Varios museos ya coleccionan objetos del COVID-19

Diferentes instituciones de EE.UU. rastrean piezas que hablen del Covid para exhibir en el futuro. Estudiantes de Diseño armaron, en el Reino Unido, un archivo online con piezas de este tiempo.

Burbujas de plástico suspendidas sobre las mesas de los restaurantes. Barritas para apretar el botón del ascensor sin tocarlo. Asientos portátiles que se sujetan a los postes de alumbrado, para compradores que esperan fuera de los comercios que efectúan control de público. Vestidos con polleras que tienen un radio de casi dos metros. Cerramientos para mantener separados a los clientes de un gimnasio. Mangas de plástico que permiten abrazar a los ancianos en las residencias geriátricas. Máscaras de todas las formas imaginables. 

Para hacer frente a la nueva realidad de la enfermedad, el encierro, el distanciamiento social y la protesta social, en los últimos meses ha surgido todo un conjunto de objetos nuevos. Algunos de ellos son extravagantes y no se los ha llevado a cabo; son concepciones fantasiosas que tal vez nunca vean la luz del día. Otros, como los cócteles en bolsa y todo tipo de mamparas, ya circulan ampliamente. Y algunos no son nuevos en absoluto sino artículos domésticos, como los aerosoles desinfectantes, que han adquirido un significado nuevo.

«Pienso mucho en lo que estos objetos van a decir sobre la pandemia en el futuro», comenta Anna Talley, estudiante de la maestría en Historia del Diseño del Museo Victoria y Alberto y el Royal College of Art británicos. Anna y su compañera de estudios Fleur Elkerton han compilado un vasto archivo online llamado «Diseño en Cuarentena». En él, algunos de los objetos son caprichosos, o un poco ridículos, como una corona «distanciadora» ultra-grande que repartió en mayo un Burger King alemán. 

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«Los objetos pueden darnos una visión de un período determinado que los documentos no pueden reflejar», dice Alexandra Lord, presidenta de la división de medicina y ciencia del Museo Nacional de Historia Americana del Instituto Smithsoniano, en Estados Unidos, que está contribuyendo a dirigir el grupo de trabajo de recolección de Covid-19 del museo. Como en otras instituciones, los curadores se dedican a lo que se denomina recolección de respuesta rápida y tratan de reunir material y objetos incluso durante el desarrollo de la crisis. La naturaleza de la pandemia ha dificultado la recolección de objetos físicos pero Lord y sus colegas le han pedido al público que aporte ideas y haga ofrecimientos. El grupo está tratando de determinar qué será fundamental para los futuros historiadores y espectadores.

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En la Sociedad Histórica de Nueva York, los historiadores están coleccionando cosas desde mediados de marzo, tratando de reunir aquellas que cuenten una historia específica sobre la experiencia de la ciudad. Empezaron por hacer una lista de objetivos de recolección que incluía carteles de cierres de comercios en diferentes idiomas, botellas de destilerías convertidas en envases para desinfectantes de manos y la manta de un bebé nacido en medio de la pandemia.

«Hay una remera blanca que el gobernador acostumbra a ponerse cuando da conferencias informativas diarias para la prensa», dijo en mayo Louise Mirrer, presidenta y directora ejecutiva de la Sociedad Histórica de Nueva York, cuando el gobernador neoyorquino Andrew Cuomo hacía sus sesiones informativas cotidianamente. «Nos gustaría tenerla y se la vamos a pedir.» La Sociedad Histórica de Nueva York también está buscando objetos que ilustren el costo personal de la pandemia, algunos de los cuales serían difíciles de recolectar ahora. «Hay algunos objetos más delicados que pediremos más adelante, como aquellos de personas que han perdido amigos y familiares», explicó Mirrer.

Barbijo intervenido con un dibujo de Frida Kahlo. / AFP

Barbijo intervenido con un dibujo de Frida Kahlo. / AFP

Algunos objetos ordinarios se han transformado en piezas de interés ya sea como huella de la pérdida o simplemente por su reciente importancia a medida que la crisis continúa variando. Algunas de las primeras tendencias de la pandemia pueden parecer hoy reliquias del pasado. «Las cosas de abril dan sensación de ser viejas», observa Donna Braden, curadora principal del Museo Henry Ford. 

