KISS: el primer gran show confirmado en la Argentina para el año que viene

Con la flexibilización de las restricciones, los recitales presenciales regresaron el mes pasado. Qué va a pasar con los festivales programados para los próximos meses.

Un paso atrás, uno hacia adelante, varios al costado. La industria de la música en vivo en Argentina intenta sobrevivir con mínimas bocanadas de aire en forma de nuevos protocolos y eventuales flexibilizaciones, mientras la curva de contagios y muertes por la pandemia de Covid-19 se mueve al mismo ritmo: sube, baja y mantiene una meseta alta.

El DNU emitido en junio pasado por el gobierno nacional permitió la vuelta de la presencialidad a los shows al aire libre con un aforo reducido de un 30% de la ocupación total y un 50% para teatros. Y, a mediados del mes pasado, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires anunció que desde este mes se podrán llevar a cabo eventos culturales con un máximo de mil personas.3Ads by

La decisión llega luego del cierre total que frenó la actividad desde finales de abril y de un verano de agendas no muy apretadas con espectáculos en burbujas y corralitos para pocos hasta las primeras semanas del otoño 2021. Al menos en Buenos Aires, primó el uso de espacios masivos abiertos como el Hipódromo y el Campo de Polo de Palermo, Mandarine Park y las canchas de rugby de Obras, sin mucha amplitud a categorías más pequeñas y con el cierre definitivo de algunos nombres de la cultura emergente. Y, hasta el cierre de esta edición, las restricciones para recitales en locales Clase C (espacios porteños como Niceto, Uniclub, Vorterix o Groove) siguen vigentes, empujando a los bolicheros a una reinvención que comenzó en marzo del año pasado.

Fue una larga temporada de experimentos –shows y contenidos vía streaming, recitales en autocine, acústicos hogareños, festivales multiplataforma, vivos por Instagram– que sirvieron como un maquillaje más emocional que tangible. Si 2020 fue un impulso de búsqueda y desafío de los límites técnicos y creativos, 2021 es apenas una sombra del nocaut.

Con el OK para volver a la presencialidad, varios artistas pudieron finalmente realizar algunas fechas que quedaron colgadas cuando en abril se impusieron de nuevo las restricciones.

Acostumbrados a la imponencia del River Plate, en el que tocaron en 2018 –además de las experiencias con Los Piojos–, y los sucesivos Luna Park agotados antes del confinamiento, a Ciro y Los Persas no les quedó otra que armar una residencia en el Teatro Ópera. El tablado de la avenida Corrientes –que cuenta con 1.700 butacas– tuvo al ex frontman de Los Piojos dando funciones para 500 personas. “Ir al Ópera nos dejaba continuar con el trabajo de nuestros artistas, pero fue muy desafiante la logística de ventas y funciones”, explica Billy Álvarez de 300 Producciones, encargados de la agenda de Ciro y Divididos, entre otros artistas, y que para el inicio de 2020 tenía en su plan de trabajo alrededor de 150 shows anuales. Lejos de alcanzar una rentabilidad que provea un sostén estructural en el largo plazo, en 300 sostienen que la esperanza es lo último que se pierde: “Si nos ponemos fríos, hay un déficit en el volumen, pero es positivo desde el costado humano”, completa Álvarez. El 27 y 28 de este mes, Ciro dará los shows que iba a realizar el 23 y 24 de abril pasado. Además, agregó dos funciones para el 1° y 2 de septiembre.

La vuelta es a pérdida y va a ser así por un largo tiempo. Pero se vuelve porque hay que desarrollar y dar trabajo a gente que está peor que nosotros: nuestros stage y técnicos que tuvieron que salir a laburar de otra cosa”, dice Tori Carrera, manager de Massacre, que realizaron un show con asistencia limitada en el Teatro Coliseo a principios de julio, la reprogramación para una fecha que fue anunciada en un principio para mayo. Esta vez fue sin el clásico desfile de fanáticos empapados haciendo stage-diving y cantando abrazados a Walas; en su lugar hubo distancia y protocolos tanto para el público como para los trabajadores detrás de escena. El 7 de este mes, la banda volverá a tocar en el Coliseo.

