Un equipo internacional de arqueólogos junto con antropólogos de la Universidad Johannes Gutenberg (JGU) de Mainz, Alemania, analizó los restos de un grupo familiar hallado en una necrópolis de más de 3800 años de antigüedad en la estepa rusa, en la frontera geográfica entre Europa y Asia. Mediante estos estudios los científicos pudieron descifrar relaciones familiares y matrimoniales que tenía esa sociedad, además de que adquirieron nuevos conocimientos sobre los orígenes y la estructura genética de las comunidades familiares de la prehistoria.
Los investigadores Jens Blöcher y Joachim Burger, ambos de la JGU, trabajaron en el análisis de los genomas de los restos óseos de un grupo familiar amplio que fue hallado hace unos años en una necrópolis que data de la Edad de Bronce. El hallazgo se produjo en un lugar llamado Nepluyevsky, en los montes Urales, frontera entre la Rusia asiática y la europea, donde se encontró un túmulo funerario o kurgan, donde se desenterraron partes de esqueletos de unos 44 individuos.
Según lo que publicaron los investigadores en la revista científica Procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (PNAS), los restos hallados en el túmulo pertenecían a unos seis hermanos adultos, sus esposas, hijos y nietos. Se dedujo que el hermano mayor tuvo ocho hijos y dos esposas, una de ellas proveniente de regiones de las estepas del este. Los otros hermanos, en tanto, parecían haber sido monógamos y habrían tenido muchos menos hijos que el primogénito.
Si bien no se pudo secuenciar el genoma de todas las personas enterradas allí hace unos 3800 años, se pudo hacerlo con 32 de los miembros de la comuna familiar y ello bastó para hacer inferencias que permitieran armar la totalidad del árbol genealógico de esa agrupación humana.
“Una instantánea de una familia prehistórica”
Blöcher, uno de los investigadores a cargo de descifrar los secretos de ese grupo familiar, sintetiza lo que representa el hallazgo del túmulo de Nepluyevsky: “El lugar ofrece una instantánea fascinante de una familia prehistórica”.
Más adelante, según consigna la página oficial de la Universidad Johannes Gutenberg, el científico añade: “Es notable que el hermano primogénito aparentemente tuviera un status más alto y por lo tanto mayores posibilidades de reproducción. El derecho del primogénito varón nos parece familiar. Lo conocemos, por caso, del Antiguo Testamento, pero también en la aristocracia europea histórica”.
Otra información que ofrecen los datos del análisis del genoma es que las mujeres enterradas en el kurgan provenían de otras regiones. Y no había mujeres de la misma familia, puesto que se supone que ellas encontraban nuevos hogares lejos de su terruño de nacimiento.
“La movilidad del matrimonio femenino es un patrón común que tiene sentido desde una perspectiva económica y evolutiva. Mientras que un sexo permanece local y garantiza la continuidad de la línea familiar y la propiedad, el otro se casa fuera para prevenir la endogamia”, explica Burger, otro de los autores del estudio publicado en PNAS.
Como consecuencia de lo anterior, la diversidad genómica de las mujeres en la comunidad familiar era mucho más grande que la de los hombres. Esto es porque ellas venían de lugares distintos y no tenían parentesco entre sí, mientras que todos los hombres tenían alguna consanguinidad por ser miembros de una misma familia.
Las poblaciones de ese sector de los Montes Urales vivían como pastores y sabían trabajar el metal, pero había escasos rastros de agricultura. “La salud de la familia enterrada acá debía ser muy mala. La esperanza de vida media de las mujeres era de unos 28 años y la de los hombres, de 36″, asevera Blöcher.
Según los investigadores, el uso de ese túmulo funerario terminó de manera repentina. En la última de las generaciones enterradas se encuentran solo restos de niños pequeños o bebés. De esto se infiere que los residentes adultos fueron reducidos por las enfermedades o se mudaron a otra parte en busca de mejores horizontes.
“El estudio no sólo nos proporciona información sobre el modo de vida y las costumbres de las sociedades prehistóricas, sino también sobre sus sistemas económicos y estrategias de supervivencia”, asevera Maxime Brami del grupo de investigación de Burger.
A continuación, el científico añade: “Los resultados sugieren que la familia formó el núcleo central de la comunidad Nepluyevsky, con individuos no relacionados que desempeñaban un papel menor, al menos en el lugar del entierro. De los 32 individuos examinados, el 80 por ciento estaban relacionados por sangre”.
La investigación de los antropólogos y arqueólogos sobre la familia hallada en Nepluyevsky tiene como próximo objetivo comprender mejor la compleja estructura de la sociedad de los antepasados del hombre de hoy y sacar conclusiones sobre el desarrollo humano y la cultura desde un enfoque biológico.