Gillespi encontró en una caja grabaciones inéditas de Sumo y Divididos: “Alguien pedía un casete virgen y yo se lo daba”

El hallazgo del trompetista incluye también cintas de Las Pelotas y otros artistas de los años 80 y principios de los 90

“Encontré unos 40 casetes en una caja en el altillo . Son de hace 30 o 40 años. Hay para entretenerse” escribió Gillespi en sus cuentas de Instagram y X. El mensaje, escueto, en sí mismo podría no decir nada. Pero si lo leemos como un epígrafe y vemos la foto, la cosa cambia. Porque en esos TDK hay grabaciones de Sumo en vivo, del primer demo (y los primeros ensayos) de Divididos, conciertos de Las Pelotas y más, mucho más. 

“Yo tengo una cosa medio de acumulador, ¿viste?”, dice el trompetista. “Afortunadamente, la casa que compramos con mi mujer en el 90, hace muchos años, había sido una fábrica de cortinas de enrollar, y contaba con un muy buen espacio atrás. Por lo tanto había un bruto galpón, con un techo altísimo, de fibrocemento. ¨Prácticamente tiene dos pisos de altura, una bestia. Y ese galpón yo siempre lo visualicé como mi estudio de grabación, ¿no? Te diría que nuestra casa era un chalecito muy modesto y lo del fondo era una cosa espeluznante, por lo grande.

Gillespi acaba de lanzar Forma (Club del Disco), un álbum en colaboración con el tecladista Álvaro Torres. Se presentan este martes 27, en Café Berlín, Av. San Martín 6656, junto a Leo Tegli (guitarra), Andrés Pellican (bajo) y Tomás Babjaczuk (batería).https://open.spotify.com/embed/album/18C7BxD6Et5Zn7xhNDHdaA?utm_source=generator

También, dice, hay un montón de cajas sin identificar, de distintos aparatos electrónicos, de instrumentos y de todo tipo de cosas, incluso muchas de ellas vinculadas a la fotografía (“la ampliadora, los tachos para para los ácidos para revelar las fotos, porque yo hacía fotografía, ¿sabías?”). En el afán de rescatar una funda para una trompeta vieja “un estuche de trompeta vintage del año del pedo que  tenía por ahí”, Gillespi abrió algunas cajas. “En una de ellas encontré carreteles de cinta abierta. Yo tengo un grabador de cinta abierta, ni sé lo que hay. En otra, bastante más grande, hay un montón de VHS, pero ni siquiera tengo videocasetera. Y otra de las cajas tenía casetes de audio. Afortunadamente, eso estuvo cerrado y bien embalado, con mucha cinta. Y ahí aparecieron todas estas cosas que son ochentosas. Creo que el archivo este puede terminar en 1992, con toda furia. Después, yo me pasé a la tecnología digital, al compact y quemaba muchos CDs, que también tengo una una cantidad impresionante. Pero, bueno, así fue como apareció esto”. 

En un pedazo de ese galpón, finalmente terminé haciendo mi estudio. Hice como un cubículo bastante grande, medio de cemento, al estilo Omar Chabán:un rectángulo de cemento con una puerta de entrada y aire acondicionado. Eso es mi sala ensayo. Y sobre ese cubículo, hay otro espacio del mismo tamaño que es un espacio de guardado. Sería el primer piso de este engendro. Bueno, y ahí hay millones de cosas. Cunas de mis hijos cuando eran bebés, bicicletas rotas, todo lo que te puedas imaginar”, describe.

El hallazgo es un aporte fundamental a la historiografía del rock argentino. Un tesoro codiciado por melómanos y con cierta proyección comercial. Sin embargo, Gillespi descarta cualquier tipo de especulación. “Mi idea es compartir el material. Creo que no corresponde hacer otra cosa. Pasaron tantos años y creo que esto, en verdad, puede servirle a gente para escuchar cómo era la música en ese momento, incluso para ver cómo se ensayaron algunos temas. Tengo algunos ensayos grabados y mi idea es, naturalmente, digitalizar ese materia. En ese proceso voy a estar, porque ya han pasado casi 40 años,  y es un soporte que, directamente, en cualquier momento deja de funcionar”.

Gillpespi está bien dotado. “Afortunadamente, cuento con varios aparatejos piolas para casetes, como una  Technics, profesional, con muy buenos cabezales de aquella época y  que funciona perfectamente. y después tengo el famoso portaestudio Fostex, que tiene buen fierrerío. ¡Y todo eso lo tengo en muy buen estado!”, celebra. Así que el plan es digitalizarlos, ecualizarlos y compartirlos. 

Gillespi dice que participa en la mayoría de las grabaciones incluídas en esos casetes. “Yo creo que grababa eso para después estudiar mis partes, mis participaciones”, explica. “En el Obras de Sumo, en el 87, que es la presentación de After Chabón, yo tocaban varios temas con la banda. Entonces, con Pettinato habíamos hecho una especie de arreglo para ‘Mañana en el Abasto’ que consistía en ir agregando como acordes con los caños, con notas largas y dándole un clima casi de teclado, pero con el saxo y la trompeta. Y estábamos en esa”.

Dice que si pudo tener esos registros es, en parte, porque  a nadie le interesaba lo que podía pasar con ese material: “Esto es completamente insólito, pero generalmente se podía grabar tanto con un grabador en una situación informal o en los en los conciertos porque siempre había una casetera atornillada en el rack de sonido. Y yo era el que llevaba los casetitos que me compraba en Constitución. Alguien pedía un casete virgen y yo enseguida y se lo daba. En el caso de Sumo, a Mario Lastiri le decía: ‘Loco, si podés grabámelo, si no está todo bien’. Y así tengo varias cositas grabadas”.

