos de la licencia, la asociación Luchemos por la Vida midió el uso de teléfonos celulares por parte de peatones mientras cruzaban las calles en los últimos años para entender cómo la distracción agrega más peligro al tránsito cotidiano.

De septiembre de 2007 a septiembre de 2017, el uso de celular por peatón y mientras cruzan la calle aumentó de un 4,3% a un 15,1%. «Hace años que la ciencia estudia las importantes limitaciones que nuestro cerebro tiene para realizar dos tareas que demanden atención al mismo tiempo. Recientes investigaciones internacionales han concluido que caminar hablando por teléfono celular es muy riesgoso ya que las personas observadas despliegan comportamientos tales como cruzar más despacio, sin mirar al tránsito circundante y no esperar a que los vehículos se detengan para comenzar a cruzar, y lo hacen en una proporción muchísimo mayor que los no usuarios de celular. Para los peatones el problema principal parece ser la distracción, así como les sucede a los conductores. Y en el tránsito caótico de nuestro país, este nuevo hábito compartido por peatones y conductores no hace más que empeorar la seguridad de todos en la vía¨, explica Patricia Gutiérrez, desde la asociación.

En este sentido, alrededor del mundo un debate incipiente se abre y hay diversas reglamentaciones en aplicación y otras que se están probando. En EE.UU., por ejemplo, existe una divisoria de aguas entre aquellos que consideran que caminar y textear debería ser ilegal (y de hecho en algunas ciudades como Honolulu y Rexburg-Idaho lo es, con multas de hasta 35US$ por cruzar distraído en el primer caso), sobre todo teniendo en cuenta que el año pasado las muertes de peatones estuvieron en su punto más alto desde 1990 en este país. Y luego están aquellos que consideran las multas o las prohibiciones totalmente invasoras y contra las libertades individuales, aunque en al menos diez estados incluyendo Nueva York y Nueva Jersey ya se están debatiendo legislaciones para peatones y ciclistas distraídos.

Desde la OMS explican que la gente que textea y camina es cuatro veces más propensa a tener algún comportamiento peligroso como cruzar mal o no mirar a ambos lados. Además de que tardan más en cruzar calles y caminan más lento. Pero como también advierten los legisladores es realmente difícil legislar sobre esto, y mucho más difícil aún aplicarlo. ¿Pueden imaginarse a un policía multando a cada persona que va caminando por la calle con su celular o cruza mal por mirar una pantalla? Al menos acá en Buenos Aires sabemos que sería un trabajo como mínimo para volver loco a cualquiera.

Peatones tecnológicos

Dada la dificultad en la aplicación de posibles leyes para regular estos aspectos, lo que muchas ciudades están testeando son enfoques más prácticos y creativos: zonas sin wifi, iniciativas para bajar el uso de tecnología en lugares públicos, carteles inventivos (en California se pueden leer algunos como «Levantá la cabeza, luego haces el update de FB») y hasta luces LED a la altura de los pies de los peatones justo antes de los cruces para los que vienen mirando su celular ensimismados como en Holanda y Alemania entre otros sitios de Europa. Algo así como anticipar las tendencias más que revertirlas, y un poco también apostando a la inevitabilidad del comportamiento humano cuando se trata de autocontrol y tecnología.

Estas experiencias piloto también inspiraron a la legislatura porteña acaba de aprobar una ley que obliga al Poder Ejecutivo a colocar semáforos para peatones distraídos cerca de institutos educativos, cruces con alta afluencia de transeúntes y esquinas peligrosas. Los semáforos se instalarán como una alternativa para aquellos peatones que circulan pendientes de sus teléfonos. Ya se ha colocado uno de prueba en la zona de Retiro y otro en Rosario.

Otro detalle no menor a tener en cuenta es el contexto, en un país que se encuentra en el podio de lugares con más muertes por accidentes de tránsito. Según Luchemos por la vida en 2017 el 35% de las víctimas fatales en el tránsito en la Ciudad de Buenos Aires fueron peatones, y en todo el país fueron el 22% de los muertos.

«La tecnología ha aportado tantos cambios en tan poco tiempo que no logramos adaptarnos y evaluar sus consecuencias. ¿Pero cómo podría ser peligroso observar una pantallita para leer un mensaje y dar una respuesta? Esto adquiere sentido si pensamos que estas acciones podrían suceder mientras se maneja un vehículo o se está realizando una tarea que requiere atención o precisión. Y por supuesto que también estas cualidades son funcionales cuando circulamos por las calles en una ciudad compleja con transeúntes y tránsito. El distraerse en un aspecto necesario de la vida para contrarrestar el excesivo estímulo y exigencia de la vida cotidiana, pero estar distraído en ocasiones donde se requiere cuidado puede dejarnos desprotegidos. Poder postergar la respuesta, esperar la ocasión propicia, poner y ponernos límites, es hoy un signo de buena salud», advierte la psicóloga Diana Litvinoff.Por: Laura Marajofsky