Zaz abre su corazón en Sains et saufs

El sexto disco de la cantante francesa es un viaje lleno de emoción y sentimiento

Zaz presenta su nuevo álbum, Sains et saufs.

La música es una vía para expresar preocupaciones, miedos y experiencias donde las personas que escuchan la escuchan se pueden ver reflejadas o, por medio de las que pueden conocer otras realidades. Sentimientos, emociones e incluso esperanza son cosas que se transmiten a través de los instrumentos y las letras, algo que Zaz consigue hacer a la perfección y que vuelve a conseguir en Sains et saufs, su sexto disco en el que explora todos los recovecos de su corazón.

Isabelle Geffroy, más conocida como Zaz, siempre se ha caracterizado por sus canciones profundas llenas de intimidad que abarcan una gran cantidad de estilos. Tras el éxito de su famoso tema ‘Je veux’ hace ya 15 años, la artista no ha parado de crear música que recorre todo el mundo y haciendo que todo el mundo entienda sus mensajes sin necesidad de hablar francés.

En su conversación con ROLLING STONE en Español, la cantautora ha compartido el proceso de creación de su álbum más reciente y cómo ha aprendido a entenderse a sí misma y a tratarse con más cariño, algo que recomienda hacer a todo el mundo.

Han pasado cuatro años desde tu anterior disco, ¿cómo sentiste la acogida del público a los primeros sencillos de tu nuevo trabajo?

Ha sido una locura, realmente siento que la gente las absorbe, las hace suyas, las entiende. Cuando escribes cosas tan sinceras, no sabes cómo van a ser recibidas. Escribo pensando que hay algo en común con las personas pero no se sabe, hay muchas capas en una canción. En estas, uno puede posicionarse en muchos lugares distintos, así que imagino que pueden hablarle a muchas personas.

La noción del perdón, por ejemplo, en ‘Je pardonne’ remueve mucho. Todo el mundo tiene una opinión sobre el perdón, es como la felicidad, son caminos que se digieren, que se encarnan. Estas nuevas canciones también son eso. Canciones escritas en un momento concreto, y espero que sean canciones de sanación.

Varias personas me han dicho que les han hecho bien, he visto a gente llorar, y no siempre con las mismas canciones, me sorprende cada vez. Aunque ‘Mon cœur tu es fou’, ‘Au pays des merveilles’, ‘Que des liens’, ‘Je pardonne’ son temas que destacan. Con todo lo que está ocurriendo hoy, seguir siendo uno mismo, seguir creyendo, soñando y viviendo todo lo que somos, me parece un hermoso testimonio.

¿Qué sonidos has querido explorar en este álbum?

Quería mezclar música electrónica con jazz y experimentar mucho con mi voz. A veces cantaba con mucha fuerza y nos dábamos cuenta de que no hacía falta. He probado muchas texturas vocales, cada canción traía una energía particular en la que podía sumergirme. Probamos muchas cosas y creo que encontramos un bonito equilibrio.

Hicimos coros, armonías, experimentamos con la voz como instrumento y trabajamos con la ayuda de Puggy, los productores que están en Bruselas. Fueron muy receptivos, y llegamos hasta el final con cada idea sin miedo a nada: sonidos, instrumentos, formas de cantar… Me sentí acompañada como nunca y fue muy agradable. Encontré a las personas adecuadas y estoy muy orgullosa del álbum. Me divertí, lo disfrutamos mucho y fuimos hasta el fondo.

Jan Welters

¿Qué importancia tiene el español en tu música, tanto el idioma como la cultura hispanohablante? 

Tengo una relación muy especial con España. Cuando era pequeña, mi madre tenía amigos allí y solíamos ir con frecuencia. Había niños y podía compartir con ellos, Incluso dicen que soñaba en español.

No soy bilingüe en absoluto, pero hay algo de mi identidad en el idioma español. Siento el español, por eso me siento tan bien en España, y también en América Latina. Hay algo en común, algo espontáneo, directo, está el “tuteo”. Cuando me regañaban en España, no regañaban a la niña, me regañaban a mí, a Isabelle. Me gustaba mucho esa forma de relacionarse y recuerdo a una abuela que me hizo un pañuelo de ganchillo que guardé con muchísimo cariño, porque era una abuela que me parecía intensa y llena de vida.

Recuerdo los huertos de naranjos, con depósitos de cemento que se llenaban de agua y se convertían en piscinas para nosotros. Me raspaba las rodillas, pero me encantaba, había algo rústico, en conexión directa con la naturaleza. También recuerdo los “porrones” que usábamos para beber refrescos, las fiestas del pueblo… Todos llevaban algo de casa para crear una celebración común, era una locura. Había un verdadero deseo de estar juntos, de compartir. Además, se cenaba tarde, había algo mágico en la noche.

Realmente, hay tantas cosas que me encendían —y que me siguen encendiendo— en España. Incluso en la forma de cantar, noto que ocurre algo. Creo que en otra vida debí de ser española.

¿Cómo ha cambiado tu visión de España entre tu infancia y tu etapa adulta?

Creo que no ha cambiado, sigo teniendo la misma sensación, sigo sintiendo el alma española de la misma manera. Además, los paisajes son preciosos, cuando vamos hacia los Pirineos, por ejemplo. Me encantan esos paisajes y las montañas.

Sigo sintiendo algo muy vivo en todas partes. Hay una tradición de estar juntos, de compartir, de reír juntos, y esa sensación me hace sentir bien.

Está claro que tu música abarca muchos estilos como el jazz o la chanson francesa o el folk como se puede escuchar en este proyecto. ¿Cómo definirías tu propio estilo?