Massacre ya tenía rodaje en el circuito de teatros (en otros tiempos pasaron por el Gran Rex, Broadway y el mismo Coliseo), lo que ayudó a una adaptación orgánica a este formato. Sin embargo, se trata de un modelo que no deja márgenes y no es escalable a cualquier grupo, especialmente en los de las primeras franjas del indie, y sobre todo para quienes no logren traducir sus propuestas a un ámbito con estrictas regulaciones.

“Muchos han salido a tocar solo con sus guitarras, o con formaciones mínimas. Bueno, Walas no hace eso. Nosotros no lo tenemos ni previsto y no sería una alternativa”, explica Tori Carrera. “Pensamos en mostrar lo que la gente conoce de Massacre: una banda, cinco músicos”.

Uno de los que sí pudo acomodarse fue Mateo Sujatovich, que con un tour virtual en 2020 de su proyecto Conociendo Rusia, llegó con el streaming a España, y este año lo hizo de manera presencial y unipersonal en cinco ciudades ibéricas. Acompañado por un teclado y su guitarra, Sujatovich corre con la ventaja del frontman cantautor que monetiza sin el peso de una gran estructura que mantener.

“Hay bandas que eligieron frenar por completo. No les conviene o directamente no quieren tocar, o prefieren esperar a septiembre con la esperanza de que mejore la situación. Los músicos están en crisis”, dice un productor en off, también subrayando el vector emocional que atraviesa a aquellos artistas afectados físicamente por el virus o que perdieron familiares o allegados como consecuencia de haber contraído Covid-19.

Locales como Niceto Club apuntan a un cambio en la carátula de habilitación para hacer shows reducidos. El icónico boliche de Palermo hoy podría abrir como espacio gastronómico, ofreciendo localidades solo para cien personas sentadas, con distancia entre las mesas y un DJ musicalizando, sin artistas sobre el escenario. “Es una activación que en términos financieros no rinde, pero mantiene con vida al lugar y la energía de hacer cosas ahí”, explica su productora general Sabina Conti. “Estamos buscando que nos dejen aunque sea tener música en vivo con la gente sentada”.

De los pocos lugares en CABA abiertos para shows, Camping continuó con su propuesta de eventos en modo fogón, inclusive con la llegada del invierno y una mudanza de sede en plena pandemia. Antes en el Buenos Aires Design, ahora en una parcela del Museo de Arquitectura y Diseño en Retiro, puso a bandas como Bestia Bebé, Viva Elástico y Las Ligas Menores a sonar para audiencias de hasta cien personas, donde antes entraba el triple de espectadores. “Son tiempos para hacer lo que se puede, con lo que se puede. La flexibilidad es la que manda”, dice Gabriel Balán, uno de los dueños.

Otra de las problemáticas que desvela a promotores y a managers es la imposibilidad de generar oportunidades en el ecosistema federal e internacional. Gastón Fernández, director de Marketing de S-Music y persona a cargo de los shows del grupo 1915, cuenta que le tocó cancelar a último momento una gira por Mendoza a raíz de un desbalance del retorno de inversión. “Una banda que te corta 2.000 tickets tiene un costo igual a su caché en el traslado, alquiler de backline o la solución que haya. Pensá que un ómnibus de gira te sale 200 pesos el kilómetro: termina ganando más el que traslada que la banda”, completa Fernández.

Hay casos como el de Ciro, que a mediados de septiembre empieza una gira por España, donde ya están Conociendo Rusia, Duki y Trueno, pero lo cierto es que la subida del dólar y también las limitaciones para hacerse de los billetes en el mercado oficial, cruzado por los posibles cierres de frontera por contagios o circulación de cepas nuevas, hace que no solo el interior argentino siga postergado. En el plano internacional, mercados como México o España hoy son destinos utópicos para la mayoría. “Es insólito, pero algo simple como tratar de llegar a Rosario o Santa Fe es complicado. No hay manera de pensar un show normal”, admite Tori Carrera. “Afuera, todo dolarizado, entre visas de trabajo de todo el staff y músicos, exceso de equipaje y otras cargas impositivas, ya con pisar el aeropuerto estás perdiendo plata. Imaginate si te quedás varado veinte días en Europa”.

