Una neurocientífica revela qué hay que hacer para fortalecer el cerebro, estimular las neuronas y prevenir el Alzheimer

La profesora de Psicología y Neurociencia en la Universidad de Nueva York comparte “juegos para el cerebro”, los llama “brain hacks” y asegura que permiten manejar las presiones del estrés diario

“¿Qué pasa si les dijera que hay algo que pueden hacer que tendría un beneficio inmediato para su cerebro, incluyendo el estado de ánimo y la concentración? ¿Y si les dijera que esa misma actividad podría proteger el cerebro de enfermedades como la depresión, Alzheimer o demencia? ¿Lo harían?”, de esta manera comienza Wendy Suzuki, profesora de Psicología y Neurociencia en el Center for Neural Science de la Universidad de Nueva York (NYU), una charla exclusiva para el ciclo Aprendemos Juntos de BBVA junto a la doctora en biología y periodista, Zuberoa Marcos.

Suzuki se ha catapultado en el último tiempo como una de las eminencias en el estudio del cerebro como consecuencia a los múltiples estudios que realizó para profundizar en uno de los campos de estudio más enigmáticos para la ciencia.

¿Cuál fue su motivación para convertirse en la mujer destacada que es? Según le cuenta a su interlocutora, lo que la empujó a ser neurocientífica fueron las historias sobre los experimentos cerebrales que le relataba su profesora universitaria, Marian Diamond. “Ella nos contaba los ensayos que hizo en los años sesenta que demostraron que el cerebro adulto podía cambiar por la influencia de su entorno”, detalla Suzuki.

Dicho y hecho, con el paso de los años y tras su crecimiento profesional, la profesora de la NYU experimentó en primera persona lo que había enunciado Diamond. Ella misma relata en el diálogo que tuvo un momento de su vida en el que, neurológica y físicamente hablando, no se encontraba bien. “Había engordado 11 kilos porque lo único que hacía era trabajar en el laboratorio y con mis compañeros, que no eran mis amigos. Quería salir de Nueva York y tomarme unas vacaciones, así que me fui a Perú y en ese viaje me di cuenta de que era la más débil del grupo”, detalla. Para ese entonces tenía treinta y pocos años, por lo que darse cuenta de su frágil estado la preocupó. Consecuentemente, a la vuelta de sus vacaciones se inscribió en un gimnasio y decidió “nunca más ser una persona débil”.

Prevenir para no lamentar

“Empecé a ir a clases y me encantaba, enseguida noté cómo mi cuerpo tenía más energía, me despertaba y mi organismo sabía que estaba acostumbrado a moverse, así que quería volver a hacerlo. Me di cuenta de que el ejercicio estaba teniendo impacto en las áreas del cerebro que yo estaba estudiando en el laboratorio”, comenta.

Una vez que descubrió aquello se cuestionó “si yo me había dado cuenta tan solo observando mi propio rendimiento cognitivo diario, ¿cómo podía maximizar ese efecto y hacer que mi cerebro fuera aún mejor?”.

Así se puso a investigar y llegó a evidenciar que el ejercicio físico estimula los neurotransmisores que mejoran el ánimo, como son la serotonina, dopamina, noradrenalina, endorfinas y demás. “Mientras uno practica ejercicio el cerebro está como en un spa, llenándose de neurotransmisores positivos”, asegura.

Según explica, entrenar es la acción que más impacto puede tener en el cerebro: asegura que provoca efectos positivos inmediatos y mejora la calidad de vida en cuanto a lo que es la longevidad en el futuro. “La mejora del ánimo no es lo único, al moverse también se mejora la actividad de la corteza prefrontal que se caracteriza por manejar la capacidad de concentración, de la atención y la memoria”, añade, a la vez que revela que, según se demostró en su laboratorio, una sesión de tan solo 50 minutos de ejercicio de intensidad media a alta mejora de manera significativa las habilidades mencionadas.

Pero los beneficios no son únicamente aquellos. Suzuki informa que otras de las ganancias que se pueden esperar de poner en movimiento el cuerpo son: el nacimiento de nuevas células cerebrales que funcionarán mejor que las que lleva el hipocampo desde nacimiento; mayor fortaleza, tamaño, número de sinapsis y capacidad de memorizar; la prevención de que el envejecimiento afecte al cerebro y comience a causar déficits en la memoria.

Además, durante la charla profundiza sobre una pregunta que suelen realizarle “¿Cuál es la menor cantidad de ejercicio que puedo hacer para obtener estos beneficios?”. “Lo que sabemos en este momento es que habría que hacer ejercicio al 60% o más de nuestra capacidad cardiovascular, tres veces por semana durante unos cuarenta y cinco minutos. Pero no es más que una aproximación, puede que para uno sea diferente que para otro”, explica.

Por eso, en su laboratorio tienen como objetivo encontrar la respuesta a ese dilema: cuál es la cantidad de ejercicio óptima para el cerebro de cada individuo. A continuación, agrega que algo que sí saben con seguridad es que el tipo de ejercicio también marca la diferencia.

“Como especie estamos hechos para movernos, estar sentados todo el día o llevar un estilo de vida sedentario no es bueno ni para nuestro cuerpo ni para el cerebro; por eso, es importantísimo que los niños adopten hábitos de vida saludables desde pequeños”, advierte Suzuki.

Juegos para el cerebro

La neurocientífica explica que existen “brain hacks” o trucos para estimular y mejorar el funcionamiento del cerebro. Estos son tan simples como por ejemplo, escuchar una canción favorita y bailarla a todo ritmo en vez de apuntarse para hacer un triatlón.

Otro de sus trucos favoritos es el de realizar una acción altruista. Asegura que ayuda a la parte cognitiva y sube los niveles de dopamina del cerebro a la vez.

Para constatarlo, la especialista hace mención a un estudio publicado hace años por la Universidad de Oregón; en el escrito se expresa que, al ser generoso o filántropo, aumentan los niveles de dopamina del propio cerebro. “Pagar el café de la persona que va detrás de uno en Starbucks; pagarle el peaje al auto que va detrás; dejar una propina a la persona que se encarga de limpiar la habitación del hotel en el que se está alojado… Son cosas muy sencillas de hacer que proporcionan un sentimiento de satisfacción maravilloso”, afirma.

Un estudio publicado hace unos años por la Universidad de Oregón expresa que, al realizar una acción altruista, aumentan los niveles de dopamina del propio cerebro
Un estudio publicado hace unos años por la Universidad de Oregón expresa que, al realizar una acción altruista, aumentan los niveles de dopamina del propio cerebroShutterstock

*Podés disfrutar de la charla completa en “Aprendemos Juntos 2030″, la plataforma del BBVA con contenidos útiles e inspiradores para mejorar la vida de millones de personas de todo el mundo que, desde mayo de 2022 se emiten en forma exclusiva por LA NACION podés hacer clic acá.

Fuente: Victoria Vera Ziccardi, La Nación.