Siempre me ha costado definir mi música, creo que es una mezcla de chanson francesa y, a veces, un poco latina. Pero en este álbum también hay jazz, swing, pop, electrónica y folk. No diría que este álbum es “más folk”, no es punk, eso seguro, pero hay muchas sonoridades. En mi energía hay cosas bastante rock, sobre todo en el escenario.

En este álbum me abro mucho, hablo de mis experiencias, de lo que he vivido. A veces adopto un personaje, pero siempre hay algo de mí. Me encantó hacer este álbum. Trabajamos mucho y me gusta mucho el resultado, tanto lo que dice y transmite como sus sonidos.

En este álbum hablas de temas muy íntimos. ¿Cuál es el mayor desafío para ti al escribir sobre asuntos tan personales?

Era importante para mí hablar de esas cosas. Antes no estaba preparada, ahora sí, ya lo digerí. En este proceso conocí a Noé Preszow, que tiene una pluma que me habla, que me encaja, que me representa. Sus canciones son yo, su escritura es casi mediúmnica.Y con Raphael pasa igual, cuando trabajo con él ocurre algo mágico, excepcional. Lo que surge siempre me llena.

Sí, hay temas que me tocan muy de cerca,  por ejemplo, quería hablar de las mujeres como en ‘La flamme’. Es ligera, un poco swing mezclado con pop y me encanta lo que hicimos con los Puggy, adoro ese tema. ‘Sains et saufs’ también me encanta. Es una bola de energía, es una bola de luz y en ella cuento todo lo que siento y así se tradujo. A pesar de todas las atrocidades que ocurren en el mundo, tenemos que pensar también en nosotros mismos. Si queremos paz en el mundo, primero debemos hacer la paz dentro de nosotros.

Nos parecemos a la gente que nos rodea, no soy la única que vive estas cosas. Son temas comunes. El hecho de hacerse preguntas, las guerras… estamos destruyendo este hermoso planeta y eso me enloquece. Pero, ¿qué puedo hacer más que cuidar de mí para poder ayudar a los demás, cantar y gritar mis palabras?

El mayor desafío para mí es la desnudez emocional, pero cuando una está en paz consigo misma, ya no da miedo. Ya no lo haces para ser reconocida, lo haces por ti, y por todos los que atraviesan estas mismas cosas.

Jan Welters

En una entrevista dijiste que Zaz es un poco diferente de Isabelle. ¿Es posible que en este álbum Zaz e Isa se hayan unido más que nunca?

¡Sí, es un buen análisis! Aunque claro, Isa y Zaz son la misma persona, pero creo que aquí hay mucho de Isa, Zaz es un personaje mediático. Durante el confinamiento me detuve e hice un balance. Dejé el tabaco, el alcohol, el café… Cambié muchas cosas en mi vida y fui a ver todo lo que aún estaba escondido bajo la superficie. 

Trabajé mucho en mí, es verdad que se ve a Zaz como alguien siempre sonriente, mientras que Isa puede estar triste a veces. Digamos que Zaz es un poco el envoltorio de regalo de Isabelle, que es quizás más alegre. Aunque hay canciones como ‘Éblouie par la nuit’ que dicen lo contrario.

Ahora que mencionas la pandemia, tu anterior disco lo hiciste en esa época. ¿Ha cambiado tu manera de ver la industria o de producir música desde entonces?

Lo que ha cambiado soy yo, nunca he tenido un método de trabajo fijo. Cada álbum se hace según los encuentros, los músicos que he conocido, los productores con los que me crucé y todo lo que he soltado, todas las experiencias que he vivido e integrado.

 Sí, la pandemia cambió muchas cosas para mí. Tuve que parar y eso lo cambia todo. Ahora me escucho más, me respeto más y sí, eso cambia mucho también en mis relaciones profesionales.

Hablando de cambios, en otra entrevista dijiste: “antes cantaba muy fuerte por miedo a no ser escuchada”. ¿Cómo lograste superar ese miedo?

Estaba aterrada. En los primeros conciertos me desmayaba, tenía ataques de pánico, salía corriendo. Después, hacía conciertos de espaldas al público y al final lo enfrenté.

Superamos los miedos enfrentándolos no hay otra y detrás de ello hay regalos porque cuanto más enfrentas, más te das cuenta de que no es tan terrible. Quizás eso fue lo que me impulsó, tenía miedo, pero igual lo hacía, incluso con miedo, seguía adelante. Claro que hay miedos importantes que hay que escuchar, no se trata de ponerse en peligro físicamente pero hay que saber distinguir.

Tu música siempre transmite un mensaje de esperanza. ¿Hasta qué punto crees que la música puede ayudar a las personas que atraviesan momentos difíciles?

Sí, siempre transmito algo de esperanza porque para mí, eso es transformación. Desde el momento en que uno se sumerge en su oscuridad y en sus sombras, lo que surge de ahí son regalos enormes. Cuanto más cosas escondes bajo la alfombra, más difícil será enfrentarte a ellas, así que mejor enfrentarlas ya.

Eso requiere mucho coraje, energía, dulzura, tolerancia y amabilidad con uno mismo. Muchas cualidades que yo no tenía de forma natural, así que ahora estoy aprendiendo a acogerme, a amarme, a ser dulce conmigo, a ser tolerante.

Soy muy perfeccionista, así que también he bajado un poco esa exigencia. Las imperfecciones también son bonitas, de hecho, en la música nos aseguramos de no pulirlo todo. Dejamos asperezas, cosas imperfectas y mejor así.

Fuente: Rollingstone