La evocación de un ámbito familiar que se transforma en un relato detallista y visual, un punto de partida que derivó en una autoficción en la cual el pasado se resignifica desde la escritura.
Una familia de clase media -padre, madre, cuatro hijos y un abuelo muy presente y protector– que vive en ese lugar de casas modestas, chalets de ladrillos a la vista, tejas en los techos y prolijos jardines. Por sus calles arboladas transitan los chicos rumbo a la escuela o a explorar sitios recónditos, vendedores ambulantes, vecinos misteriosos y los personajes extraños que nunca faltan.

Y en el centro de quien narra, la casa familiar con sus rutinas y sus excepciones hasta que la separación de los padres provoca su abandono, junto con la infancia que se disolverá lentamente.
Con una escritura íntima y reflexiva, Damasia Amadeo evoca esos años, separando una a una las capas de la memoria para hacer emerger recuerdos adormecidos y capturar algo más que anécdotas, secretos y pequeñas historias familiares: la textura y el aroma propios de la niñez.
“Escribir estaba en mí desde siempre, sin lugar a dudas. Pero seguramente la transferencia, la palabra del analista, fueron fundamentales para reavivar, darle forma y un nuevo impulso a ese deseo.Mi pregunta, en todo caso, es por qué necesité de ese estímulo del Otro para hacer surgir ese deseo con claridad y entonces poder ponerme a escribir con mayor determinación”, relata la autora.
El libro fue presentado en Dain Usina Cultural, Nicaragua y Thames CABA, en un evento que contó con la participación de Alejandra Ramírez, Máximo Soto y Julio Sapollnik en diálogo con la autora.