Un nuevo disco de versiones que expande el repertorio de Raly Barrionuevo

De la mano de «1972», material que se hermana por su carácter y elenco con «Radio AM», publicado 12 años atrás, Raly Barrionuevo expande el repertorio folclórico que viene proponiendo con suceso desde su estreno discográfico con «El principio del final» (1995).
Desde entonces y basándose casi exclusivamente en obra propia, registró otros nueve discos de estudio como solista (entre ellos los destacados «Circo criollo», «Ey, Paisano», «Noticias de mi alma» y «La niña de los andamios»).

Ligado al Movimiento Campesino de Santiago del Estero-Vía Campesina, Raly aportó a la nueva camada de artistas folclóricos una impronta testimonial que lo diferenció de sus contemporáneos.

«Zamba y acuarela», «Chacarera del exilio», «Cuarto menguante», «Somos nosotros», «Como danza la esperanza», «Oye Marcos», «Esta historia», «La gente del campo», «Mujer caminante», «Y seremos agua» y «Amiga tierra querida», son parte de un cancionero de alto impacto en escenarios y festivales como también lo testimonian sus discos en vivo («Paisano vivo», de 2006; e «Inkonexión», de 2020; entre ellos).

Además, Barrionuevo registró discos con otros colegas como Dúo Coplanacu y Peteco Carabajal para «La Juntada» (2003) y Lisandro Aristimuño su «Hermano Hormiga» (2019).

Ahora, con «1972», retoma la senda de viejas canciones criollas (hasta el tango «Y dicen que no te quiero») que lanzó el domingo 27 de junio con un programa radial que compartió con la escritora cordobesa María Teresa Andruetto y que se emitió por más de 550 radios del país y también de Bolivia, Colombia, Francia y España.

«Carta a mi madre Olga del Carmen Toledo y a mi padre Segundo Rosario Barrionuevo», comienza el envío donde recupera a su padre guitarrero y cantor pero también ausente y negado con el que reconecta tras la muerte de su madre, el 28 de enero de 2013.

Andruetto le comentó: «En un cuento mío que se llama ‘El hijo’ se habla del rencor de una madre por el hombre que la dejó y de la relación de ese hijo con el padre. ¿Cuál era el rencor de tu madre?».

«Quizás lo que los había unido que era la música se transformó en lo que los separó. Con el tiempo sentí que mi madre se encontró en su casa con el niño que cantaba y eso conectaba con la parte linda de su amor que eran las canciones…», respondió el músico.

Y agregó: «Dejamos de verlo, perdimos contacto. Lo habían cortado de la foto y para la vida de un niño la vida era así. Con Mariana Iglesias (quien fue pareja y actualmente es amiga) empezamos a emprender ese reencuentro y dimos con él. Nos costó hablar pero no nos costó nada sacar las guitarras y ponernos a cantar».

En ese repaso por el tardío y singular vínculo filial paterno, añadió: «Nos deleitaba con su guitarra, con su estilo maravilloso, se empoderaba mucho pero después él tomaba y ya lo perdíamos. Agradezco haberlo podido reencontrar y compartir la música porque hablar no pudimos hablar mucho».

Acerca de la experiencia radial compartida con la autora de «Lengua Madre», «La mujer en cuestión», «Los manchados», «Cacería» y «Extraño oficio», el cantautor comenta a Télam: «Pensé en hacer entrevista con alguien para presentar las canciones y pensé en Marcelo Simón o Héctor Larrea, gente que conozca mucho esta música, pero me dije que con la Tere tenemos una muy linda energía, es súper maternal conmigo y aporta su mirada de mujer. Un ‘mujerón’ María Teresa».

Raly Barrionuevo brilla con otra voz desde «1972», pero se siente lejos de los escenarios
(Por Sergio Arboleya).- Raly Barrionuevo, quien el 27 de junio y con un programa retransmitido por más de 550 emisoras presentó el álbum «1972» y así interrumpió el tiempo sabático que se tomó a inicios de 2020, asegura que no presentará esas canciones folclóricas en directo ni sabe si volverá a cantar en vivo frente al público.

«Ni sé cómo volveré algún día a cantar en vivo cuando no extraño absolutamente nada. Volví a fojas cero, volví el cuenta kilómetros a cero y me parece que al bajar la velocidad que venía trayendo y detener la automatización, me lleva a sentir que no sé cuándo volveré a los escenarios», confiesa Barrionuevo.

Desde Unquillo, la ciudad cordobesa donde vive desde hace casi dos décadas, el popular trovador folclórico santiagueño, que nació en Frías el 14 de agosto de 1972, está feliz con el flamante disco de honda significación familiar al que tituló con el año de su nacimiento.

Allí y en compañía de los mismos inspirados laderos con los que en 2009 había dado forma a «Radio AM» (es decir, guitarras, guitarrón, arreglos y dirección musical de Luis Chazarreta, el piano de Elvira Ceballos y el bombo legüero de Daniel Barrionuevo), se colocó de nuevo en posición de intérprete para recoger canciones argentinas de las décadas del ’50 y ’60.

