Jorge Melo es la historia y el presente del arte argentino. Tiene 102 años y la energía y la lucidez de todo un siglo. Estudió con Pío Colivadino, Lino Enea Spilimbergo y Antonio Berni y se identificó estética y políticamente con los pintores de La Boca. Sin tener en cuenta las modas y corrientes de la época, forjó a fuerza de trabajo y visión imágenes inconfundibles que son testigos de los mejores momentos de nuestro país, y de los otros, también.
Su obra, como su vida, tiene lugar en la expresión arrolladora, en las figuras sugeridas, en los morados, tierras y ocres y en las telas y materiales encontrados que elije para mostrar su libertad creativa y constante. Su optimismo y compromiso con el arte nos enseña a pintar y a ver, a participar, a celebrar y a arriesgar. Y a disfrutar, finalmente, de una vida honesta y de un trabajo brillante.
Sus obras se hallan en museos tales como el museo Quinquela Martín de La Boca y el Museo de Arte López Claro, entre otros y ha sido declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
Curaduría Gabriela Jurevicius y Silvina Viganó
Melo por Melo
Todos los colores de la paleta me gustan cuando están bien usados pero los tonos y los matices del gris representan mi predilección y es por razones objetivas ya que el gris es dominante en cualquier paisaje. Quizás también porque la poesía callada del gris, su transparencia pareciera evocar el escalofrío de esa llanura inacabable evadiéndose sin tregua, ese paisaje que me dentro hasta dar vértigo, por las retinas de ese niño asombrado que fui yo hace ya muchos años. Porque si el gris está en todos los paisajes, en el pampeano se hace más intenso y envolvente. Este gris siempre presente en mis obras y que motivó a alguien que interrogará: “ ¿Le gusta Corot?” a lo que respondí – aunque debo el mayor respeto por los maestros extranjeros-: “Lo que me apasiona es Daneri , Victorica, Spilimbergo, de Ferrari, Policastro.”Previous
Los pintores de La Boca
“Desde aquellas mañanas domingueras en la boca de los años 40 nos reuníamos en el prisco Américo Spoletini, Héctor Tesarolo, el gordo Bueno, Sirera , el lungo Bregueli, Aguerri , Sánchez Roempler, y muchos más …Eran momentos hermosos, puros, sin egoísmos. Los llamábamos críticas constructivas. Colocábamos los trabajos contra la pared y 1 por 1 aguantábamos las críticas de los demás. ¡ Y cómo aprendíamos fueron horas jamás igualadas todos embarcados en una actitud honesta al servicio del arte y la amistad” Jorge MeloPrevious
