Joaquín Furriel: los clásicos, el odio explícito y cómo se prepara para encarnar al rey que siente placer cuando hace el mal

Esta semana, el actor vuelve a Shakespeare y a la sala de sus amores, el Teatro San Martín, para protagonizar Ricardo III, con dirección de Calixto Bieito; “todos conocemos ese placer que habita en la maldad”, asegura

Con una sonrisa de oreja a oreja, Joaquín Furriel llega al hall de la sala Martín Coronado del Teatro San Martín para la nota. Se saca el buzo, la remera, se vuelve a poner el buzo y deja que la fotógrafa haga su trabajo, con la mejor predisposición imaginable. En definitiva, está jugando el juego que más le gusta: hacer teatro.

Cuando tenía 12 años, los psicopedagogos de su escuela en Adrogué lo evaluaron y afirmaron que tenía “mucha creatividad puesta en un mal lugar”. Un año después, empezó a estudiar actuación. No paró. No para ahora mismo, a días de estrenar La verdadera historia de Ricardo III, versión libre sobre Ricardo III, de William Shakespeare; que cuenta con dirección del catalán Calixto Bieito, el reconocido director y regisseur que vive en Basileo, Suiza. Ya habían trabajado juntos en esta misma sala en 2010, en aquella personal versión de La vida es sueño de Calderón de la Barca. “El director rebelde de Europa […] regala un teatro salvaje, que sale de las tripas y del corazón de cada acto”, afirmó la crítica de LA NACION sobre aquella puesta en la que Furriel compartía escenario con Muriel Santa Ana.

Esta vez, este talentoso actor desde el viernes estará acompañado por Luis Ziembrowski, Ingrid Pelicori, Belén Blanco, María Figueras, Marcos Montes, Luciano Suardi, Iván Moschner, Luis “Luisón” Herrera y Silvina Sabater. Harán temporada hasta septiembre, luego se presentará en Madrid y Bilbao. Probablemente, vuelvan a hacer gira internacional como nueva temporada en la Martín Coronado el año próximo. Pero nada de eso todavía está confirmado. Ahora, Furriel se concentra en el complejo armado de esta maquinaria escénica.

En el mismo escenario en donde hicieron La vida es sueño, Joaquín Furriel y Calixto Bieto ajustan la maquinaria de esta nueva versión de Ricardo III
En el mismo escenario en donde hicieron La vida es sueño, Joaquín Furriel y Calixto Bieto ajustan la maquinaria de esta nueva versión de Ricardo IIISebastián Miquel

“El sábado y el domingo hicimos las primeras pasadas de toda la obra. Ayer, lunes, quedé muy cansado y preguntándome qué cosas estaré depositando acá -confiesa el brillante intérprete-. No puede ser que esté desde hace tres años detrás de esta ilusión, que me da tantas ganas, y que desde hace dos meses mi vida esté casi exclusivamente pendiente de Ricardo III..

-¿Y qué te respondiste?

-Hace tres años decidí llamarlo a Calixto con la intención de convencerlo de que venga a dirigir la obra a Buenos Aires. No es fácil conseguir a un director que está en su mejor momento, con una agenda tan compleja, que pueda venir a trabajar a la Argentina, con lo que se le puede pagar en este país.

-Eso también es extensivo a tu caso, porque tu cachet en el San Martín es, seguramente, menor al que podrías cobrar en un obra comercial.

-Cierto…, pero terminé Hamlet, que dirigió Rubén Szuchmacher en esta misma sala, y quedé un poco boyando. A mí me gusta, cada unos cuatro años, volver al teatro. En el último tiempo se me dio un recorrido audiovisual interesante, con buenos proyectos que disfruto hacer; pero si no ando atento, pueden pasar unos tres o cuatro años sin subirme a un escenario, lo cual me hacer sentir el sinsentido de hacer series y películas. Es que desde los 13 años hago teatro, es un espacio diferente para mí y especialmente este tipo de obras clásicas, que me atraen desde la adolescencia. En este tiempo había empezado a leer obras y me pasó que, en este contexto de la postglobalización que vivimos, en medio de este descontrol comunicacional que no está regulado por ningún sistema, empecé a percibir que volvía una especie de odio explícito. Cuando leí Ricardo III desde esa perspectiva pensé que podía ser algo interesante para llevar a escena.

Joaquín Furriel, un alto en un ensayo en el Teatro San Martín; "Con Calixto teníamos ganas de volver a encontrarnos", asegura acerca de Bieito, el director de la puesta
Joaquín Furriel, un alto en un ensayo en el Teatro San Martín; «Con Calixto teníamos ganas de volver a encontrarnos», asegura acerca de Bieito, el director de la puestaPilar Camacho

-Y tu primer aliado fue Calixto Bieito.

