Para ponerse al día con las películas germanas

Empezó la 19° edición del Festival de Cine Alemán. Hasta el miércoles 18, se proyectan 14 largometrajes contemporáneos, una selección de cortos de jóvenes realizadores y un film grabado durante el período mudo.

«Gundermann», la historia de un cantautor proletario en la RDA.  

Como ocurre, desde hace dos décadas, poco antes del comienzo de la primavera, el Festival de cine alemán vuelve a florecer en las pantallas porteñas. A partir de hoy y hasta el próximo miércoles 18, una de las salas del complejo Village Recoleta y otra de su par en Caballito abrirán una ventana a la producción más reciente del cine germano, ofreciendo al público local catorce largometrajes contemporáneos, una selección de cortos de jóvenes realizadores y –todo un clásico del evento– un film realizado durante el período mudo, que esta vez hará las veces de película de clausura. El Festival, organizado por German Films, la Embajada de Alemania y el Goethe- Institut Buenos Aires continúa afianzando su presencia en la temporada alta de mini festivales, ciclos y “semanas” que ocupan la ciudad de Buenos Aires en los meses de septiembre y octubre. “Willkommen, espíritus inquietos”, reza el título del editorial/presentación de esta 19° edición, invitando al espectador a sumergirse en una programación que es “mucho más que un incesante desfile de juguetes y superhéroes”.

En realidad, fiel a su costumbre, la selección de títulos alterna la presencia de títulos definidamente “autorales”, que tuvieron su paso por algunos de los festivales de cine más prestigiosos, con ejemplares del cine industrial producido actualmente en Alemania. La punta de lanza del Festival de cine alemán cosecha 2019 es la película biográfica Trautmann que, curiosamente, no ofrece demasiadas frases en la lengua de Goethe. Lo cual es absolutamente lógico: el film de Marcus H. Rosenmüller, quien está en Buenos Aires acompañando las proyecciones (ver entrevista), narra las vicisitudes de un soldado alemán, paracaidista de la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial, que terminaría convertido en arquero estrella del Manchester City luego de pasar una temporada como prisionero de guerra en territorio inglés. La historia real de Bernhard Carl Trautmann, interpretado por el joven David Kross (recordado por su papel en The Reader – El lector), es transformada en esta coproducción germano-británica en un clásico relato de superación personal y supervivencia en circunstancias adversas, con pizcas de romance y una lograda reconstrucción de época.

A pesar de tratarse de un género cinematográfico tan viejo como el cine mismo, puede afirmarse que estos son tiempos de biopics y el cine alemán no es la excepción a la regla. Otro film con nombre propio en el título y sílaba final que rima con Trautmann recorre la vida y obra de un cantautor proletario oriundo de la Alemania comunista. Bernard Gundermann, más conocido como Gundi, muerto prematuramente a los 43 años en 1988, fue un más que digno difusor del estilo de un Bob Dylan o un Bruce Springsteen en el lado oriental del Muro, aunque una tardía confesión de sus actividades como informante de la Stasi –el infame Ministerio para la Seguridad de la RDA– echó un manto de sombra sobre las luces de su persona pública. Dirigida por el experimentado Andreas Dressen, Gundermann alterna el presente luego de la reunificación y aquellos tiempos de juventud, en los años 70, durante los cuales el protagonista alternaba su trabajo en una mina con sus primeros conciertos y el comienzo de un romance que duraría dos décadas con las reuniones secretas en la cuales se transformaba en espía de sus propios amigos, colegas y vecinos. La estrella del cine alemán Alexander Scheer no sólo fue el encargado de darle vida a Gundi en la pantalla sino que, además, se encargó de grabar sus propias versiones de los temas originales para la banda de sonido.

