Coronavirus. La parodia de Brad Pitt sobre los disparates de Donald Trump

MIRÁ EL VIDEO. El actor representó al prestigioso inmunólogo Anthony Fauci, quien corrigió en varias ocasiones las declaraciones falsas del mandatario respecto de la enfermedad

Durante el inicio de una nueva temporada del reconocido programa Saturday Night Live, y en una desopilante actuación que rápidamente se volvió furor en las redes sociales de todo el mundo, Brad Pitt imitó al inmunólogo de la Casa Blanca, Anthony Fauci, la voz de mayor autoridad ante la pandemia en Estados Unidos , y conocido por corregir públicamente las declaraciones sin fundamento científico que el presidente Donald Trump realizó respecto del nuevo coronavirus Covid-19.

Hace semanas, durante una entrevista con CNN, le preguntaron a Fauci si prefería que lo imitara Ben Stiller o Brad Pitt en el primer programa del show de sátira más importante del país Fauci dijo que no deseaba que lo personificaran, pero contestó, entre risas, que elegiría a Brad Pitt.

Ayer, su respuesta se hizo realidad. Brad Pitt se puso en la piel del jefe del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciones y Alergias de EE.UU. y explicó a la audiencia cada uno de los últimos «datos» que brindó Trump sobre el coronavirus.

Así, «Fauci» aclaró que no es cierto que «no se sabe nada» de la enfermedad, como dijo el primer mandatario. Señaló que la infección por Covid-19 no se cura por la exposición a rayos fuertes o la inyección de desinfectante, como también sostuvo el presidente norteamericano, sin ningún tipo de respaldo de la ciencia. Y remarcó que la vacuna no estará lista «relativamente pronto», como aseguró Trump.

Desde que la pandemia comenzó a azotar a Estados Unidos, el «doctor Fauci», como todos lo llaman, se convirtió en la voz de la ciencia en medio del caos sembrado por los errores, las falsas esperanzas y los pronósticos desconectados de la realidad que brindaron Trump y muchos de sus funcionarios y asesores más cercanos.

A principios de marzo, durante una reunión en la sala de gabinete de la Casa Blanca con ejecutivos de empresas farmacéuticas, un periodista la preguntó a Trump cuándo podía llegar a estar lista una vacuna contra el nuevo virus. Trump dijo que no sabía, que había escuchado «meses» y también «tres a cuatro meses en un par de casos». Unos segundos más tarde, sentado en la otra punta, Fauci lo corrigió: dijo que la vacuna podía estar lista en al menos un año. Trump lo escuchó cruzado de brazos.

Unos días después, durante una audiencia en el Capitolio, Fauci volvió a contradecir a Trump, quien había comparado a la nueva enfermedad, Covid-19, con la gripe, y había incluso sugerido que la epidemia pasaría pronto. Fauci fue tajante: aún faltaba lo peor, y la crisis debía ser tomada en serio porque el virus era mucho más letal que la gripe .

«Veremos más casos y las cosas empeorarán más», advirtió. «Este es un problema realmente serio que debemos tomar en serio. La gente siempre dice, bueno, la gripe hace esto, la gripe hace eso. La gripe tiene una tasa de mortalidad del 0,1%. Esto tiene una tasa de mortalidad de diez veces eso «, remarcó. La semana pasada, Trump retuiteó el pedido de un usuario para que despida a Fauci.

Fauci es la voz más respetada en Estados Unidos en cuanto a la pandemia

Fauci trabajó para seis presidentes, desde Ronald Reagan hasta Trump. La pandemia del nuevo coronavirus que paralizó al mundo dista de ser su primera crisis: ya estuvo en la trinchera ante el brote de HIV, en los 80 -es una eminencia global en la lucha contra el SIDA-, las pandemias de SARS, en 2002, y de gripe porcina, en 2009, de MERS, y, más recientemente, en 2014, el brote de Ebola que surgió en África.

Como informó LA NACION, con la aceleración del número de muertos y los contagios de coronavirus en los Estados Unidos, Donald Trump soporta una presión cada vez mayor . The New York Times informó en su edición del sábado que el presidente desoyó los consejos de los especialistas en salud durante un mes. Y la versión fue confirmada este domingo por uno de sus asistentes más cercanos .

Fuente: La Nación