Lovecraft Country: Un viaje a las entrañas del racismo norteamericano

MIRÁ EL TRÁILER. El horror de la segregación racial en los Estados Unidos de los años 50, reflejado en una intrigante trama con ribetes fantásticos, monstruos y hechicería que estrena HBO

Jonathan Majors y Jurnee Smollett-bell, protagonistas de Lovecraft Country

Después de True Detective, The Plot Against America, Westworld y Watchmen, llega Lovecraft Country. La serie de 10 episodios que estrenará HBO hoy, a las 22, sugiere la continuidad de una precisa línea marcada en los últimos años a través de algunas de las producciones más ambiciosas de la señal. En cada una de ellas aparecen algunos denominadores comunes que van construyendo una clara continuidad temática: las distopías, el racismo, las expresiones más profundas de la identidad norteamericana, las conexiones entre pasado y presente en esa sociedad. Lovecraft Country llega para sumarse a ese continuo tan visible.

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Inspirada en una novela de Matt Ruff, cuyo título en la edición española es Territorio Lovecraft, la serie que está por llegar al cable y al streaming (vía HBO Go) era esperada por los fans desde 2017, momento en que se hizo el primer anuncio oficial sobre la posibilidad de transformar esa obra en una serie. La historia comienza con la recreación de una escena bélica que parece tomada de alguna película de guerra del Hollywood clásico.

Un joven soldado negro atraviesa una trinchera en lo que parece ser una misión peligrosísima hasta que ese escenario se transforma en un campo de batalla propio de la ciencia ficción con naves voladoras, criaturas monstruosas que lanzan rayos mortales y combatientes con trajes espaciales.

Pero la trama transcurre en un escenario mucho más reconocible. Luego de pelear en la guerra de Corea, Atticus Freeman (Jonathan Majors, visto hace poco en Cinco sangres, de Spike Lee) regresa a la vida cotidiana en un suburbio de Chicago habitado por afroamericanos. Hasta que el destino y su propia voluntad lo impulsan a viajar hacia el Este en busca de las huellas de su padre, acompañado por una amiga de la infancia (la bella Jurnee Smollett, Black Canary en Aves de presa y la fantafabulosa emancipación de una Harley Quinn) y su tío (Courtney B. Vance).

Son tiempos muy duros para los estadounidenses de raza negra. En aquellos años 50 se imponen en los Estados Unidos las llamadas “leyes Jim Crow”, suerte de compendio de normas locales y nacionales en las que se resume toda la segregación racial que funcionaba allí por entonces, desde las limitaciones para trabajar hasta la obligación en algunos estados para la gente de color de viajar en el fondo del transporte público, de entrar y salir por puertas especiales cuando van al cine o de no poder entrar en determinados comercios.

El famoso “libro verde” con instrucciones para que los afroamericanos puedan viajar sin contratiempos (y al que alude Green Book, la película con Viggo Mortensen y Mahershala Ali ganadora del Oscar) también forma parte de esa recopilación que toma como referencia a un personaje (Jim Crow) surgido del teatro ambulante del siglo XIX. Era interpretado por un actor blanco que tenía la cara pintada de negro e imitaba con ánimo burlón los comportamientos estereotipados de los afroamericanos.

Como los protagonistas de Green Book, los personajes centrales de la serie que estamos por conocer emprenden un viaje lleno de amenazas.

Los tres saben que en ese tiempo cualquier persona de color se enfrenta al terror y a la amenaza de muerte por parte de sus propios semejantes en las circunstancias cotidianas más pueriles. Pero en este caso el peligro va mucho más allá. Ese racismo presente en todas partes adquiere una dimensión mucho más trascendental cuando entra en escena la obra de Howard Philips Lovecraft, uno de los grandes maestros de la literatura consagrada al terror.

