Mide apenas cinco centímetros por cuatro: el autorretrato más diminuto de Frida Kahlo, dedicado a uno de sus múltiples amantes, se ofrece por quince millones de dólares en la edición de Art Basel Miami Beach que abrirá al público desde el viernes hasta el domingo. Detrás lleva una dedicatoria para uno de los amantes de la artista mexicana, que acaba de establecer un nuevo récord para el arte latinoamericano y para las mujeres a nivel global. Una pintura suya se vendió semanas atrás en Sotheby’s por US$54,6 millones.
“Sentí que era el momento adecuado para ofrecerla al mundo”, dice ahora a LA NACION el galerista estadounidense Rowland Weinstein, que también presenta obras imperdibles de Leonora Carrington y de Leonor Fini, nacida en Buenos Aires en 1907. Su buen ojo es indiscutible: la compró por un precio que no quiso revelar luego de que no lograra venderse en otra subasta en 2011, cuando su precio estimado rondaba entre los 800.000 dólares y el millón.

La historia que la acompaña le aporta valor: “Para Bartoli con amor, Mara”, se lee detrás de la pieza, concebida en ese tamaño para que permaneciera en el bolsillo de José Bartoli, un artista catalán que había luchado en la guerra civil española y escapado de un campo de concentración. Kahlo tenía 39 años y estaba en Nueva York para someterse a una operación de columna cuando lo conoció en 1946, mientras estaba casada con Diego Rivera. En 2015 se subastaron las cartas que ella le mandó durante años, firmadas como “Mara”. Se dice que era un diminutivo de “maravillosa”, como él la llamaba. “Firmaba así para mantener su identidad en secreto, lo cual es gracioso porque su rostro es muy reconocible”, observó Kendy Genovese, directora y curadora de la galería.

Igual de inconfundibles son las facciones de Mark Zuckerberg, Elon Musk, Jeff Bezos, Andy Warhol y Pablo Picasso recreadas en silicona por Beeple junto a la suya propia en las cabezas de unos perros robots que hacen sus necesidades en el piso: son fotos que reflejan sus distintas maneras de ver la realidad. Ya son un éxito entre el público que se las puede llevar de forma gratuita, en una bolsa que dice “muestra de excremento”, en la flamante sección Zero 10.

“Excluyéndome a mí, son personas que tienen una enorme cantidad de influencia en cómo vemos el mundo –explicó a LA NACION el artista que marcó un récord para el arte digital en 2021-. Artistas como Picasso y Warhol cambiaron drásticamente nuestra forma de mirar y ahora tenemos a Elon y Zuckerberg, que tienen control sobre algoritmos y deciden lo que vemos. No lo deciden esto presionando al Congreso; simplemente lo deciden ellos mismos. Y eso implica una inmensa cantidad de poder. Cada vez más vamos a ver el mundo a través de la lente de las máquinas, y quienes controlan estos algoritmos con los que la gente interactúa, moldean cómo lo hacemos. Creo que la yuxtaposición de esas personas extremadamente poderosas como perros es otra cosa… Con disculpas a los perros”.

La forma en que percibimos la realidad y cómo reaccionamos ante ella inspira Zumbido (2009), monumental videoinstalación de la argentina Silvia Rivas que llama la atención desde Meridians. Dedicada a obras de gran escala, esta sección presenta en una pantalla de doce metros de ancho por dos y medio de alto la batalla entre un par de manos contra una cantidad creciente de moscas. “La metáfora de esta obra es nuestra interacción con el entorno, que funciona con sus propias reglas –explicó la artista a LA NACION-. Nosotros podemos incidir sobre ese entorno, pero nunca de manera definitiva y permanente. Tiene que ver con nuestra condición de estar siempre en acción, tratando de adaptarnos a ese entorno o de dominarlo. Y también muestra cómo nuestras acciones pueden generar el resultado opuesto”.

Tal vez ella misma no esperaba la recepción que tendría esta pieza en una feria que reúne a 283 galerías de 43 países. “Esta pieza es realmente hermosa, discreta y tan conmovedora… Es increíble. Esos son los momentos que recordás de las ferias”, dijo a LA NACION Bridget Finn, directora de Art Basel Miami Beach, donde la banana pegada con cinta en un stand por Maurizio Cattelan marcó en 2019 un hito memorable para el arte contemporáneo.

“En esta obra, Rivas habla del control –agrega Yasmil Raymond, curadora de Meridians-. Hay como una danza que responde a las moscas, un reflejo que luego se convierte en violencia, en una amenaza y en un juego de poder. Y al mismo tiempo se abren opciones, se convierte en un momento creativo, surgen otras ideas. Cuando un artista hace una obra grande, usualmente hay un mensaje muy profundo. Si se compromete a hacer una obra de gran escala es porque hay algo que tiene que decir que no lo puede decir en un tamaño formato doméstico”.

Algo de eso ocurre con las piezas creadas en plastilina por el grupo Mondongo, como las que ofrece Barro por medio millones de dólares cada una en su stand de Art Basel. Dentro de una caja de vidrio de casi dos metros por dos metros, una de ellas recrea en plastilina el torso de la Bella Durmiente y se titula Me conformaría con poder dormir. Fue realizada entre 2009 y 2013, mientras los artistas hacían sus famosas calaveras (del mismo tamaño, una de las cuales también está en venta) y la instalación Argentina, una de las más caras del arte nacional, que ahora está itinerando por el país.
Fuente: Celina Chatruc, La Nación

