Yellow Submarine: cómo se convirtió en clásico infantil, en el film que los Beatles no querían hacer y en su peor disco

El 17 de enero de 1969, la banda de rock británica lanzó al mercado lo que años atrás había sido una canción y una película. El álbum Yellow Submarine probablemente sea el disco más extraño y menos vendido de la discografía oficial, pero honra un título que conserva la versión más lúdica y casual de los Beatles

El video de la canción que también fue película y álbum de los Beatles lanzada en 1966

Desafío Submarino Amarillohágale escuchar la canción a un niño de cualquier nacionalidad; sin importar cuál sea el idioma que hable el niño, una vez que escuche la canción, sus ojos se iluminarán, sus brazos se moverán con torpeza pero rítmicamente y sin importar el sentido, sin siquiera entender la bella imagen del submarino amarillo, con una pronunciación deficiente, cantará a través de la fonética: Güi ol livin in iellou submarín, iellou submarín. El adulto, pasarán las horas, y se encontrará tarareando inconscientemente el tema.

Primero fue el submarino, luego se tiñó de amarillo.

“Esta siempre va a ser una canción que entenderán mejor los chicos que los adultos”, dijo Paul McCartney al momento de su grabación.

Él fue el autor principal de Yellow Submarine: Paul buscaba componer una canción infantil pero con la impronta beatle.

La primera versión de la letra era inocente y clara. Luego, el intercambio con John Lennon produjo algunos (pocos) versos que enrarecieron el tema. Que le dieron una profundidad de la que carecía. El cantante folk Donovan también hizo su aporte con la línea: “Sky of blue, sea of green”.

A pesar de eso, en esencia, sigue siendo la historia del viejo marinero que cuenta su vida en el mar, “en la tierra de los submarinos”.

Pensado como tema infantil y como vehículo para el lucimiento de la voz acotada pero entrañable de Ringo StarrYellow submarine ha recibido las más diversas y disparatadas interpretaciones con el correr de los años.

Según Lennon, Revolver fue el primer álbum que crearon bajo la influencia del ácido. Eso dio pie a que se buscaran alegorías y asociaciones que no fueron pensadas en el momento de su composición.

El 1 de junio de 1966 el estudio estaba repleto. Al mando, como siempre, el productor George Martin, quien ese día se reincorporaba luego de estar una semana en cama por una intoxicación. Además de los cuatro fabulosos había una decena de amigos y novias. Ellos (y todo el personal técnico) se encargaron de cantar a viva voz el coro final, casi dando alaridos, y de varios de los efectos especiales. Algunos golpean vasos, otros hacen tronar una sirena. Hay silbatos, campanas, cadenas, panderetas: todo lo que estuviera en el estudio y pudiera producir algo de ruido.

Mal Evans paseaba por el estudio aporreando un bombo mientras era seguido por los demás. Algunos de esos amigos son el Rolling Stone Brian Jones, Marianne Faithfull o la reciente esposa de George Harrison, Pattie Boyd, de quien se pueden identificar sus gritos poco antes de llegar al minuto del tema. John Lennon además de la guitarra y los coros hizo otro aporte fundamental: las burbujas. Con una pajita sopló dentro de un recipiente plástico para que ese sonido “marítimo” quedara grabado.

Otra de sus ideas fue descartada de la mezcla final porque no pudo concretarse. John quería cantar debajo del agua, que la voz se grabara acuáticamente. Cubrieron un micrófono con un preservativo y lo metieron dentro de un gran bowl de vidrio con agua. El efecto no resultó.

Esta canción sola, que ellos consideraban menor, como un juego, les insumió más horas en el estudio que la grabación de todo su primer disco. La otra curiosidad es que la fanfarria que suena tampoco hubiera pasado las normas de copyright actuales. Por más que George Martin aseguró que fue grabada especialmente para el tema, el ingeniero de sonido Geoff Emerick afirma que se extractó de un disco ya grabado para ahorrarse tiempo y dinero.

Los Beatles detestaban esos dibujitos, odiaban el doblaje de sus voces, los guiones y hasta la factura final de cada corto. Pero los beneficios eran múltiples y el dinero a percibir, mucho

Es el sexto tema del lado A de Revolver. Y fue el primero cantado por Ringo que llegó al número 1 del ranking (en el Reino Unido; en USA llegó al segundo puesto).

En el elenco de ese disco, entre Eleanor RigbyHere, there and everywhereFor no oneGot to get you into my life o Tomorrow never knows, era un recreo, un entretenimiento menor, sin mayores ambiciones: el clima festivo que primó en la grabación de Yellow Submarine podría hacer creer que los mismos Beatles no se tomaran demasiado en serio la canción.

