El «Cuartito azul» en venta: qué puede pasar con la casa donde Mariano Mores vivió y compuso su primer tango

En Terrada 2410, entre Carranza y Lascano, se erige uno de esos rincones adorados por la tradición tanguera.

No quedan tantos en pie. Será por eso que el letrero que anuncia su venta, asusta y entristece. Se vendeelCuartito azul donde vivió el maestro Mariano Mores y su destino es algo incierto, aunque la legislación porteña protege a la casa que lo cobija debido a su irrefutable valor cultural. Ese lugar, donde Mores transitó siendo casi un adolescente, sigue como entonces, sin cambios y pintado de un furioso azul por la fe que lo empecina y parece detener el tiempo para homenajear a su más ilustre morador. «Compuso ese tango para mi abuela que le había conseguido el cuartito azul para vivir», explica Mariana Fabbiani. La actriz y conductora, que tenía una relación idílica con su abuelo Mariano, se sorprendió con la noticia de la venta de ese lugar del que tanto escuchó hablar en las tertulias familiares.

«Cuartito azul, dulce morada de mi vida. Fiel testigo de mi tierna juventud. Llegó la hora de la triste despedida. Ya lo ves, todo en el mundo es inquietud».

Después del mediodía, solo se escucha el canto de los pájaros. Acá la siesta se respeta, sobre todo en esas callecitas alejadas de las avenidas tumultuosas. Villa del Parque aún conserva ese preciado tesoro de la vida apacible de barrio. Una rareza. Cada tanto rompe la simetría algún pasaje que permitiría tocar un lado y otro con los brazos extendidos y crear una piadosa cruz fingida. Después de cruzar Álvarez Jonte, una avenida angosta que desmiente su categoría, transitar por Terrada rumbo al norte no depara mayores sorpresas que la de las casas con jardines prolijos, los perros que ladran para pasar el tiempo y algún murmullo que se filtra por ventanas entreabiertas para que entre el fresco en una tarde algo soporosa. Los edificios son pocos, la batalla la ganan las casitas amplias y sin alardes. El desprevenido pasará por alto la placa pegada en el frente a la altura del 2410: «En esta casa vivió y compuso el tango ‘Cuartito azul’, el maestro Mariano Mores. Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires». Sobre la puerta, para remarcar la cuestión y que no queden dudas, un letrero más modesto: «Cuartito azul», coronado por algo que otrora fue un tubo fluorescente en tiempos sin tecnología led. Orgullo del barrio que no todos conocen. Orgullo de una ciudad que suele olvidar legados.

El frente de la casa de Terrada 2410 con las placas que recuerdan que allí vivió Mariano Mores
El frente de la casa de Terrada 2410 con las placas que recuerdan que allí vivió Mariano Mores Fuente: LA NACION – Crédito: Hernán Zenteno

«Cuando compré no tenía idea de la historia de este lugar. Una vez que arreglé la operación, el chico que vivía acá me dijo que en esta casa había vivido Mariano Mores, pero la verdad es que, al comienzo, no le di importancia al dato. Al tiempo valoré el lugar, cuando me di cuenta que arriba estaba el cuartito azul», recuerda Susana Acuña, la propietaria de la casa durante la última década y que decidió ponerla en venta hace pocos días.

«Ya no soy más aquel muchacho oscuro. Todo un señor desde esta tarde soy. Sin embargo, cuartito, te lo juro, nunca estuve tan triste como hoy».

Se vende

Sobre la propiedad se aplicó una medida cautelar que la ubica en un catálogo preventivo, medida que impide su demolición, según informó a este medio la Dirección de Patrimonio, Museos y Casco Histórico del Ministerio de Cultura porteño. Es una buena noticia ante la incertidumbre de la venta y la incógnita de quién será su nuevo morador.

La actual propietaria tiró una pared para agrandar el living comedor, pero mantuvo intacto el resto de la propiedad. Incluso frenó una construcción que pensaba hacer en la terraza ante el impedimento legal: «Más de lo que yo hice, acá no se puede hacer», sostiene Acuña. La limitación es auspiciosa en torno a la supervivencia de la emblemática morada y una traba para quien desee comprar la propiedad y modificarla a su gusto.