Las protestas de junio en Estados Unidos también marcaron un cambio significativo y una gran ocasión de coleccionismo para los museos de historia. La Sociedad Histórica de Nueva York, por ejemplo, recolectó un mural que representa a George Floyd realizado por los artistas Matt Adamson y Joaquín G, que cubría una zapatería tapiada en el barrio Soho de Manhattan. También ha reunido afiches y carteles de protesta.

Algunos objetos coexisten como en una superposición entre las protestas y la pandemia; son registros que efectúan dos narraciones a la vez. «En las protestas de Black Lives Matter muchas personas llevan carteles que hacen referencia al hecho de que el Covid-19 está impactando desproporcionadamente en las comunidades de color y que todo esto es parte de la historia más amplia del racismo sistémico», señala Alexandra Lord.

Protesta con barbijos y máscaras antigás en Portland (Oregon, EE.UU.) contra la discriminación racial y vinculada al crimen de George Floyd, otro de los hechos que marcan al 2020. AFP

Protesta con barbijos y máscaras antigás en Portland (Oregon, EE.UU.) contra la discriminación racial y vinculada al crimen de George Floyd, otro de los hechos que marcan al 2020. AFP

Algunas de las cosas con las que nos hemos familiarizado a lo largo de la pandemia han sufrido cambios o tendrán un sentido renovado durante las reaperturas. «Ahora también hay máscaras para los chicos que van a volver a la escuela, máscaras marca Crayola que son una para cada día, después se colocan en un paquete con cierre hermético y se lavan», agrega Donna Braden.

Varios de los nuevos diseños y propuestas podrían entrar en la categoría de lo que la crítica de arquitectura Kate Wagner describe como «coronagrifting» (algo así como coronaestafa o coronatruchos): una tendencia definida por la aparición de «sustituciones baratas de ‘soluciones’ de diseño relacionadas con el Covid» que son insustanciales pero llaman la atención en Instagram. Anna Talley y Fleur Elkerton, de Diseño en Cuarentena, son conscientes de que algunos de los diseños más descabellados de su archivo podrían entrar en esa categoría.

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«Algo nos dijeron acerca de que incluyéramos diseños muy fantasiosos y conceptuales de prácticas de diseño o de diseñadores que no se pueden hacer realidad y que tal vez sólo estén respondiendo a la pandemia para obtener publicidad», dice Fleur Elkerton. «Por un momento nos preguntamos: ¿estamos promoviendo activamente eso al incluir estas cosas? Pero básicamente estamos tratando de documentar lo que viene sucediendo en el mundo del diseño y los proyectos ‘coronatruchos’ son interesantes en sí mismos». También se han interesado, según ella, en los «diseños fallidos». «Como historiadora, a menudo averiguar por qué algo no funciona o no se arraiga es más interesante que lo que sí camina», añade.

Hay algo a la vez emocionante y prometedor en estos actos de documentación y recopilación que intentan revisar la crisis a través de la lente imaginada de la historia. Al coleccionar objetos actuales como elementos del futuro estamos imaginando ese futuro como una especie de después: un tiempo y un lugar en los que esto ya no ocurre y podemos recordarlo.

A medida que historiadores y curadores comenzaron a recopilar y documentar, muchos nos hemos embarcado en una especie de autoarchivo: documentando, guardando artículos de periódicos y dibujos infantiles, armando lo que equivale a colecciones de la pandemia. «Me resulta muy interesante que la gente se esté convirtiendo casi en historiadora de su propia vida», afirma Alexandra Lord.

Siempre, por naturaleza, vivimos a través de la historia, pero una crisis como ésta lo pone de relieve: percibimos la trascendencia de este momento para los futuros observadores y sentimos la compulsión de preservarlo.

Traducción: Román García Azcárate

Fuente: Sophie Halgney y Peter Arkie, The New York Times y Clarín