-Sí, por el recuerdo de cuando hicimos La vida es sueño. Cuando nos conectamos por Zoom me di cuenta de que los dos teníamos ganas de volver a encontrarnos. Y acordamos hacer una paréntesis en su actividad operística y yo hacer lo mismo yo con lo audiovisual. Dejamos en claro que lo económico no era lo que regía todo esto, que debían ser otras cuestiones las que nos motivaran. Y, cómo son las cosas en Europa en comparación con la Argentina que él sabía, en 2023, que tenía un mes libre esta temporada. Pero de aquel momento al actual pasaron muchas cosas: nuevos presidentes, Gaza, guerras…. En medio de todo esto, a fin del año pasado se fue armando el elenco, que está compuesto por actores de energías muy diversas que están dando lo máximo para poder entrar en un sistema común.

-Y todos elegidos por casting.

-Correcto, algo que en Europa es común. En diciembre se hicieron las audiciones y dimos una nota de adelanto a LA NACION y recuerdo claramente que, en un momento de la charla, nos tentamos de risa. Es que hoy, en este contexto mundial en el que todo se fue extremando para todos los lados imaginables, hacer Ricardo III parecer ser un poco una ocurrencia. Pero dejo muy en claro que a Calixto no le estimula lo más mínimo montar una obra pensada para un momento en especial.

“Si uno quisiera hacer una analogía entre Ricardo III y los líderes de hoy, yo sumaría personalidades de un gran espectro político, para no quedarme en la simpleza de reparar en el que grita más fuerte».

-De hecho, hacen una versión propia de la obra de Shakespeare.

-Más que eso. Calixto trabajó in situ y era complejo saber qué se imaginaba de antemano. En algún momento le pregunté si Ricardo III iba con joroba a no. “¡No, no, no… No vamos a hacer un teatro tan literal”, me respondió inmediatamente. Hoy no hace faltar tener una joroba para hacer de malo, eso fue una especie de fake news que escribió Shakespeare. De hecho, en 2012 descubrieron en una playa de estacionamiento el cadáver de Ricardo III y no tenía joroba, tenía una escoliosis.

-Así comienza la versión.

-Exacto. Calixto plantea que el mal es algo inherente al hombre, no considera que uno sean buenos y otros malos. En esta época, el hombre se comporta como Dios, no se cree Dios. Esta versión toma un texto escrito en el principio del Barroco, ambientado al final de la Edad Media y versionada en 2025 con traducción de Lautaro Vilo, en la que se habla en decidido porteño.

Tiempos de reyes

-Cuando Alfredo Alcón protagonizó Ricardo III en 1997, sostuvo en un reportaje: “En la época de la obra, las mafias eran más impunes, desde el momento mismo en que un rey era rey por la gracia de Dios. […] La democracia permite que no sea tan fácil que los poderosos nos quieran hacer creer que están allí por gracia de Dios”. Hoy se escucha hablar de las fuerzas del cielo, y las recientes manifestaciones contra Donald Trump se realizaron bajo el lema Not kings.

-Anunciar el mal es un hecho subjetivo, lo complejo es poder objetivarlo. En nuestra sociedad, es un problema que venimos arrastrando desde la época de los unitarios y federales, cuando el que se oponía a una idea se transformaba en enemigo. Los 90 fueron una etapa neoliberal de la cual nosotros, como país, no nos quedamos afuera. En la actualidad hay un surgimiento de la extrema derecha a nivel mundial, con un discurso que señala siempre al enemigo. Hace tres años, cuando nació la idea de este montaje, las confrontaciones eran otras. Esta versión habla de la especie humana, en la que cada uno aporta su subjetividad. Algunos, escucharán textos que lo remitan a tal; para otros, a aquello. El odio que tiene Ricardo III manifestado al principio de la obra es el odio del que está afuera de cualquier decisión y de alguien que no tiene ningún acceso al poder por vía legal.

En personaje: así se verá el Ricardo III compuesto por Joaquín Furriel
En personaje: así se verá el Ricardo III compuesto por Joaquín FurrielSebastián Miquel

“Como no puedo actuar como un amante y disfrutar de estos días elegantes y bien hablados, voy a hacer el mal y a odiar los placeres frívolos de estos días”, dice Ricardo III, el personaje, al inicio de esta versión.

Sigue Joaquín Furriel: “Por el bullying que recibió de chico, Ricardo III quedó afuera. Pero si le quitás eso, y es una de las cosas que me fascinan de Shakespeare, que todos nos hagamos dueños de alguna subjetividad. Unos dirán que si no es jorobado, la obra no funciona. Para otros, el texto habla del poder. O del mal. O podrán decir que todo es una farsa más cercana a una pieza de teatro infantil sobre cuestiones adultas. La idea que me interesó, y que seguimos trabajando, es que no hace falta justificar la maldad».