El 10 de octubre de 1987, Sumo presentó en Obras After Chabón, que sería el último disco de estudio de la banda. “Aquellanoche apareció Andrés Calamaro y cantó ‘La novicia rebelde’ con Luca, y, efectivamente, fue el material que filmó Rodrigo Espina en aquel momento con Aníbal Esmoris y que forma parte de la película Fuck You.  Creo que ellos pusieron el audio tomado de las cámaras, pero más allá de que la peli [de José Luis García] está buenísima, de haber sabido que existía este casete, yo les podría haber acercado este material”.

Las grabaciones están tomadas directamente de la consola. “No suenan ¡wow!”, aclara el músico. “O sea, el sonido es bueno, pero la mezcla es muy anárquica. El sonista estaba  todo el tiempo subiendo y bajando cosas en el show, y eso se ha transmitidoa la cinta: todos esos cambios de sonido en tiempo real. Por ahí subía la viola, después la bajaba y desaparecía esa guitarra. Porque el sonidista tenía que compensar, un poco, el volumen del escenario que era impresionante por los propios equipos que tenían Diego, Ricardo y Germán, básicamente. Entonces ellos ya sonaban muy fuerte en el escenario. Entonces a veces el sonista apenas les daba apenas un toque por los parlantes principales, y eso queda reflejado en la grabación. Es decir, por ahí esos instrumentos están bajitos para el criterio del sonidista, pero no era así como sonaba en el estadio. Sumo sonaba muchísimo desde el escenario, no tanto desde la amplificación. Se usaba para la batería, el saxo de Roberto [Pettinato], para mi trompeta, un micrófono para la voz de Luca, obviamente, pero había mucho del sonido general que venía de los equipos”.


De sus encuentros seminales con Sumo, dice Gillespi: “Yo me me adosé a ellos, ¿viste? Era como un sticker. Mi situación era ir con la trompeta y esperar pacientemente a que las cosas sucedieran. En una oportunidad Luca me dijo: ‘Mirá, si yo si te miro y te digo ‘vos tocás’, vos tocás. Y ese fue el código entre nosotros. Entonces yo me ponía ahí, a un costado de Petti. Había algunos temas que sí habíamos ensayado, como ‘El reggae de paz y amor’, ‘La rubia tarada’, ‘Los viejos vinagres’, ‘Disco Baby Disco’, ‘1989’, en ‘Mejor no hablar de ciertas cosas’ habíamos incorporado caños ahí haciendo unas cosas medio por semitonos, unos arreglos medios raros. Pero a eso se sumaba que por ahí tenía que hacer otras cosas: a mí me ha tocado hacer el solo de ‘Fuck You’ en el estadio de Los Andes. Creo que hizo un solo Ricardo y después siguió el tema extendido y Luca me hizo tocar a mí. Y  bueno, era un tema punk al palo y toqué lo que pude. Pero un poco la dinámica era esa, ¿viste? Luca iba mirando para un lado, para el otro, relojeando a ver a quién se le ocurría meter. Las versiones en vivo generalmente eran muy extendidas y pintaban solos, ¿viste? Y ahí estaba yo, siempre atento, con la trompeta en la mano”.

Este arcón de los recuerdos le permite al trompetista reflexionar sobre aquellos tiempos. “Los 80 para mí fueron muy interesantes, porque yo entré por el costado a todo esto. Yo entré entré por el free jazz, aunque parezca totalmente demencial. Como yo no tenía una formación académica para tocar el instrumento, naturalmente me fui vinculando a gente que estaba medio en la misma. Y en Buenos Aires que había algunos locos que hacían free jazz.También llegó la gente de M.I.A. [Músicos Independientes Asociados], que tenía una concepción muy abierta de la música, y ahí cabía un poquito de jazz también, de la mano de Nono Belvis, sobre todo, que era el marido de Liliana Vitale. Y de Kike Sanzol, que era un loco divino. Él fue el que más me ayudó en ese momento: hicimos un dúo de percusión y baterías, auque también tocaba el vibráfono y yo la trompeta. Tocábamos en vivo. ¡Era insoportable! [risas]. También aparece Mex, como él era el famoso ‘Wormex’, que le decían así que era discípulo de Donvi, el papá de Lito. Mex estudiaba piano, también creo que estudiaba saxo con Bernardo Baraj. Y ahí terminamos haciendo un grupo que se llamó Faisa, en una cosa muy experimental. Después hicimos La Sonora del Plata que era más en plan Hermeto Pascoal, si cabe una referencia. Y ahí bueno, nos agarra Litto Nebbia, le encantó la banda y terminamos grabando dos discos con Litto de productor en Melopea. Y había varios músicos muy interesantes que aparecían por ahí. Yo tenía un dúo con Quique Sinesi, e iba mucho a Villa Lugano, a ensayar en su casa, un dúo de guitarra eléctrica con pedales y efectos y la trompeta. Lo que me gustó de Sumo es que tenía una cosa de free jazz. Pettinato tenía una impronta de free jazz con el saxo. O sea, él no tocabacosas normales del saxofonista meloso de aquella época. Tocaba al estilo de de los músicos del Art Ensemble of Chicago, Dave Murray y de Ornette Coleman, Pharoah Sanders… Estaba en esa onda, iba por ese palo, Petti. Y a mí me encantó. Porque a mí me gustaba mucho Lester Bowie en ese momento del Art Ensemble of Chicago, también Don Cherry y me gustaba esa estética. Y cuajó perfecto en Sumo porque ellos no querían el trompetista mariachi. Querían una cosa densa. Y ahí entramos, y así pude compatibilizar el mundo ese de Melopea con esto. Era raro en ese momento. Hoy por ahí sería más sencillo de entender: en aquel momento eran como clubes medios distintos, pero yo lo compatibilizaba”.

Fuente: Rollingstone