En una selección de más de 40 óleos, témperas, dibujos y acuarelas, los paisanos pintados por Florencio Molina Camposvuelven al ruedo, calientan el agua para el mate y se encuentran con la mirada de atentos visitantes en el Centro Cultural Kirchner (CCK). Una nueva muestra dedicada al retratista de las pampas exhibe en la ciudad piezas icónicas y otras menos conocidas del pintor recuperadas tras años de disputas y mudanzas del legado de la Fundación que lleva el nombre del artista.
Con acceso libre hasta finales de octubre, la exhibición Florencio Molina Campos. Pinturas para el pueblo reúne obras paradigmáticas y otros trabajos que recorren las distintas etapas de la vida artística del pintor. En sus representaciones del campo, se pueden ver desde dibujos que el creador realizó durante su juventud y piezas en las que se aprecian los inicios gráficos de su inconfundible estilo a obras que ilustraron los famosos almanaques de Alpargatas y algunas de sus últimas creaciones.
“La muestra recupera la obra del artista que mejor supo representar y dar vida a paisanos y paisanas, caballos, jinetes y pueblos de la provincia de Buenos Aires y de todo el país, representados a la vez con imaginación y fidelidad”, señaló a LA NACIÓN Federico Ruvituso, director del Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti y cocurador de la exposición junto a Viviana Mallol, directora del Complejo Museográfico Provincial Enrique Udaondo. Ambas instituciones participan de las acciones de recuperación, puesta en valor y divulgación de las obras junto a la Fundación Florencio Molina Campos (intervenida desde 2022), el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, el Municipio de Moreno y la familia del artista.
El curador reivindicó la figura de Molina Campos, “ausente en nuestra historia del arte”, en contraposición a otras. Esta semana, recordó, se inaugura una retrospectiva dedicada a Eduardo Sívori “con las imágenes con las que él imaginó la pampa: icónicas, mitológicas, legendarias, literarias y muy románticas de lo que es el gaucho; de eso acá hay muy poco: ésta es la otra gran versión, la de los paisanos, la de los trabajadores, la versión alegre, humorística y respetuosa en una combinación muy difícil de lograr como es la de Molina Campos”, remarcó Ruvituso. Y agregó: “Al lado de Sívori, uno de los artistas más comentados y celebrados, Molina Campos ha sido poco estudiado, pero si vamos a un almacén, a una escuela o a la casa de una abuela, es mucho más probable que sepan primero quién es Molina Campos. De esa popularidad hay algo que hay que empezar a recuperar”, destacó el curador en la inauguración de la muestra, un acto presidido por el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, junto a autoridades del Municipio de Moreno, de la Provincia y la familia del pintor.
La exposición en el CCK es la tercera organizada tras la recuperación de los cuadros. Otras anteriores con distintas selecciones de obras se exhibieron en el Teatro Argentino de La Plata y en el Museo de Bellas Artes Manuel Belgrano de Moreno, donde se vio parte de lo que el artista pintó en el rancho Los Estribos, en sus últimos años de vida y la memoria de los personajes célebres que lo acompañaron y visitaron en Moreno. Próximamente, una cuarta apuesta reunirá las creaciones artísticas y objetos personales del pintor en el Museo Udaondo de Luján.«EL MITO DEL GORILA»: SALIÓ DE UN SKETCH HUMORÍSTICO Y SU USO PUEDE SER UN ESTIGMA
“Es maravilloso que se haya dado la oportunidad de que obras que no estaban exhibidas desde hacía años o que estaban bajo siete llaves vuelvan a estar a disposición para que la gente las pueda ver y disfrutar. Todos aquellos que nos han ido contactando a lo largo de los años diciéndonos que viajaban especialmente a Moreno para ver el museo [correspondiente a la Fundación] y se lo encontraban cerrado, acá pueden ver gran parte de lo más representativo de la obra de mi abuelo”, resaltó Gonzalo Giménez Molina, nieto del artista.
En palabras del interventor de la Fundación, Denis Turnes, este desembarco de Molina Campos “es un paso más en el cumplimiento del objeto para el que la entidad fue creada: la difusión de las obras”, piezas “que estaban guardadas en un depósito y que hoy son de acceso a la cultura popular”.
Actualmente las instituciones implicadas trabajan en el estudio pormenorizado de las obras de arte, en su peritaje e inventariado. El acervo recuperado consta de más de 130 creaciones, entre témperas, acuarelas, óleos y dibujos. En su mayoría están firmadas y son de pequeño formato.
Cinco pinturas emblemáticas
El baile (1927)
El cuadro titulado El baile, témpera y técnica mixta sobre papel de 1927 (31×47 centímetros), refleja “el primer estilo del autor, lleno de referencias gráficas amables y humorísticas, donde recupera la alegría de un baile popular, de los colores y las sonrisas de paisanos y paisanas con especial atención a los trajes y vestidos, al calzado de botas y alpargatas, dejando ver el preciosismo y la presencia humilde y digna del pueblo”, destaca el curador.
El truco
El lienzo El truco (31×49 centímetros) es una de las representaciones de los encuentros entre paisanos que juegan a las cartas más icónicas producidas por Molina Campos. Con múltiples detalles en la escena, retrata un momento de expectativa en el juego.
“Nos cae muy bien el retrato que él hizo del paisano, del gringo, de la china, los rasgos con los que los pintó, las posturas; como cuando en uno de los cuadros vemos a uno tirar la taba: el que ha visto tirar la taba y ve el quiebre que le da él, se da cuenta de que lo sacó exactamente como es; pintó también la picaresca del paisano”, recalcó Alberto Souto, presidente de la Confederación Gaucha Argentina, llegado al CCK desde Moreno junto a otros representantes de la entidad. Y añadió: “Cuando uno ve un Molina Campos no hay que mirar solo a los paisanos medio estrafalarios que él pintaba, hay que mirar los cielos y desde dónde pinta”, dijo tras ser presentado por la intendenta del Municipio, Mariel Fernández, como uno de los referentes de la “paisanidad” en la inauguración.
El payador
En palabras del director del Museo Provincial Emilio Pettoruti, la témpera El Payador, de 44,5×30 centímetros, no solo constituye uno de los cuadros más famosos del artista sino que representa “al jinete definitivo de Molina Campos, subido al caballo con la guitarra colgada a la espalda; el gaucho mimetizado con su caballo como una sola figura que mezcla humor con la seriedad de lo monumental”.
Los cuentos del abuelo
Témpera sobre papel (30,5×44 centímetros) en la que cobran protagonismo la noche en el campo, el clima de las reuniones junto al fuego y los relatos en boca de sabios anónimos. “Un cuento popular sobre miles de noches argentinas”, destaca el curador.
El boliche del ombú (1959)
El boliche del ombú, de 39,5 x 73,5 centímetros, es la última obra que pintó Molina Campos. La tela permanece incompleta y representa “la nostálgica y tranquila etapa final de sus guachos y su visión del campo argentino”, concluye Ruvituso.
Para agendar
Florencio Molina Campos. Pinturas para el pueblo, hasta el 29 de octubre, en el CCK, Sarmiento y Leandro N. Alem, Sala 504 (5 piso). Entrada gratuita.
Fuente: Cecilia Martínez, La Nación