Peter Handke, figura central de la narrativa europea, Nobel de Literatura 2019

El austríaco tiene una obra aferrada a lo real que gira en torno a la fragilidad del lenguaje y la dificultad de la comunicación humana con un tono existencialista.

El austríaco Peter Handke (Griffen, 1942), flamante ganador del Premio Nobel de Literatura 2019, escritor y director de cine, es una figura central y polémica de la narrativa europea de las últimas décadas.

El jurado de la Academia Sueca destacó, en el fallo dado a conocer este jueves en la ciudad de Estocolmo, «el influyente ingenio lingüístico con que ha explorado la periferia y la especificidad de la experiencia humana» este multifacético autor que escribe teatro, poesía, novela, ensayo y guionó, entre otros, el icónico filme «La alas del deseo», junto al director alemán Wim Wenders.

Referente de la literatura en ocasiones experimental e influyente de los años 60 y 70, Handke fue recuperado por sellos argentinos como Eterna Cadencia, que en 2012 publicó «Lento en la sombra», ensayos, artículos y críticas compilados por Matías Serra Bradford y traducidos por Ariel Magnus; el Cuenco de plata, que editó «El vendedor ambulante» y «Lento regreso»; y Edhasa, responsable de «Carta breve para un largo adiós», traducido también por Magnus.

Tras dar a conocer el fallo, la academia remarcó que «el peculiar» arte de Handke es «la atención extraordinaria que presta a los paisajes y la presencia material del mundo, lo que ha hecho del cine y la pintura dos de sus mayores fuentes de inspiración».

Esto se evidencia en textos como «Apetito de mundo. Discurso de un espectador de cine», una lúcida reflexión sobre el repliegue del cine que en su época, por el contrario, significaba «tomar aire».

«Nada en el mundo me proporcionó regresos al hogar como después del cine de Tokyo Monogatari, de Ozu, de Andrei Rublev de Tarkovski, de Mouchette de Bresson (…) Regresos al hogar, donde el hogar era marcharse, regresos sin rumbo», escribió el autor.

Nacido en la región Carintia del sur de Austria, de madre eslovena y padre alemán, abandonó la carrera de Derecho -influenciado por Dickens, Balzac y sobre todo Kafka, cuenta en un artículo el escritor Elvio Gandolfo-, para escribir teatro, poesía, relato, novela, guión, ensayo y hasta libros de viaje que juegan con el esloveno natal de su madre, más allá del alemán paterno.

Instalado hace más de 25 años en las afueras de París, y amante de caminar y del silencio, viajó muchas veces por España, experiencia que describió en sus obras, donde también rescató aquella literatura.

El idioma esloveno que abundó en su infancia resurgió como disfrute en los textos que escribió en alemán y que desde el principio delinearon su carácter vanguardista y provocador.

En «Insultos al público», de 1966, cuatro actores analizan la naturaleza del teatro mientras injurian a la audiencia y elogian su propia actuación; y en «Kaspar» (1968), abordó el drama de un adolescente que crece aislado y la sociedad lo destruye, al imponerle una lengua y valores racionales, causando revuelo internacional.

En 1971 sufrió una desgracia: su madre, que había perdido a sus hermanos en la guerra, se suicidó, y Handke publica en 1972 un libro sin filtro, de angustia e introspección traducido al español como «Desgracia impeorable», que registra el peso del prejuicio y la presión social sufridas por una mujer de la minoría eslovena en la posguerra de la derrota.

Su consagración llegó con otro libro clave de esos años, «The Goalie’s Anxiety at the Penalty Kick», algo así como «La angustia del arquero frente al tiro penal», que relata la historia del arquero Josef Bloch tras ser despedido de su trabajo como mecánico, llevada al cine por Wenders.

Otros títulos suyos son «La mujer zurda», «El momento de la sensación verdadera» y «El chino del dolor».

Handke mantuvo una relación tortuosa con su país, del que se fue para vivir en Francia. Con la publicación de «Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Sava, Morava y Drina, o justicia para Serbia» (1996) fue acusado de panfletario y de desconocer el genocidio de Srebrenica, en el que fuerzas serbobosnias asesinaron a unos 8.000 musulmanes en 1995.

Handke negó haber minimizado la matanza e insistió en cuestionar la demonización de los serbios como responsables de la guerra.

Entre otros intelectuales, Wenders denunció una campaña de difamación en contra de Handke por ir a contracorriente; esa contracorriente de Handke incluyó visitar en 2004, en la cárcel de La Haya, al ex presidente serbio Slobodan Milosevic, cuando era juzgado por crímenes de lesa humanidad; cuestionar en 2005, en su ensayo «Las Tablas de Daimiel» la legitimidad del tribunal, y tomar la palabra en su entierro, en 2006.

A partir de esta situación y de las fuertes críticas levantadas en su contra, en 2006 renunció a los 50 mil euros del Premio Heine, y en 2014 rechazó la dotación económica del Premio Internacional Ibsen, por los mismos motivos, en Noruega.

Fuente: Télam