Lana Del Rey: cómo ser una estrella pop y no perder el compromiso

«Norman Fucking Rockwell». Entre 1916 y 1963, Norman Rockwell reflejó con talento y agudeza los cambios políticos y culturales que se produjeron en Estados Unidos y también cómo se reflejó esa evolución en la vida cotidiana de la gente común del país.

Norman Fucking Rockwell!: «Norman Fucking Rockwell», «Mariners Apartment Complex», «Venice Bitch», «Fuck It I love you», «Doin’ Time «, «Love song», «Cinnamon Girl», «How to disappear» «California», «The Next Best American Record», «The greatest», entre otros / Nuestra opinión: excelente.

Un repaso por las ilustraciones que creó para las portadas de la popular revista The Saturday Evening Post permite seguir la transformación gradual de una nación influyente y poderosa a través de imágenes llenas de ingenio e ironía. No es casual que Lana Del Rey haya elegido una variante ligera y atrevida del nombre del artista neoyorquino para titular su nuevo disco, señalado como el mejor de su carrera.

A su manera, Elizabeth Woolridge Grant -tal su verdadero nombre- se ha transformado en una referencia para todos aquellos que se preguntan qué significa ser norteamericano en la era de Donald Trump. En ese sentido, las canciones de este disco extenso (67 minutos), sugerente y lleno de matices se inscriben en una tradición gloriosa: reviven los mitos americanos con el tono de una refinada arquitecta de la alcurnia de Lou Reed, provoca con la sensualidad inquietante de Elvis y tiende inteligentes trampas poéticas a la manera de Dylan.

Sofisticada y punzante, es capaz de construir una catedral como «The greatest», himno para un inminente apocalipsis en el que se lamenta porque «nadie te quiere antes de la caída»; enumera todo aquello que echa de menos (Long Beach, el ocio, el rock and roll); le reprocha a Kanye West su negligencia política, y se confiesa azorada por la ola de fake news. El estilo de esa canción sintetiza el espíritu del álbum: una balada barroca pero arreglada con sencillez y eficacia por Jack Antonoff, el socio de moda para las figuritas del pop contemporáneo (Taylor Swift, Lorde, St. Vincent, Carly Rae Jepsen).

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En lugar de las suavizadas bases de hip hop y las cuerdas de melodrama cinematográfico que fueron moneda corriente en su repertorio hasta hoy, ganó lugar un estilo más cercano al que monopolizaba el de las FM de los setenta. Aunque la economía de recursos utilizados y la languidez con la que Lana tiñe cada uno de los temas que interpreta remiten también a Mazzy Star.

Aun cuando la mirada retrospectiva se mantiene como directriz -la fascinación por el Hollywood de los 50 sigue invariable-, hay en este disco una conexión con el presente que ella misma justificó en una entrevista publicada por The New York Times: «Con Obama, parecía que un sueño se había hecho realidad. Sentí que iba a poder dedicarme de lleno a mi música y que ya no íbamos a tener que hablar de ciertas cosas de las que, tristemente, sí tenemos que volver a ocuparnos ahora, con Trump en el poder».