“Si uno quisiera hacer una analogía entre Ricardo III y los líderes de hoy, yo sumaría personalidades de un gran espectro político, para no quedarme en la simpleza de reparar en el que grita más fuerte. Dicho esto, hay gestos del presidente de mi país que me parecen realmente cínicos. Jamás pensé que un presidente podría tener las actitudes que tiene en foros internacionales o en tuits. Pero no lo veo menos grave a que me encierren en mi casa y que un presidente esté festejando el cumpleaños de su mujer en la Quinta de Olivos. Yo puede tener más sintonía con uno o con el otro; pero lo que tengo en claro es que siempre voy a estar parado en la democracia, aunque sea un sistema muy complejo. No me gustan las teocracias ni las autocracias, ni concibo gobiernos totalitarios».

Imagen de Furriel y Calixto Bieto de diciembre pasado, cuando le adelantaron en forma exclusiva a LA NACION el proyecto de Ricardo III, que estrena el viernes 27 de junio
Imagen de Furriel y Calixto Bieto de diciembre pasado, cuando le adelantaron en forma exclusiva a LA NACION el proyecto de Ricardo III, que estrena el viernes 27 de junioSantiago Filipuzzi

En medio de la reflexión, se detiene. Tras un largo silencio, agrega: “Si Calixto me estuviera escuchando, diría que nada de todo esto le interesa para Ricardo III. Lo que él propone todo el tiempo es buscar esa zona de placer de quien está en una zona de maldad. Todos conocemos eso. Me ha pasado de toparme con tipos que disfrutan maltratando al otro, pero hay algo de la alquimia de esa maldad que es seductor. De hecho, estoy metido en esta obra hace años, cuando podría estar haciendo una comedia romántica y dejarme de joder con todas estas cuestiones”.

Un momento de quiebre

-Podrías estar haciendo una comedia en teatros con grandes marquesinas, pero todo esto también es una forma tuya de volver a apostar por el Teatro San Martín.

-A los 40 años tuve un ACV que me dejó detenido un par de meses. Empecé a separar la paja del trigo y me propuse hacer cada cuatro años una obra. Mi sueño de chico era formar parte del elenco de repertorio. Veía a actores como Roberto Carnaghi, a Márgara Alonso u Osvaldo Bonet haciendo un montón de personajes, y me tentaba. Cuando entré al mercado laboral me di cuenta de que, para vivir de esto, debía hacer televisión, porque no tengo otras alternativas por fuera de la actuación. En la tele me empezó a ir bien en un contexto que desconocía, porque en la casa de mis viejos no se consumían telenovelas. Mi trabajo en telenovelas me dio algo muy grandioso, que es que mucha gente me pueda reconocer.

-Vos mismo aclaraste que empezaste a hacer televisión para ser conocido.

-Claro. Mientras hacía la telenovela Soy gitano estaba haciendo Don Chicho, en el Cervantes, dirigido por Leonor Manso.

Joaquín Furriel, en el primer piso del Teatro San Martín; "Acá conocí a la madre de mi hija y trabajé con Alfredo Alcón", evoca
Joaquín Furriel, en el primer piso del Teatro San Martín; «Acá conocí a la madre de mi hija y trabajé con Alfredo Alcón», evocaPilar Camacho

-Y rechazaste hacer Taxi 2, en Carlos Paz, para hacer teatro en el Cervantes.

-Tal cual. Era el momento de facturar, digamos. Yo trato de ser ordenado económicamente, mis gastos son austeros. Aunque viva muy bien, siempre estoy pendiente de no pasarme de tuerca. Lo que más felicidad me da es poder decidir lo que quiero hacer, eso me da mucha libertad. En este país somos muy pocos los que podemos actuar de esta manera, soy un privilegiado porque todo mi entorno cercano la está pasando muy difícil, algo que me genera mucho dolor.

-Si se repara en noticias tuyas de estos últimos años aparecés en escenario soñados rodeado de celebridades por iniciativa de una marca de moda; charlando con Martin Scorsese, actuando en el Teatro Colón en el Festival Argerich o recibiendo un premio por la serie El reino. Sin embargo, ponés en pausa todo eso para volver al San Martín.

-Tal cual. Porque acá, en el San Martín, conocí a la madre mi hija en una obra [con Paola Krum hicieron Sueño de una noche de verano], acá trabajé con Alfredo Alcón, uno de mis grandes referentes, en Final de partida, su última obra: acá hice La vida es sueño y Hamlet. Me formé en una institución pública, en lo que ahora es la UNA. Yo no exijo ninguna ética en particular, pero a mí me da sentido estar en esta sala, con el público que puedo llegar a traccionar por las obras anteriores que hice acá mismo. Creo en las instituciones culturales públicas y soy el actor que soy gracias a la educación que tuve.