Susana Acuña, la propietaria de la casa, en el famoso Cuartito Azul ubicado en el ingreso de la terraza de su casa
Susana Acuña, la propietaria de la casa, en el famoso Cuartito Azul ubicado en el ingreso de la terraza de su casa Fuente: LA NACION – Crédito: Hernán Zenteno

Ni bien se abre la puerta tipo garaje, un patio, cubierto con techo de chapas rectangulares que giran para que entre la claridad, da la bienvenida. El ojo, con el dato en mente, tarda menos que la velocidad de la luz para focalizar hacia arriba donde, al final de la empinada escalera de cemento, una puerta pequeña anticipa que allí está la habitación más famosa del tango argentino, esa pieza minúscula con su humilde baño adosado. Allí, en el prólogo de la terraza, vivió el enorme Mariano Mores y allí mismo, en el piano vertical que instaló antes que la catrera, compuso los acordes de esa canción que emociona con su poética melancólica. «En esa casa comienza a crecer como artista», sostiene Silvia Mores, hija del músico y, durante años, cantante de la orquesta de su padre.

Las paredes azules, como estaban pintadas en los tiempos en los que allí vivía Mariano Mores
Las paredes azules, como estaban pintadas en los tiempos en los que allí vivía Mariano Mores Fuente: LA NACION – Crédito: Hernán Zenteno

«Todos los dueños que fueron pasando por la propiedad respetaron el color azul del cuartito. Incluso, se conserva la bacha para lavar la ropa y el baño está intacto con todos sus artefactos originales», enumera la actual propietaria. Al lavabo de época se le suma aquella vieja cadena que hace funcionar el inodoro. Radiografía de los usos y costumbres del tiempo aquel. Más de dos personas son multitud. El cuartito es pequeño, casi de uso individual. «Supongo que sería el lugar donde compartiría los momentos con mi vieja, es lo que me imagino», reflexiona con picardía Silvia Mores.

Las actuales paredes azules recuerdan el mecanismo utilizado por el compositor de «Uno», una estrategia ante la escasez para mantener en condiciones el bulín: «Lo pintaba todos los meses con el azul de lavar la ropa y cal, porque no tenía plata para pintura. Así lograba mantenerlo impecable», explica la hija de Mores. La ventana minúscula «dejaba aparecer el sol de vez en cuando», recordó alguna vez el prócer del tango, el autor de una parte sustancial del acervo musical argentino.

«Cuartito azul, de mi primera pasión, vos guardarás, todo mi corazón. Si alguna vez volviera la que amé, vos le dirás que nunca la olvidé».

Aquel amor llamado Myrna

¿Por qué aquel jovencísimo Marianito Mores llegó a la casa de la calle Terrada? La historia es tan simpática como inspiradora. El novato músico vivía en la pieza de un conventillo junto a su madre y sus siete hermanos. Su padre había muerto cuando él tenía 14 años. «Trabajaba en las Academias Rubinstein como profesor de canto, armonía y composición. Ahí conoció a Myrna, mi mamá. También tocaba el piano en distintos lugares, en general lo hacía por la comida, porque no tenía un mango», reflexiona Silvia Mores.

Antes de la llegada de los Mores a Villa del Parque y ya iniciado el escarceo, Myrna no supo hasta bastante tiempo después dónde moraba Marianito: «Él le había mentido con respecto al lugar donde vivía, porque le daba vergüenza confesar que su casa era un conventillo. Por eso mi abuela iba siempre a visitarlo a otro lugar que él decía que era su casa», recuerda Mariana Fabbiani. La tramoya rindió hasta que se derrumbó inesperadamente: «En una oportunidad, papá estaba engripado y mamá se le apareció en el conventillo para verlo. Tocó timbre y lo atendió un encargado al que le dijo que estaba ahí para ver a Marianito. Obviamente, por respuesta obtuvo una negativa: ‘Acá no es, él vive en aquella pieza con su madre y sus hermanos’. Así fue como mi mamá se enteró de la verdad. A papá lo avergonzaba no tener un lugar mejor para vivir», reconoce la hija que hoy vive en la que fuera la histórica propiedad familiar en Recoleta.

El respeto de su propietaria: en el ingreso al Cuartito Azul, una placa y una foto homenajea al Maestro Mariano Mores
El respeto de su propietaria: en el ingreso al Cuartito Azul, una placa y una foto homenajea al Maestro Mariano Mores Fuente: LA NACION – Crédito: Hernán Zenteno

Myrna y sus padres, que tenían un pasar económico algo más holgado que los Mores, vivían en Terrada 2525, a una cuadra de la casa del cuartito. Myrna, para tener a su novio más cerca y para que pudiera vivir un poco más cómodo con su familia, consiguió la casa de Terrada 2410. Los padres de la novia ayudaron para pagar el importe del alquiler, dado que tenían mucha estima por el flamante novio de su hija. Una vez mudados, el músico ocupó el cuartito pegado a la terraza y el resto de la familia se desparramó por la planta baja.

