El libro (Editorial Dunken) cuenta, que tras reencontrarse dos amigos Antonio y Rodolfo, después de muchos años deciden, cuando cumplen 50 años, festejarlos en París y recordar ese mayo de 1968. No todo sale como lo planearon. La idea del viaje incluía algunas cosas, que ambos querían hacer al llegar a Europa y que no se lo habían confiado del todo al otro, suelta Martiñá. El autor, en la entrevista, se transporta como uno más de aquellos que tenían veinte y pico de años en esos dorados sesenta.
Recuerda que fue una época muy movida con los Beatles, la guerra de Vietman, La Habana, el Concilio Vaticano II, el Rock que Roll, entre otras cosas. Los que éramos jóvenes en ese momento (ríe) la vivimos intensamente pero no todos igual. Quise expresar qué nos había pasado, cómo lo procesamos y cómo siguieron nuestras vidas. Sobre todo para aquellos que vivimos a la distancia ese profundo acontecimiento. Y se pregunta, cómo los estudiantes hicieron eso cuando salieron a manifestarse en las calles, hacían el amor en los cordones, arrojaban adoquines, parecía un sueño o una pesadilla según se lo mire, sostiene.
Toni y Rodi afirma, siguieron caminos diferentes en la década del setenta cuando había que tomar algunas decisiones que ya no eran adoquines sino otro tipo de proyectiles. Esa década fue como la del sesenta pero con armas, subraya. Ahí sus destinos se separaron. Rodi se entregó a esa característica revolucionaria y violenta, mientras que Toni, un bohemio, se resguardó más en recuperar los valores culturales, viajar por el mundo, de tener sucesivos amores y de ser más inconstante.
El detalle de la obra señala, está en el subtítulo que, a pesar de las dificultades carácteristicas de los protagonistas, siempre aparece de algún modo. La novela está narrada en tercera persona. Toni escribe su diario de viaje y lo hace en primera persona. La lectura entusiasma. Martiñá describe que lo escribió en tres partes para dar mensajes en distintos niveles:
El viaje, (representa la infancia); Los laberintos, (la adolescencia) y Los destinos, (la adultez). Las personas suelen ser más complicadas de lo que parecen y tienen razón para ser como son, finaliza el escritor.
Rolando Martiñá: educador, psicólogo clínico y educacional, ensayista y escritor de ficción. Miembro de diversos programas de Salud y Educación, estatales y privados, como Escuela de Capacitación Docente (1980-1996) y Programa Nacional de Convivencia Escolar (2004-2010). Autor de numerosas publicaciones. Sus últimas obras, «Escuela y familia: Una alianza necesaria», ed. Troquel, 2003. «Cuidar y educar», Bonum, 2006. «La comunicación con los padres», Troquel, 2007. «Paciente impaciente» (cuentos), Del Nuevo Extremo, 2009 y «Cuentos de todos los amores», del Nuevo Extremo (2016).
@camarrero1