“La niebla que cubre los comienzos de la fotografía”, tal es el inicio del ensayo Pequeña historia de la fotografía, del filósofo alemán Walter Benjamin, parece disiparse a la luz de la importante muestra que se exhibirá desde el viernes 31 de enero en el Museo MAR de Mar del Plata.
Primeros juegos fotográficos. «Niño desnudo caminando», de Etienne-Jules Marey, 1882. El fotógrafo está a la derecha. Impresión hecha a partir de la prueba original; negativo de vidrio.
La exposición se titula Panorama – El patrimonio fotográfico en diálogo con la creación contemporánea- y viene de Francia a nuestra costa atlántica en el marco de La Noche de las Ideas, una fiesta para el pensamiento y la reflexión, cuya edición 2020 ya es la cuarta.
Curada por el historiador del arte Rémi Parcollet, especialista en dar un abordaje contemporáneo a archivos visuales patrimoniales, a través del tratamiento digital de las imágenes históricas, la muestra reúne a setenta fotógrafos y cien fotografías provenientes de los museos y centros de arte más importantes de Francia.
Para dar una idea de esta muestra baste decir que si uno viajara a París con el único objetivo de ver estas fotos, debería recorrer, de forma completa, el Museo de Orsay, la Biblioteca Nacional de Francia, la Sociedad Francesa de Fotografía, la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes, el Colegio de Francia, el Museo Picasso, la Mediateca de la Arquitectura y del Patrimonio y el Centro Pompidou. Y, aun así, no estaría seguro de haber visto todo lo que podrá ver en Mar del Plata desde este fin de semana.
Domingo a orillas del Marne, Francia, Henri Cartier-Bresson, 1938.
Desde los precursores Nicéphore Niépce (1765-1833) y Louis Daguerre (1787-1651) –el autor del famoso daguerrotipo,- unos precursores que, según Benjamin, se proponían “fijar en la «cámara oscura» imágenes conocidas por lo menos desde Leonardo”, hasta maestros del siglo XX como Gisele Freund, Henri Carter-Bresson y Man Ray: todos encuentran su lugar en la sala del Museo MAR. Pero no faltan fotógrafos contemporáneos franceses, como Suzanne Lafont.
Las obras que se podrán conocer son de enorme valor, tanto histórico como artístico. Por ejemplo, solo por citar algunas (recordemos que son cien): Un pabellón del Museo del Louvre (Edouard Baldus, 1857), hay que tener en cuenta que el Palacio del Louvre, con un primitivo origen en el Medioevo, fue Sede de Gobierno hasta la Revolución Francesa de 1789 y recién funcionó como museo a partir de 1793. La parte alta de la Torre sur de la Catedral de Notre Dame (de Jean-Louis-Henri Le Secq des Tournelles. 1851), es una imagen que, después del penoso incendio que sufrió el año pasado, servirá como modelo para su reconstrucción. La Torre Eiffel en construcción (de Théophile Féau, 1888, 89) consta de una serie de fotografías que capturan la evolución del trabajo del arquitecto Gustave Eiffel, cuando se cumplían cien años de la Toma de la Bastilla. Pero también están Salvador Dalí llevando un maniquí de artista (de Denise Bellon, 1938) y Pablo Picasso de pie en una escalerita de tijera trabajando en el Guernica, en una foto de la artista Dora Maar, su compañera por entonces, damnificada por ese vínculo abusivo y hoy reivindicada por su propia obra en Francia.
Picasso ante el gran lienzo de Guernica, foto de 1937 tomada por su mujer Dora Maar.
La curaduría de Parcollet le da a esta exposición la impronta de lo que se propone contar. Una muestra siempre es un relato, un cuento, las piezas allí colocadas buscan compartir el que el se propone. Rémi Parcollet contestó por correo desde París para explicar su hilo conductor: “el objetivo de la muestra no es solamente valorar el patrimonio fotográfico sino también evocar su historia, la manera en que ha sido constituida, conservada y difundida. Hay, también, la voluntad de constituir un conjunto coherente a partir de colecciones históricas, y de interrogarse sobre la relación entre las instituciones y la historia de la fotografía, particularmente rica en Francia”.
En este Panorama, las piezas históricas dialogan con las contemporáneas y dejan que el visitante saque sus conclusiones, de tipo comparativas, respecto de la evolución de la mirada de los artistas a través del tiempo.
En este sentido, Parcollet observa: “No tenemos la misma distancia con la creación de hoy y con la de ayer. He constatado, a menudo, que la observación de las obras clásicas y las modernas permite interesarse en la creación de nuestra época, en el arte contemporáneo e, inversamente, que las prácticas artísticas de hoy nos incitan a interrogarnos sobre el patrimonio artístico y a invertir el campo de la historia del arte. Soy historiador y aprendo mucho a través de los artistas con quienes colaboro. Alimento un diálogo, no solamente sobre la historia de la fotografía con los artistas que han producido una obra para la exposición sino también una reflexión sobre la manera en que el medio ha sido expuesto desde los orígenes”.