“Lo que más felicidad me da es poder decidir lo que quiero hacer, eso me da mucha libertad. En este país somos muy pocos los que podemos actuar de esta manera”.

-Tu trayectoria demuestra tu compromiso con las instituciones de este tipo pero acá mismo transitaste momentos muy ingratos junto a Alcón.

-No fue un buen final para Alfredo. Fueron los años más oscuros del San Martín, el edificio del teatro, antes de las obras de infraestructura que luego se encararon, se estaba viniendo abajo. Hay que ser exigentes para que estas salas mejoren pero, al mismo tiempo, es importante ocupar el espacio como una forma de mantenerlas vivas a pesar de todo.

-Poner el cuerpo.

-Sí. En la actualidad tengo dudas porque creo entender la virtud de la destrucción, pero no llego a entender cuál es la construcción. A las instituciones públicas había que sanearlas y mejorarlas, en eso estamos de acuerdo; algo que se podría haber concretado en otro momento para que no suceda lo que está pasando ahora. Ya está, estamos donde estamos. En este marco, estar haciendo Ricardo III acá es una especie de refugio.

Joaquín Furriel, Belén Blanco y Luis Ziembrowski; días antes del estreno, LA NACION presenció un ensayo de Ricardo III, en la sala Martín Coronado, del Teatro San Martín
Joaquín Furriel, Belén Blanco y Luis Ziembrowski; días antes del estreno, LA NACION presenció un ensayo de Ricardo III, en la sala Martín Coronado, del Teatro San MartínSebastián Miquel

-¿Y cómo ves el funcionamiento actual del San Martín?

-En este espectáculo estoy involucrado en la producción artística. Siento una gran admiración por el trabajo que vienen realizando los distintos equipos del Teatro. Calixto Bieito va a terminar montando todo en tres semanas y media para una obra técnicamente compleja. Y tiene una dinámica muy particular de trabajo: va armando todas las noches mientras todos los del elenco empezamos a ir por otros lados de lo imaginado.

Marcaciones de ensayo

Dos horas después de la charla, Calixto Bieito está en un ensayo en la Martín Coronado en medio de marcaciones con la gente de escenotécnica, en la que el castellano convive con el inglés y el alemán. Hay una gran estructura metálica en el centro, siete pantallas en las alturas, un coche Torino en el centro del gran escenario, sillas, mesas y los 10 actores probando matices, ajustando piezas, descubriendo tonos e intensidades.

“Es una muerte asquerosa y vos te estás cagando en todo el mundo. Cortá el texto en los momentos más insospechados”, le indica a uno de los actores al que le pide transitar un brutal expresionismo. En otra escena entre Belén Blanco, Ingrid Pelicori y Silvina Sabater, le dice a esta última, la Reina Margarita y Philippa Langley porque la mayoría del elenco aborda diversos personajes. “¡Tócate! Quiero un orgasmo mientras dices el texto”. Ante cada marcación, el director catalán que se ganó la fama de enfant terrible de la escena europea pone el cuerpo, la voz, en su constante intento de alcanzar un crudo expresionismo.

Furriel en La vida es sueño, en Final de partida y en la versión de Hamlet, que fue un éxito absoluto de público desde su estreno, en 2019
Furriel en La vida es sueño, en Final de partida y en la versión de Hamlet, que fue un éxito absoluto de público desde su estreno, en 2019Archivo

Nuevo salto temporal. Hall de la Martín Coronado, de nuevo. El estreno de La verdadera historia Ricardo III sucederá a la versión de El trágico reinado de Eduardo II…, que montó Alejandro Tantanian y que estuvo en cartel hasta principio de año. William Shakespeare y Christopher Marlowe habitando el mismo espacio como si fuera un díptico.

Cuando se le consulta a Joaquín Furriel sobre una texto preferido de Ricardo III el hincha confeso de Racing Club que fue uno de los protagonistas de la serie Montecristo arma su propia seguidilla. “En la Martín Coronado dije del monólogo de Calderón de la Barca, el de ‘Los sueños, sueños son’, y me animé al ‘ser o no ser’, de Hamlet. En la Casacuberta dije: ‘El resto es silencio’, de Final del partida. El solo hecho de imaginar que, en pocos días voy a empezar a decir ‘mi reino por un caballo’…

-Tachame la doble.

-¡¡¡Correcto!!!

Para agendar

La verdadera historia de Ricardo III, versión libre de Calixto Bieito y Adrià Reixach sobre Ricardo III, de William Shakespeare, con traducción de Lautaro Vilo y dirección general de Calixto Bieito. Sala: Martín Coronado, del Teatro San Martín (Corrientes 1530). Funciones: desde el viernes 27 de junio, de miércoles a sábados, a las 20; domingos, a las 19. Entradas: desde 7560 pesos.

Fuente: Alejandro Cruz, La Nación