Hasta el momento, este reconocimiento solo había recaído en otros dos representantes de la dramaturgia: el también español Francisco Nieva, en 1992, y el estadounidense Arthur Miller, que lo recibió en 2002, poco antes de morir.
Reconocido a los 57 años como uno de los más destacados dramaturgos del panorama teatral actual, Mayorga tiene más de 50 obras escritas y es, según la crítica española, uno de los dramaturgos españoles más prolíficos y versátiles de las últimas décadas.
Entre sus méritos está el de haber impulsado «una formidable renovación de la escena teatral, dotándola de una preocupación filosófica y moral que interpela a nuestra sociedad», señaló el fallo del jurado de este premio convocado por la Fundación Princesa de Asturias.
Como evidencian las estadísticas, la dramaturgia no suele ser uno de los géneros literarios más acompañados por los galardones, pero a Mayorga parecen sobrarle los méritos para ser reconocido: es el autor contemporáneo más representado de España y ha obtenido las más reconocidas distinciones de su rubro, como el premio Nacional de Teatro (2007) y el Nacional de Literatura Dramática (2013), además de haber sido elegido en 2018 para ocupar la silla ‘M’ de la Real Academia Española (RAE).
El dramaturgo es también licenciado en Matemáticas y se doctoró en Filosofía. Ha escrito obras como «Cartas de amor a Stalin», «Himmelweg. Camino del cielo», «El cartógrafo» o «El chico de la última fila», esta última fue llevada al cine de la mano del realizador francés François Ozon bajo el título «En la casa».
Con sus piezas teatrales, que la crítica emparenta con autores como Tom Stoppard, David Hare o Harold Pinter, Mayorga suele confrontar al espectador con distintas variantes de conflicto, desafiando las convicciones, la sensibilidad y el punto de vista del espectador, y sin dejar afuera los asuntos de la actualidad política y social.
Mayorga ha sido precursor de distintos grupos y colectivos de autores: en 1993 fundó el grupo de escritura teatral El Astillero y, un año después, se estrenó la primera adaptación de un texto suyo, «Más ceniza» (Premio Calderón de la Barca, 1992). En 2011 fundó la compañía La Loca de la Casa, con la que puso en escena en 2012 su obra «La lengua en pedazos».
El autor se convirtió hoy en el único dramaturgo vivo que puede presumir de ser premio Princesa de Asturias de las Letras. Es un honor que comparte con Francisco Nieva y con Arthur Miller, que lo recibió en 2002, ya octogenario, poco antes de morir.
En las ediciones anteriores, los galardonados fueron el francés Emmanuel Carrère (2021), la canadiense Anne Carson (2020), la estadounidense Siri Hustvedt (2019) y la francesa Fred Vargas (2018). A este premio, quinto de los ocho galardones internacionales que convoca este año la Fundación Princesa de Asturias y que cumplen con esta su XLII edición, optaban 41 candidaturas de 19 nacionalidades.
El jurado del premio Princesa de Asturias de las Letras 2022 ha estado integrado por Xosé Ballesteros Rey, Xuan Bello Fernández, Blanca Berasátegui Garaizábal, Anna Caballé Masforroll, Gonzalo Celorio Blasco, Jesús García Calero, José Luis García Delgado, Pablo Gil Cuevas, Francisco Goyanes Martínez, Carmen Millán Grajales, Rosa Navarro Durán, Leonardo Padura Fuentes, Ana Santos Aramburo, Jaime Siles Ruiz, Diana Sorensen, Juan Villoro Ruiz, Santiago Muñoz Machado (presidente del jurado) y Sergio Vila-Sanjuán Robert (secretario).