Mañana dejo. Escenas de la vida tabacal

Sergio García Ramírez: «Mentras escribía, me invadía una profunda sensación de irreparable pérdida y la consecuente bronca de veinticuatro años como fumador» – Por Carlos Marrero, especial para DiariodeCultura.com.ar.

¿Cómo surge la idea de escribir “Mañana dejo / Escenas de la vida tabacal”?

Como toda obra artística, en este caso teatral, nace de una obsesión, una experiencia personal o ajena o del deseo de aportar algo a la comunidad. En el caso de “Mañana dejo” se reúnen todos estos elementos. Fui fumador desde mis trece años hasta los treinta y siete. Un día, luego de tanto humo y de mentirme con el inalcanzable mañana dejo, decidí concurrir a un grupo llamado Chau Pucho. Como en todas estas reuniones de ayuda, no muy distinta a lo que es Alcohólicos Anónimos, allí pude descubrir a través del diálogo y el intercambio de ideas, el por qué de mi adicción. Antes de un mes había dejado el cigarrillo. Este logro significó un período difícil ante la abstinencia. Afortunadamente estuvieron allí los compañeros y profesionales dispuestos a apoyarme.

Imagino que a través de esta experiencia escribiste la obra.

No, fue bastante después. Antes, cuando ya estaba seguro de haber desterrado de mi vida el hábito de fumar, me uní a la tarea de Chau Pucho de recorrer colegios primarios exhibiendo un video didáctico y respondiendo las inquietudes de los niños y adolescentes para que no se iniciaran en el hábito. No se trataba de nada macabro que los asustara, sino de información objetiva y motivadora a una vida alejada de adicciones. Esta experiencia fue decisiva para el nacimiento de mi obra teatral. Se sumaban a las múltiples historias que escuchaba de mis compañeros en cada sesión semanal. Ellas estaban cargadas de temas de salud, convivencia y también bronca por la dependencia que significaba el cigarrillo. Muchas no eran para nada gratas de escuchar pero siempre había casos positivos y esperanzadores por la fuerza de voluntad que era el leitmotiv del grupo.

¿Y cuáles eran tus sensaciones en el proceso de la escritura ya que hay algo de autobiográfico?

Si, algo, pero poco. De todas formas mientras escribía, me invadía una profunda sensación de irreparable pérdida y la consecuente bronca de veinticuatro años como fumador. Me veía a mi mismo de entonces reflejado en algunos personajes: Huraño, mentirosillo, inseguro, antisocial, falto de memoria, un tanto superficial y autoindulgente, a veces depresivo y necio, otras estúpido, insolente, desconsiderado e infantil. En el proceso de escritura, estaba tan involucrado en estas pequeñas historias y situaciones que una noche soñé que había vuelto a fumar y regresaba a esta terapia colectiva antitabaco que tanto bien me había hecho.

Ah, por eso tu obra gira alrededor de un grupo que supongo es el reflejo del que te ayudó a vos.

Absolutamente. Claro que, como hombre de teatro, recurrí a la teatralidad en cada uno de los sketches que la integran. El grupo es el hilo conductor y luego vienen las teatralizaciones de los relatos de cada uno de los integrantes. No pude evitar en algunos casos el tono de comedia tan bienvenido siempre en un escenario. Emociones de todo tipo están reunidas en las distintas situaciones donde los fumadores, los no fumadores y el tabaquismo son los ejes centrales.

¿A qué público está destinada tu obra?

A todo público, pero sobre todo a niños y adolescentes con el objeto de que en ese período tan complejo de sus vidas, no se inicien. Claro que el tono de entretenimiento que tienen las diversas situaciones, permite un disfrute más allá de lo didáctico. Gente de teatro que ya leyó el texto me dijo que era un raro ejemplo de teatro didáctico muy entretenido. Y conste que no le tengo miedo a la palabra didáctico que siempre está asociada con dedos que apuntan, frases sentenciosas, pesadas culpas y hasta castigos divinos y de los otros. Nada de eso.

¿Es tu primera obra teatral?

Comencé como escenógrafo en México y tuve la suerte de hacer teatro no solo en Argentina sino también en Francia, Inglaterra y España, lo cual me permitió alternar con otras idiosincrasias, y otros métodos de trabajo pero siempre con la misma pasión. También, en la compañía que formamos con Kado Kostzer, fui productor ¡uf!; coautor de comedias musicales –“Loca por Lara”, “L’ora italiana”, “Talismán”- que tuvieron muy buena recepción de público y crítica; tradujimos y adaptamos obras de Shakesperare –“La Fierecilla Domada”- y Molière –“El Enfermo Imaginario”- y hasta nos atrevimos con la lírica en una nueva versión castellana de “La Viuda Alegre”. Era lógico que mi paso siguiente fuese como autor.

¿Y para cuándo la veremos en escena?

Espero que pronto. Es un material ideal para diversos tipos de teatristas: profesionales, amateurs, escolares, aficionados… Incluso está pensada para ponerla en escena con seis actores o muchos más, según lo disponga el director, ya que cada uno puede representar un único personaje o varios de los muchos que viven estas situaciones. Esta multiplicidad siempre es bienvenida pues permite un juego teatral vertiginoso y alarde de virtuosismo. Sí, me encantaría sentarme en una butaca y verla. El teatro editado, como en ese caso, es útil para dar a conocer un texto, pero recién está la obra completa cuando la vemos en un escenario. Con esta pieza teatral, espero poder hacer un aporte a una nueva era en la que la humanidad, seguramente, tomará más consciencia de la salud, se liberará de atavismos culturales y será mucho más natural en todo sentido.