Lovecraft murió en 1937, pero su obra se proyecta en este caso a una etapa posterior en términos de acción y todavía más allá, porque las criaturas pesadillescas y espantosas que integran la trama de la serie de HBO también llegan, de manera alegórica, al presente. Como lo señaló un texto reciente de Nicolás Mavrakis publicado en la nacion, el racismo es uno de los factores clave de la obra de Lovecraft “que se proyectan sobre nuestra realidad en cualquier repaso por las noticias sobre los últimos crímenes de odio en Minneapolis” y otras ciudades estadounidenses.

Los intérpretes principales de Lovecraft Country parecen tener muy claro ese paralelismo. “El hecho de que Estados Unidos fue construida sobre un racismo sistémico que todavía no fue desmantelado es muy sencillo de comprobar. En la serie, nuestros personajes son héroes que llevan adelante una misión, derribar el supremacismo blanco. Y todavía estamos en medio de esa misión. El racismo es un espíritu demoníaco”, señaló sin vueltas Jurnee Smollett en un reciente encuentro con la prensa estadounidense.

Para la actriz, lo más interesante de la serie aparece en los distintos niveles de amenaza a los que se enfrentan los protagonistas de una manera simultánea. “El racismo afecta nuestra búsqueda de felicidad, de alegría, de familia y de trabajo y cuando nos ataca desde diferentes espacios sentimos que podemos enfrentarlos. Pero con un monstruo enfrente, lo único que nos queda es salir corriendo. Es algo más que una amenaza o una guerra espiritual”, destaca.

Misha Green, la creadora y showrunner de la serie, incursionó en el mismo terreno con su anterior producción, la serie Underground

(2016), sobre el funcionamiento de la red ferroviaria secreta armada en el siglo XIX en los Estados Unidos por grupos abolicionistas para ayudar a los esclavos del Sur a escapar de esa situación y refugiarse en sitios seguros. “Un episodio de Lovecraft Country equivale en costos de producción a cinco episodios de

Underground. Mi director de arte tenía a disposición 162 sets. Pude trabajar con los mejores especialistas en efectos digitales, los mismos que hacen las películas de Star Wars. No encontré otro límite más que el de mi imaginación”, reconoció.

Green tuvo como socios en este proyecto a Jordan Peele y con J. J. Abrams. Del primero, una de las figuras afroamericanas más influyentes de la actualidad en la creación de proyectos cinematográficos y televisivos, dijo que sin un antecedente como la pelicula ¡Huye! (2017), Lovecraft Country no hubiese podido hacerse. “Jordan le abrió el camino a mucha gente y dejó bien en claro la idea de que es posible instalar cada vez más artistas afroamericanos en nichos de género”, señaló Green sobre las conexiones temáticas (un relato con elementos de terror y alusiones explícitas al racismo) entre

¡Huye! y su flamante creación. En cuanto a Abrams, otro de los productores ejecutivos de Lovecraft Country, Green dijo que hizo un aporte parecido con Lost. “Antes de esa serie, más allá de la temática en común, era imposible hacer televisión en semejante escala –destacó–. Van a ver a lo largo de la serie la influencia de Lost y de otros grandes momentos de la aventura, del terror y de la ciencia ficción como El resplandor y las historias de Amytiville”, en alusión a la saga que comenzó en la Argentina con la película de 1978 estrenada aquí con el título de

Aquí vive el horror.

El primer episodio fue dirigido por el francés Yann Demange, responsable de la excelente primera temporada de Top Boy, la serie inglesa de culto sobre criminales y drogas en los barrios marginales de Londres que el año pasado encontró continuidad en Netflix con otro realizador. El nombre de Demange sonó muy fuerte hace un par de años para dirigir la última película de James Bond tras el proyecto fallido de Danny Boyle y su posterior despido. Finalmente, el regreso de 007 quedó en manos de Cary Fukunaga, el director de la extraordinaria primera temporada de True Detective, otra serie con más de un punto en común con Lovecraft Country.

Fuente: Marcelo Stiletano, La Nación