Revolver, con la tapa ilustrada por Klaus Voorman, es el momento en que los Beatles se consolidan como artistas de estudio. A partir de ese momento la experimentación, los descubrimientos cotidianos, el correr las fronteras de lo conocido en cuanto a grabaciones sería uno de sus principales rasgos artísticos. Una situación poco habitual (e imposible de imaginar en la actualidad): el grupo más popular era la vanguardia; lo más vendido y escuchado era aquello donde primaba la innovación.

La canción se lanzó a principios de agosto del 66 en un simple con dos caras A: Yellow Submarine y Eleanor RigbyA partir de ese momento se convirtió en un clásico infantil.

El trailer de la película animada de los Beatles Yellow Submarine que se emitió dos años después del lanzamiento de la canción y un año antes de la edición del disco homónimo

Una breve digresión antes de seguir: Ringo es un cantante entrañable. Sus limitaciones técnicas son evidentes pero los temas en los cuales él es la voz principal se vuelven adictivos. With a little help of my friendsOctopus’s gardenDon´t pass me by. Hasta algo desafinado (como canta en With a little…) pero siempre dando una sensación de cercanía y afabilidad. Todos tienen su beatle preferido. Algunos prefieren a John y su costado más comprometido y batallador, otros a Paul y su maestría pop; están los que se inclinan (nos inclinamos) por George y su guitarra, los temas perfectos de los últimos discos, su triple solista y su perfil hierático, discreto, algo desolado y con ese aspecto de estar incómodo en dónde se encuentre, como si él perteneciera (siempre) a otro lugar. Pero todos quisieron y aún quieren ser amigos de Ringo: el beatle para salir de juerga y reírse.

Como ya se sabe eso no fue todo lo que Yellow Submarine tenía para dar (no hubiera sido poco). El Submarino Amarillo, reencarnó tres veces, en distintos formatos, en la vida de los Beatles. Después de la canción, fue una película animada y por último un disco.

Apenas le llegó la oferta para hacer la película, Brian Epstein, el manager del grupo, puso una serie de duras condiciones que parecían iban a hacer fracasar el proyecto.

A pesar de que el resultado artístico y comercial de los dos muy buenas películas que habían filmado bajo la dirección de Richard Lester, los Beatles nunca estuvieron entusiasmados con este proyecto.

La película del submarino amarillo se estrenó dos años después del lanzamiento del tema y seis meses antes del estreno del disco. A los Beatles les encantó y se lamentaron por no haberse involucrado en el proyecto

El de los dibujos animados era considerado un género muy menor. Y su experiencia previa en el rubro había sido (o estaba siendo) mala. Desde 1965 hasta 1969 se produjo una serie de dibujos animados para la televisión norteamericana que los tenía como protagonistas. Los Beatles detestaban esos dibujitos. Odiaban el doblaje de sus voces, los guiones y hasta la factura final de cada corto.

Además no querían hacer más películas. Los exponía con el público y su acoso, no manejaban el resultado final y los alejaba demasiado tiempo del estudio, que era lo que les interesaba hacer en ese momento, seguir explorando y experimentando.

Pero si aceptaban, se sacaban de encima el acuerdo con la productora a la que todavía le debían un film. Acá no tenían que actuar. Y Epstein consiguió que ni siquiera tuvieran que poner sus voces. Sólo debían aportar cuatro canciones originales, ceder otras de su catálogo y hacer una breve aparición que los obligaría a un par de horas de rodaje. Nada más. El esfuerzo que debían hacer era muy escaso y el dinero que recibirían era mucho.

Mientras los dibujantes trabajaban, los músicos se mantuvieron ajenos a la película, como olvidándola.

Para ellos que se tratara de dibujos animados ya hablaba de la poca ambición de la película. Como muestra del desgano y desinterés respecto del proyecto, cada vez que en el estudio descartaban un tema para el álbum en el que estaban trabajando, decían como broma interna: “Este va para la película”. El film era el depositario de sus desechos.

Pero Charles Dunning y, principalmente, Heinz Edelmann tenían otros planes. A Dunning le llegó el encargo porque era el coordinador del equipo que hacía los cortos televisivos. Otro buen antecedente que portaba era la secuencia de títulos animada de Un disparo en la oscuridad, la película de Blake Edwards en la que Peter Sellers encarnaba al Inspector Clouseau, la segunda de la saga de la Pantera Rosa. Edelmann era un artista gráfico que fue el ilustrador y director de arte de la película: el diseño de los Beatles animados, con sus sacones y bigotes, la gama de colores psicodélica, esos fondos marinos recargados e iluminados.

Edelmann juró que nunca había incursionado en el ácido, que todo había sido fruto de su imaginación. Sin embargo, a partir del estreno de Yellow Submarine, sus colores y sus formas son las que se asociarán por siempre a lo lisérgico.

La canción habla de la historia de un viejo marinero que cuenta su vida en el mar, “en la tierra de los submarinos”

La trama de la película es sencilla y simpática. La Banda del Sargento Pepper es atacada por los Blue Meanies, unos malvados simpatiquísimos. Ellos prometen desterrar la alegría, el amor y la música de Pepperland. Fred, el director de la Banda, se dirige a Liverpool a buscar ayuda en los Beatles. Estos acuden y vencen a los Blue Meanies con su música. Y todos terminan cantando All need is love y All together now.