En el Viejo Continente, el gobierno del Reino Unido –entrando en su cuarta fase de desbloqueo– decidió levantar restricciones que devolverán la normalidad para la música en ese país. Aunque desde las oficinas de Boris Johnson piden prudencia a la población y a los productores, advirtiendo que “la pandemia no se va a terminar pronto”. Como contracara, en Cataluña recientemente dieron marcha atrás en la apertura de bares y locales nocturnos: no bastó tener a un 40% de inoculados en la península ibérica, el coronavirus volvió a ganar la pulseada a través de la variante Delta. De hecho, en marzo se habían retomado las actividades (Love of Lesbian, por ejemplo, tocó en el Palau Sant Jordi frente a 5.000 espectadores testeados y con tapabocas), sin embargo, el rebrote dio lugar a que el Ministerio de Sanidad proponga en todo el territorio español “limitar el horario nocturno en los interiores de aquellos establecimientos en los que no se puedan garantizar el cumplimiento de las medidas de prevención” y “suprimir la celebración de los eventos multitudinarios si no se pueden garantizar el cumplimiento de las medidas de prevención”.

En Estados Unidos, Foo Fighters reabrió el Madison Square Garden con un emotivo concierto a capacidad completa, donde 15.000 asistentes tuvieron que presentar carnet vacunatorio en la puerta.

Lo que hizo la banda de Dave Grohl es algo que miran atentamente todos los relacionados con la música en el hemisferio sur. Desde que empezó la vacunación en febrero, y al cierre de esta nota, se reporta en Argentina que un 43% de la población ya cuenta con la primera dosis aplicada y poco más de un 11% con la segunda. Son estas cifras de las que un país entero conversa a diario, y que el sector de la música en vivo piensa como un oasis en medio de una tortuosa procesión de un año y medio.

“Mi única fe es esa: tener una agenda para gente vacunada quizás como parte de las próximas etapas. Pero por ahora son ilusiones que se piensan a partir de ejemplos externos. Y en simultáneo están creciendo otras cepas, entonces no se puede hacer pronósticos”, dice Sabina Conti.

Algunos productores especulan con que recién en febrero de 2022 podría darse una situación similar para nuestro país. Los números informales que maneja la industria para el próximo verano argentino oscilan en fechas para entre 8.000 y 10.000 espectadores, lo cual podría arrinconar las ambiciones de los masivos Cosquín Rock o Lollapalooza. En su versión norteamericana, el festival creado por Perry Farrell volvió a su tradicional ubicación en Chicago y sin limitación de aforo, con la exigencia de certificado de vacuna o test de Covid-19 negativo en mano. Consultados para esta nota, y sin referirse a detalles sanitarios o gubernamentales, la productora DF mantiene en el calendario la fecha nacional del Lollapalooza en el Hipódromo de San Isidro para fines de noviembre, como también la reprogramación de Metallica para la segunda mitad de 2021. La fecha de Kiss ayer se anunció que se realizará el 23 de abril de 2022 en el Campo Argentino de Polo.

Cinco fechas para anotar en tu agenda

Con reprogramaciones de shows cancelados, las carteleras musicales recuperan algo de esplendor.

Marina Fages – The Roxy, 6 y 8 de agosto

En abril pasado, las restricciones se impusieron horas antes del regreso de la artista a los escenarios. Cuatro meses después, finalmente, podrá tocar con las Epics. Tras agotar la primera función, anunció una fecha más.

Divididos – Teatro Ópera, 13 y 14 de agosto

Luego de suspensiones en Córdoba y algunos recientes encuentros vía streaming, la aplanadora Mollo-Arnedo-Ciavarella repite en la intimidad reduccionista del Ópera.

Barbi Recanati – Camping, 21 de agosto

En formato acústico y con Lux Raptor de los post-punk oscuros Pyramides en sintetizadores, la ex Utopians reinicia progresivamente su agenda para 2021 con un show de fogón en la tarde porteña.

Ciro y los Persas – Teatro Ópera, 1° y 2 de septiembre

Días antes de embarcarse a España para una mini gira de cinco ciudades, Andrés Ciro Martínez vuelve a su residencia que había iniciado a principio de año.

Trueno – Teatro Gran Rex, 28 de septiembre

Trueno había iniciado la despedida de Atrevido, su primer disco que incluyó shows en España, y el confinamiento hizo que la fecha final, en la icónica calle Corrientes, se pasara de mayo a septiembre.

Fuente: Federico Martínez Penna, Rollingstone