Por ello cantó «Amémonos», «Zamba de la añoranza», «La ene ene», «A unos ojos», «Si yo fuera río», «Calle angosta», «La de los angelitos», «Vallecito», «Al jardín de mi madre», «Febrero en San Luis», «Gato de mis pagos», «Achalay mi mama», «Y dicen que no te quiero», «Patio de la casa vieja» y un hallazgo en vivo en Radio Universidad de Córdoba (donde Raly realiza una columna semanal en el espacio «Nada del otro mundo») de «Alfonsina y el mar».

«Es mi manera de reivindicarlo a mi papá porque había sido un gran cantor que quedó ahí, que tuvo sus intentos. Él vivía con mi abuela en Esquiú, en Catamarca, y de allí me vino esa música que él escuchaba y cantaba muy bien. Hacer esto es como grabar un disco que él hubiera querido grabar», explica acerca de las motivaciones del registro.

-Periodista: Hacerle este homenaje a tu padre, a quien como contabas en el lanzamiento de «1972», prácticamente no conociste, ¿fue la motivación para hacer este disco?

Raly Barrionuevo: No hay una razón concreta por la cual retomé el proyecto porque lo venimos trabajando hace seis o siete años. Como luego grabé «Chango» (2014) no me pareció al toque sacar otro disco de intérprete sino que tenía ganas de volver a mis canciones y por eso hice «La niña de los andamios» (2017) y quedó cajoneadísimo «Radio AM 2», que al principio iba a llamarse así. Decidí retomarlo en los primeros días de enero porque me fui a Catamarca a pasarla con mis tías porque no podía hacer la fiesta habitual de Año Nuevo en mi casa de Unquillo donde siempre viene mucha gente, y cuando viajé me vino como una fuerza que decía que tenía que terminar este disco y me puse a trabajar en eso que era un quilombo y me puse a hacerlo de verdad y decidí a cantarlo todo de nuevo salvo «Vallecito».

P: Se te escucha cantar distinto, ¿cómo se dio ese cambio?

RB: Quise grabar todo de nuevo con la voz descansada. Con la voz pasó algo curioso. La voz mía, la de Raly, solamente aparece en «Alfonsina…» que está fuera del contexto del disco, pero para lo demás indagué en la voz mía y me exigí para colocarla en otro lado y me di cuenta de que podía hacerlo desde que estoy retirado porque estoy muy descansado, porque la tengo más clarita y más disponible que nunca. Lo que intentaba hacer para ponerme como en un cantor de entonces, lo podía hacer, me salía. No he estudiado canto pero sí me fui haciendo mis técnicas personales y mis modos de cuidar la voz pero acá estuvo buenísimo porque la exigí al máximo sin entrar en ninguna estridencia para cantar estas canciones al estilo antiguo y fue muy divertido, me reía mucho cuando cantaba en las grabaciones en mi casa. Me hallaba cantando como otra persona.

Podía poner la voz más en la garganta como los cantores cuyanos y hacer cosas gardelianas, no tanto en el tango sino, por ejemplo, en «Achalay mi mama» y las cosas fueron saliendo y me fue gustando.

P: El hecho de que Elvira Ceballos no esté (falleció en septiembre de 2019), ¿implica que «1972» no se podrá escuchar en vivo?

RB: No me lo imagino sin Elvira. Y en caso de volver a los escenarios sería solito con la guitarra pero no sé cuándo la verdad. Estoy feliz dándole el maíz a mis gallinas a la mañana. Después sí subo a mi estudio y me pongo a grabar cosas con gente con la cual comparto, es muy lúdico lo que me está pasando con la música, grabando cosas en portugués y en inglés, jugando y descubriendo. Y este disco también fue súper lúdico.

P: O sea que la pandemia profundizó una decisión que venías madurando…

RB: Por más que no hubiera habido pandemia, iba a parar igual. Yo ya había decidido parar dos años para empezar. A la vez también soy un agradecido a la gente que me sigue pero listo, ya está.

P: Siendo como sos un artista masivo pero independiente y autogestivo, igual estás saturado…

RB: No sabés cuánto… La automatización alcanza a los músicos independientes también. Supongo que la gente que está en compañías discográficas multinacionales debe tener una vida más invasiva pero yo también tengo mi exigencia y hay momentos en los que uno tiene que ponerse en piloto automático y me cansé de todo eso también. Hacer «Hermano Hormiga» con Lisandro (Aristimuño) me conectó con la música desde otro lugar mucho más artesanal y en caso de volver lo haría solo con la guitarra porque me gustaría conectar desde otro lugar con la gente.

P: ¿Podría pensarse que no hay «afuera» del sistema aunque se intenten hacer las cosas de otro modo?

RB: Al frenar uno se da cuenta de a la velocidad que va todo y que en las plataformas al mes ya nadie se acuerda el tema que subiste y todo pasa por buscar el hit. Haber hecho «1972» y presentarlo con un programa de radio libre para las emisoras que quisieron tomarlo fue en contra de todo eso y me pareció hermoso y no solamente romántico, es súper actual también y estoy muy contento con el resultado.