Mujeres inspiradas e inspiradoras del folklore argentino

Reunidas en el libro «Musas», de Silvia Majul

La autora recopila las historias de medio centenar de artistas, desde Alfonsina Storni hasta la pomeña Eulogia Tapia, pasando por Yolanda Pérez de Carenzo, Nenette, la Cambicha y La Negra Sosa. Nombres de los personajes de canciones, compositoras e intérpretes vuelven a brillar a través de los textos.

“El río arrulla a Merceditas; la montaña acompaña con su inmensidad el latir tierra de la Caja de la Eulogia Tapia; mil guitarras cuyanas y un aroma a uvas frescas amontonan las hojas amarillas del otoño en el patio de Dorita; la nostalgia de Teresa escribe cartas que lleva el viento a la abuela Emilia, la fuerza inclaudicable de la Ramona, en el norte cordobés, se impone como una gigante frente a las topadoras”.

Así escribe la cantante María de los Ángeles Chiqui Ledesma en uno de los prólogos de Musas, de la comunicadora y realizadora audiovisual, especializada en folklore, Silvia Majul.

Con una prosa llana, apasionada y poética, el libro compila medio centenar de historias de mujeres que tuvieron y tienen un espacio destacado dentro de la música popular argentina. Son compositoras, recopiladoras, protagonistas e intérpretes de muchos de los temas más difundidos del cancionero argentino, esos que arrancan las tristezas del pecho, arman un fogón pleno de guitarras, acordeones y alegría e invitan a bailar.

Embriagada por la avidez de saber, Majul no escatimó esfuerzos y siempre que fuera posible, los datos, hechos, citas, anécdotas que aquí se cuentan, bebieron de la fuente de conversaciones con las mismas protagonistas. A lo largo de más de tres décadas, la autora no escatimó recursos ni esfuerzos para trasladarse a dialogar con doña Eulogia Tapia allá en La Poma; con Blanca Carrizo, en Jáchal; con los familiares de Yolanda Pérez, mencionada en Zamba de Lozano.

Cada testimonio es un laberinto de emociones y está matizado con entrevistas, diálogos y datos nunca antes publicados, resultado de muchos años de trabajo junto a artistas de la música patria.

Escrito con “rigurosidad y una mirada política clara respecto de nuestro ser mujer, Musas nos pone frente al espejo de estos tiempos”, señala la periodista cordobesa Aracely Maldonado, quien se encuentra hoy relevando la música posterior al regreso de la democracia en su provincia

El rescate de Majul, nacida en Llao Llao aunque residente en Unquillo, trae al presente a las mujeres destacadas del repertorio federal, habitantes de las piezas más emblemáticas de nuestro patrimonio cultural intangible: Eulogia Tapia, la joven pastora y coplera de La Poma, ganadora de un concurso donde el perdedor fue el poeta salteño Manuel Castilla, quien le dedicó la famosa canción “La pomeña”, que musicalizó el Cuchi Leguizamón; Antonietta Paule Pepin Fitzpatrick, compositora de “Chacarera de las piedras” y “El arriero”, esposa de Atahualpa Yupanqui, escondida detrás del seudónimo Pablo del Cerro; Yolanda Pérez de Carenzo, figura central de la Zamba para Lozano, de cuya casa familiar partió el éxodo jujeño.

Cada musa tiene valor propio y ha inspirado a trovadores y bardos por sus ojos color de olivo, el revolear de su pollera azul y “por su espíritu inquieto, desafiante, valiente, guerrero”, señala Maldonado sobre estas mujeres intrépidas.

Los textos, editados por Mil campanas, están tapizados de belleza, sutileza y amor. Majul, del otro lado del mostrador, ha respirado casi todas las texturas sonoras de raíz criolla y muestra orgullosa el tatoo estampado en su brazo, en homenaje a Mercedes Sosa y Joan Báez.

Los relatos recorren las geografías de otras mujeres inspiradas e inspiradoras, a las que el volumen hace justicia: Juana, Manuela, Rosarito, Guadalupe, Dorotea, Mariquita y Alfonsina, creadas por el historiador Félix Luna y musicalizadas por el pianista Ariel Ramírez.

Entre las que ponen sus voces, desfilan Mercedes, Leda, Teresa, Suma, Aimé, Carmen, quienes no necesitan presentarse con sus apellidos. Además, están las bailarinas que con sus movimientos, polleras y pañuelos engalanaron los escenarios, dejando sus huellas asombrosas. Las casuarinas es un capítulo inclasificable que rinde homenaje a otros nombres fundamentales, que reviven como ramos en flor, perfumadas o con pañuelo blanco.

Cuenta Majul que Barbarita Cruz (Jujuy mujer) desoyó todos los mandatos patriarcales y fue la primera mujer de comienzos del siglo pasado en ponerse pantalones en su provincia. Fue ceramista, alfarera, coplera, pintora y transformó el oficio de “ollera” -un trabajo vergonzante, “cosa de indias pobres”-, en una tarea digna.

En las afueras de Goya, Corrientes, el aire descendía cálido entre la frondosa vegetación. Había baile en el rancho e’ la Cambicha -Casimira Pereyra- y Mario Millán Medina tomó los personajes de una noche y los recreó en un tema que anotó en la libreta de fiados de la anfitriona. La canción dio difusión al rasguido doble, un típico estilo correntino de raíces africanas, unido el llamado tanguito montielero de Entre Ríos. En la misma letra, Millán Medina definió al rasguido doble como “chamamé de sobrepaso, tangueadito” y “troteadito”, aludiendo al ritmo del estilo.

La ancestra de Teresa Parodi, protagonista de “A la abuela Emilia”, era la mayor de seis hermanos. Alta, de ojos castaños oscuros, salía por las tardes a dar clases que eran una fiesta y al regreso acompañaba en la tarea a Teresa y sus hermanas. “Amaba la vida, le gustaba ir a los carnavales, agasajar a las visitas, tanto familiares como amigas. Cuidar sus plantas era una ceremonia. Hacía un culto de la amistad. Su casa era como ella sentía a la vida: un vergel. Nunca volví a calmar mis penas como cuando apoyaba mi cabeza en su falda”.

En el Club Sarmiento de Humboldt, Santa Fe, en 1939, la bella Mercedes Strickler Kahlow conoció a un poeta buen mozo, el entrerriano Ramón Sixto Ríos, quien llegó al pueblo junto a un elenco teatral. Mercedes vivía sola, andaba en moto y lucía un vestido blanco sobre el que caía su cabello enrulado. La orquesta, en vivo, comenzó a sonar y Sixto puso su mano en la cintura de la joven para bailar la primera pieza de la noche. En 1941, le propuso matrimonio y ella lo rechazó. De ese dolor surgió la canción “Merceditas”.

Majul publicó este año Y esta zamba que canta y te nombra, dedicado a «La Amanecida», la obra de Hamlet Lima Quintana y Mario Arnedo Gallo. En su prolífico recorrido, dirigió también Un pueblo hecho canción, una película sobre Ramón Navarro (2017), El Nombrador, una película sobre Daniel Toro (2021) y —con dirección colectiva— El andariego, historia de un grupo vocal (2024).

Musas incluye el origen de “Caminito” porque fue un tango inspirado en una musa que transitó un sendero riojano en el interior profundo y no en Buenos Aires. Y aunque no están todas y resta contar la historia de muchas contemporáneas, es como dice Liliana Bodoc: “La memoria tiene infinitas puertas y por eso nunca estará completa. Es sólo dar cuenta de algo para que se abran cien vacíos, cien preguntas”.

Fuente: Página12