Estrenan “Camille, la maldita” en el teatro El Tinglado

El lunes 17 de enero, a las 21:30. Es una coproducción de las cooperativas El Descubridor y Radio Gráfica.

Con la actuación de Zuleika Esnal y la dirección de Manuel Callau, sube al escenario la obra de Hugo Barcia basada en la vida de Camille Claudel. El unipersonal cuenta con la colaboración especial de Héctor Alterio, Miguel Ángel Solá y Jorge Bosso, en un coro de hombres, y el diseño de espacio escénico e iluminación está a cargo de Héctor Calmet.

El lunes 17 de enero, a las 21:30 hs., en el teatro El Tinglado, Mario Bravo 948, CABA, será el estreno oficial de «Camille, la maldita», una obra de Hugo Barcia interpretada por la actriz Zuleika Esnal y dirigida por Manuel Callau.

La obra es un unipersonal sobre Camille Claudel, la escultora francesa de vida trágica que terminó sus días encerrada en un manicomio.

El París de fin de siglo XIX vivía los fulgores de la Belle Époque, pero esos fulgores no iluminaban con sus destellos a Camille Claudel. La genial escultora, y amante secreta de Rodin, había encontrado un techo y una frontera infranqueables. Como el resto de las mujeres de aquella época, debía ceñirse a los estrechos márgenes que la sociedad les tenía reservados: a las artistas plásticas, por caso, les estaba vedado tener modelos humanos y sus temáticas debían ceñirse a pintar o esculpir naturalezas muertas o paisajes. Camille lucha con todas sus fuerzas contra ese sistema injusto que castiga tanto a las mujeres como a los humildes que son arrojados a los márgenes de la sociedad.

En ese sentido, Camille levanta sus proclamas: “Así como las artes y las ciencias están reservadas para los hombres, así hay países que están condenados a producir alimentos y otros países que están destinados a comérselos”, asegura. Y agrega: “La lucha no es entre hombres y mujeres, sino contra ese poder que destroza las identidades de los hombres y mujeres de la Tierra y los condena no solo a la miseria, sino a ser invisibles”.

Camille también sufre los embates de sus maestros que buscan aprovecharse de los sueños de la joven artista. Pero, además, el aclamado Rodin la sometía con la ferocidad y la angurria de los que ambicionan la gloria solo para ellos: Camille, entonces, solamente sería su alumna y amante. Relegada a las sombras de lo prohibido, mientras Rodin se paseaba por los salones parisinos del brazo de su esposa Rose, Camille también sufría el rechazo de su madre Louise y su hermano Paul. Cuando Camille queda embarazada de Rodin, el escultor la abandona y la familia la declara insana. El futuro de la desgraciada Camille ya no estaba en el prodigio de su arte, sino entre los grises muros de un manicomio. A Camille solo le quedan dos alternativas: entregarse mansamente y terminar sus días encerrada en un manicomio o rebelarse para defender sus derechos como mujer y como artista.

“Camille, la maldita” se transforma, de este modo, en un grito desesperado contra las injusticias que sufren las mujeres y contra un sistema de poder que hunde en la miseria a millones de humildes en todo el planeta.