Se estrenó en julio del 68 y fue un éxito de crítica y de público. Cuando los Beatles la vieron se sorprendieron gratamente. Excedió sus (escasas) expectativas. Mostraron un entusiasmo retroactivo y se lamentaron por no haberse involucrado más activamente en el proyecto desde el inicio. Subestimaron la capacidad de Dunning y de Edelmann, que crearon una obra perdurable.

Y todavía faltaba el disco. Yellow Submarine salió seis meses después. Era otro mercado discográfico y había otra lógica comercial. Hoy, con la globalización, los estrenos simultáneos, la subida de las novedades los días viernes en Spotify, sería impensable editar un disco (ya la idea de “editar un disco” suena algo anacrónica en la actualidad) seis meses después del estreno de la película. Pero los músicos estaban enfocados en lo que consideraban su obra cumbre, el disco doble The Beatles, conocido como el Álbum Blanco (por su portada despojada en contrapartida con lo recargada de Sgt’s Pepper y también por supuesto de Submarino amarillo) que aparecería en noviembre de 1968, equidistante del estreno de la película y de la edición de la banda de sonido.

Posiblemente, también, sea el disco más extraño y menos vendido de la discografía oficial de los Beatles. En la cara A, seis temas propios. Dos ya editados: Yellow submarine y All you need is love. Dos de los cuatro inéditos eran de George: Only a Northern Song (un ajuste de cuentas con la casa editora de su musica) y It’s all too much. Esto refuerza la idea del descarte: a George todavía le costaba mucho meter temas entre los de Paul y John y acá no tuvieron problemas en que fueran dos. Uno de Lennon: Hey Bulldog, que casi desplaza como single anterior a Lady Madonna pero que al no lograrlo se hizo un lugar en la película y en el disco. El restante es de Paul, All together now, una canción sencilla, también con aire infantil y eficaz, que es utilizada en la película en el momento en que aparecen los músicos de carne y hueso.

El afiche de la película que se convirtio, pese a la poca confianza de los Beatles en ella, en un clásico (Photo by GAB Archive/Redferns)

La grabación de ese tema cuenta con otra particularidad: es la última ocasión que los cuatro Beatles estuvieron solos en una sesión de grabación; la próxima vez que se encontraron en un estudio ya estuvo presente Yoko Ono, el nuevo amor de Lennon.

Los temas (todos) parecen descartes. No están dentro de lo más inspirado y trabajado de los Beatles. Los grabaron por imposición contractual y haciendo un hueco en medio de las sesiones de Sgt. Pepper. Luego, varios meses después, en dos tardes de octubre se hicieron los retoques finales. La cara B no es de los Beatles. Es la música incidental de la película, el soundtrack, compuesto y dirigido por su productor George Martin. Años después, John Lennon sentenciaría: “El lado B, la parte de George Martin es una terrible mierda”.

Los Beatles en esos años marcaban el pulso de la industria (y hasta de buena parte del mundo). Los suyos eran tiempos veloces y agitados. Sólo para darse una idea repasemos las cosas que vivió John Lennon en esos meses finales de 1968 y el principio de 1969. Luego de dar los retoques finales al Álbum Blanco, filmó con Yoko tres películas experimentales. En diciembre, también juntos, editaron el discoUnfinished Music N°1: Two virgins, también con características vanguardistas, cuyo principal atractivo era el diseño de tapa que mostraba a la pareja desnuda de frente (y en la contratapa de espaldas), lo que provocó polémicas, boicots y la prohibición de venta en varias cadenas aun cuando los LPs se cubrieron con una bolsa oscura para evitar la visión casual de la imagen considerada pornográfica por la exhibición de los genitales.

Los Beatles posan, en la premiere del film, con las figuras de cartón de los personajes que los representan en la película (Photo by Mark and Colleen Hayward/Getty Images)

También en esos meses finales del 68 fue arrestado y condenado por posesión de marihuana y se divorció de Cynthia, su primera esposa. Yoko perdió un embarazo en diciembre (aunque el latido fetal quedó perpetuado en Life with lions, otro disco que editaría la pareja en el 69). Entre tanto evento profesional y vicisitud privada, a Lennon y a Yoko les quedó tiempo para participar del Rock and Roll Circus, el show musical que pergeñaron para televisión Jagger, Richards, Clapton y compañía. Así eran los días de un beatle por esos años.

Medio siglo después la canción, la película y, por qué no, el disco de Yellow submarine se mantienen inexpugnables.

Constituyen un mundo propio, iluminado y, principalmente, feliz en el que se recrean los chicos y los adultos de cualquier parte.

Todos quieren, todavía, abordar ese maravilloso submarino amarillo.

Fuente: Infobae