Identifican un aljibe de más de un siglo en una obra en construcción en Villa Devoto y lo catalogan con potencial arqueológico

El hallazgo se produjo en Navarro al 3500, donde una empresa de demoliciones inició las tareas para tirar abajo una edificación para levantar un nuevo inmueble


Tras la denuncia efectuada por un grupo de vecinos del barrio de Villa Devoto, el Gobierno porteño declaró de “potencial arqueológico” a un aljibe de cisterna subterránea de 120 años, que permanece oculto en un terreno en el cual una constructora privada inició un proyecto inmobiliario para levantar un edificio de cuatro pisos.

La situación ocurre en Navarro 3559, donde una empresa de demoliciones inició las tareas para tirar abajo la edificación que allí se levantaba con la intención de despejar el lugar para la futura construcción, lo que despertó la alarma entre los residentes de la zona que pretenden preservar la que consideran una “reliquia arqueológica”.

Según manifestaron a la agencia oficial Télam, el terreno tiene bajo suelo una cisterna que sirvió como reservorio de agua de lluvia a inicios del 1900 y que al nivel de la superficie contaba con un aljibe, también conocido como brocal, desde donde se abastecía a más de 200 niños alojados en un asilo que funcionó allí.

El predio donde se encuentra el sitio de potencial arqueológico
El predio donde se encuentra el sitio de potencial arqueológico

En la actualidad, el frente del predio que se prolonga por más de 50 metros está tapiado, aunque alcanza a verse desde la vereda de la calle Navarro un equipo de quince trabajadores que está en plena demolición de la casa, así como también hay en exhibición un cartel con los datos técnicos de la obra, a cargo de la empresa Nocito, una constructora conocida de la zona.

Tras el planteo de los vecinos, personal de Patrimonio del Ministerio de Cultura porteño concurrió al lugar y entregó una cédula de notificación que informó sobre “el potencial arqueológico del predio” en el marco de la ley nacional 25.743 y el Código Urbanístico vigente en la Ciudad.

Ambas normativas establecen que “los propietarios de parcelas en las cuales existan o se descubran vestigios arqueológicos deben informar de su existencia, para su registro y catalogación” y su incumplimiento puede ocasionar multas y hasta inhabilitaciones para los profesionales que estén al frente de las obras y proyectos.

Vista del edificio del Asilo con sus dos pisos de altura y el jardín que lo rodeaba.
Vista del edificio del Asilo con sus dos pisos de altura y el jardín que lo rodeaba.Conicet

Y en el caso de la regulación porteña agrega que “en caso de determinarse que se trata de un vestigio arqueológico o resto paleontológico, se establecerán las modificaciones al proyecto para el cuidado, mantenimiento, refuncionalización y permisos de acceso público”.

Si bien la obra sobre Navarro no cuenta con precisiones en torno a lo que ocurrirá después de la demolición, una certificación de la Dirección de Evaluación Ambiental de marzo autorizó la construcción de una “vivienda colectiva” de cuatro plantas y 4489 metros cuadrados al considerar que el proyecto inmobiliario no representa “un relevante efecto ambiental”.

Según un informe divulgado por el Conicet y relatos vertidos por la Junta de Estudios Históricos de Villa Devoto, ese terreno formó parte de una manzana completa que estuvo ocupada por un edificio construido en 1904 por el arquitecto Juan Antonio Buschiazzo y que fue la sede del asilo de huérfanos que llevó el nombre “Humberto Primo”.

Vista de la cisterna en una foto actual
Vista de la cisterna en una foto actualConicet

A mediados de la década de 1950, el asilo sufrió un incendio que destruyó el inmueble y, con el pasar de los años, la manzana fue subdividida en parcelas para su venta en un diseño urbano que alimentó que Villa Devoto sea bautizado como “El Jardín de la Ciudad” por la cantidad de superficie verde en combinación con casas de poca altura.

Este modelo, sin embargo, comenzó a transitar cambios en la última década y muchos propietarios decidieron desprenderse de sus terrenos para dar paso a proyectos inmobiliarios que contemplan la demolición de las actuales edificaciones y una posterior construcción de unidades multifamiliares, tal como parece ocurrir en este caso.

Fuente: La Nación