Uno de los platos fuertes de la programación, En mi habitación, de Ulrich Köhler, tuvo su debut el año pasado en el Festival de Cannes y hasta la fecha no había podido verse en nuestro país. El director de Bungalow y El mal del sueño, uno de los referentes ineludibles de la corriente cinematográfica conocida como “Escuela de Berlín”, parte de un registro realista para construir un relato abierto a las posibilidades de la fantasía. Armin, un treintañero que trabaja en la ciudad como camarógrafo en una agencia de noticias, pasa sus días entre la monotonía y la abulia, hasta que un llamado de su padre lo alerta de la delicada situación de salud de la abuela. El viaje al pueblo natal permite la descripción detallada y sensible de una despedida final, pero la verdadera sorpresa llega cuando el protagonista descubre que está solo. Literalmente solo, ya que el resto del mundo parece haber desaparecido. Con rasgos de relato de ciencia ficción y un ojo muy atento a los detalles de la evolución del personaje, Köhler construye una fábula sobre el hombre y su entorno, la sociedad como marco y corsé, la masculinidad y el choque de los atavismos con la construcción del yo civilizado.

Con sus tres horas de duración y un tono épico que recorre varias décadas de la historia alemana, desde los años del nacionalsocialismo a la escisión definitiva del país, Nunca apartes la mirada es un drama histórico y un melodrama romántico. También un relato de denuncia, centrado en una de las tantas aberraciones cometidas por el nazismo: partiendo de una torcida lectura de las leyes de la genética, la “eliminación” de los ciudadanos con enfermedades o condiciones mentales o físicas, de manera de extirpar la posibilidad de su reincidencia en las generaciones siguientes. Testigo mudo de la violencia durante los años de la Segunda Guerra, el niño Kurt crece y se transforma en un estudiante aplicado de arte en el sector oriental de Alemania. Enfrascado en la manufactura de pinturas y murales dentro de los estrictos cánones del realismo socialista, el muchacho se enamora de una joven sin saber que su padre, un eminente ginecólogo, oculta un pasado como brazo ejecutor de las más terribles prácticas médicas. Emisaria de su país en los premios Oscar, Nunca apartes la mirada, dirigida por Florian Henckel von Donnersmarck –el mismo de la muy celebrada La vida de los otros–, encuentra en Sebastian Koch al rostro ideal para construir a un villano que, más allá de sus connotaciones históricas, no puede sino ser “de película”.

La programación del Festival de cine alemán se completa, entre otros títulos, con Sólo una mujer, de Sherry Hormann, duro drama protagonizado por una mujer alemana de origen turco y su rebeldía ante la familia y la sociedad, el documental Espíritu Bauhaus – 100 años, dedicado no sólo a la historia y el legado de la famosa escuela de arquitectura y arte sino, esencialmente, a su ubicua influencia contemporánea, y la película para toda la familia Jim Botón, basada en la creación literaria de Michael Ende y sus múltiples adaptaciones a la televisión, con marionetas y animación tradicional, extremadamente populares en Alemania.

Una fábula farsesca

El berlinés Ernst Lubitsch –famoso internacionalmente por sus películas realizadas en Hollywood a partir de los años 30– ya tenía en su haber más de dos docenas de films cuando, en 1919, dirigió La muñeca, fábula farsesca con tono (aunque no temática) de cuento infantil. Es el mismísimo director de Ninotchtka y Ser o no ser el encargado de presentar el relato en el breve prólogo, armando paso a paso la maqueta de una casa, sus habitantes y el terreno circundante. El protagonista es un joven llamado Lancelot (el austríaco Hermann Thimig), cuya escasa predisposición para el romance y el casamiento se ve enfrentada a la posibilidad de heredar una fortuna sí y sólo sí desposa en tiempo y forma a una muchacha. Comprar una sofisticada muñeca mecánica de tamaño real es la solución ideal para el asunto, pero una pequeña complicación termina reemplazando a la autómata por una mujer de carne y hueso. “Descubierta” por Lubitsch en 1916, la comediante Ossi Oswalda colaboró con el realizador en una serie de películas y su talento, calidez y carisma en pantalla resultan ideales para su doble rol de muñeca y mujer, muchas veces presentes en el mismo plano (un efecto especial de notable factura técnica para la época). La bellísima restauración de La muñeca fue realizada por la Fundación Friedrich Wilhelm Mur.

Programación completa, días y horarios en http://www.cinealeman.com.ar

Fuente: Página12