«Cuartito azul, hoy te canto mi adiós. Ya no abriré tu puerta y tu balcón».

Regreso final

«Cuartito azul» fue el primer tango que compuso formalmente y el que le dio el primer espaldarazo de prestigio y popularidad en 1939. Curiosamente, la canción tuvo una primera aceptación en Montevideo, antes que en la arrabalera Buenos Aires. En aquel piano vertical de la pieza, Mores componía y realizaba sus arreglos corales. Por pudor e inexperiencia, mucho de ese material quedó en el anonimato. «Cuartito azul», en cambio, pudo ver la luz, aunque un tiempo después de haber sido compuesto ya que su autor lo tenía escondido pudorosamente dentro de un cajón. Inseguridades con menos de 20 años.

La casa donde Mariano Mores compuso Cuartito azul, en venta
La casa donde Mariano Mores compuso Cuartito azul, en venta Fuente: LA NACION – Crédito: Hernán Zenteno

En la prestigiosa casa de música Romero y Fernández, Mariano Mores conoció al letrista y dramaturgo Mario Battistella, que había trabajado con Carlos Gardel y acababa de regresar de Europa. A aquel lugar donde se reunía lo más granado de la lírica, Mores se acercaba para preludiar todas las tardes en algunos de los fastuosos pianos en exhibición. Fue en una de esas performances en las que Battistella escuchó un arreglo muy particular que había creado Mariano del clásico «La cumparsita». Inmediatamente le sugirió que escribiera tangos, pero Mores le confesó que él no se dedicaba a eso. Sin embargo, veloz de reflejos, le consultó a Battistella si él le pondría letra a una creación musical suya. La respuesta fue afirmativa. Aquellas variaciones de «La cumparsita» se transformaron en «Cuartito azul». «Fue mi primer tango, es mi hijo mayor», decía Mores al recordar la emblemática canción.

En 2012, la Legislatura Porteña decidió agasajarlo con un merecido homenaje. Le preguntaron si quería que fuese en el recinto o en la casa donde había vivido. El Maestro respondió que, si la dueña lo permitía, prefería que el homenaje fuese en Terrada 2410. A los 94 años volvió a la morada a la que nunca había regresado, acompañado por su hija Silvia y una multitud que lo esperó sobre el empedrado. «Vio la casa exactamente igual a cuando él vivía. Se emocionó mucho, lástima que no pudo subir. Silvia me pidió permiso para ingresar al cuartito, porque quería saber si estaba parecido a como se lo habían descripto. Cuando bajó me dijo: ‘Está igual a lo que me contó mi mamá’», recuerda la actual dueña de casa.

Silvia Mores no puede ocultar la emoción al recordar aquel día histórico para los vecinos de Villa del Parque: «Él siempre se acordaba del cuartito, pero cuando fuimos, ya no pudo subir. Recuerdo cómo miraba la escalera y el cuartito desde abajo. Fue una movilización interna muy grande para él. Esa mirada no me la olvido más».

La casa de Terrada 2410 está en venta y aunque la legalidad la protege de la destrucción es una incógnita el cuidado que podría tener con nuevos propietarios. El Maestro Mariano Mores murió el 13 de abril de 2016 a los 98 años, cuatro años después de haber visitado su morada más amorosa. Esa en la que concretó el amor y las primeras creaciones artísticas. Si bien los tiempos pandémicos han acotado aún más los siempre escuetos presupuestos de las carteras de Cultura de Nación y de Ciudad, lo cierto es que la compra de la casa podría concretarse desde el ámbito estatal con la mirada puesta en la creación de un museo que recuerde la inmensa obra de una de las figuras más ilustres de nuestra cultura. Si el Estado no lo hace, algún mecenas del ámbito privado podría tomar cartas en el asunto. Mariano Mores merece contar con un espacio propio que lo homenajee. Qué mejor lugar que su histórico «Cuartito azul».

«Aquí viví toda mi ardiente fantasía y al amor con alegría le canté. Aquí fue donde sollozó la amada mía, recitándome los versos de Chénier. Quizá tendré para enorgullecerme gloria y honor como nadie alcanzó, pero nada podrá ya parecerme tan lindo y tan sincero como vos».

Fuente: Pablo Mascareño, La Nación.