Cuando en 1922 el egiptólogo inglés Howard Carter encontró la tumba de Tutankamón no tenía ni idea de lo que iba a hallar dentro. El espacio estaba prácticamente intacto y, entre todos los objetos, destacaba una de las dagas del faraón de la dinastía XVIII, que reinó entre el 1336 y el 1327 antes de Cristo.
Era un cuchillo alargado de hierro, con una empuñadura dorada. Un siglo después, esa arma aún sigue despertando el interés de la comunidad científica por los secretos que esconde. Detalles como, por ejemplo, que el origen del metal forjado hay que buscarlo en un meteorito. Y no es el único objeto de la Edad de Bronce que se construyó a partir de materiales «extraterrestres».
Albert Jambon, investigador francés y profesor de La Sorbona, demostró que el hierro utilizado durante la Edad del Bronce es siempre procedente de meteoritos y asegura que esta práctica se abandonó durante la Edad del Hierro, según un estudio publicado en la revista Journal of Archaeological Science .
El analizador portátil puede detectar la composición química de los objetos mediante un escaneo con rayos X. Crédito: Albert Jambon.
La Edad del Hierro comenzó en Anatolia y el Cáucaso alrededor del 1200 a.C. pero, casi 2.000 años antes, varias culturas ya estaban fabricando objetos con este metal. “Estos artículos eran extremadamente raros y siempre muy apreciados”, dice el autor. Su particularidad es que el hierro usado no se sacaba de la superficie terrestre, si no de las rocas procedentes del espacio exterior.
Esta no es la primera vez que se descubre que los meteoritos fueron utilizados como fuente de este metal. El problema hasta ahora es que la comunidad científica no había podido determinar si esa era una práctica generalizada o simplemente se circunscribía a unos pocos artefactos de la Edad de Bronce.
Howard Carter examina la tumba de Tutankamón en 1924.
Jambon reunió los datos disponibles y realizó un análisis químico de varias muestras utilizando un espectrómetro portátil de fluorescencia de rayos X. Entra la colección que estudio había cuentas de Gerzeh (Egipto, 3200 a.C.); una daga de Alaca Höyük (Turquía, 2500 a.C.); un colgante de Umm el-Marra (Siria, 2300 a.C.); un hacha de Ugarit (Siria, 1400 a.C.) y varias otras de la civilización de la dinastía Shang (China, 1400 a.C.); y la daga, el brazalete y el reposacabezas de Tutankamón (Egipto, 1350 a.C.).
Las investigaciones del científico francés revelaron que cada uno de estos artefactos de la Edad de Bronce estaba hecho con hierro meteórico. “Cuando se forman grandes cuerpos celestes -explica Albert Jambon- como nuestro planeta, casi todo el níquel se desplaza hacia el núcleo de hierro fundido. Por lo tanto, es extremadamente raro encontrar níquel en la superficie. Sin embargo, algunos meteoritos se crean cuando los cuerpos celestes se rompen”.
El cuchillo se encontró dentro de la tumba de Tutankamón. Foto: Wikipedia
“En su mayoría contienen hierro con altos niveles de níquel y cobalto. Esta característica permite identificar la fuente de hierro. El hierro meteórico también se encuentra en estado metálico, listo para usar, lo que explica por qué entró en todos los artefactos de hierro de la Edad del Bronce”, agrega el científico francés.
Los compuestos de hierro en los minerales terrestres primero tienen que someterse al proceso de reducción, que elimina el oxígeno para producir el metal deseado. Esta es la base de la fundición en hornos, un avance que marcó el comienzo de la Edad del Hierro. “Con la fundición, las culturas de la Edad de Hierro podían olvidar el raro metal extraterrestre y explotar los minerales de la Tierra, que eran mucho más abundantes y fáciles de conseguir”, teorizó Jambon.
Fuente: La Vanguardia