Después del hundimiento del Titanic, durante décadas los buscadores exploraron las oscuras aguas del Atlántico Norte en busca del lugar de descanso final del barco. Desde que se encontró el naufragio, en 1985, atrajo a cientos de cineastas, salvadores, exploradores y turistas, utilizando robots y sumergibles.
Primero, hubo un equipo que llevó robots submarinos a profundidades de más de 12.000 pies, verificando que el casco roto que encontraron en el fondo era, de hecho, el Titanic. Luego vinieron muchos otros, incluido James Cameron, el director que renovó el interés en el barco con su película de 1997, Titanic.Ads by
El barco siempre despertó un gran interés entre investigadores y cazadores de tesoros, cautivados por la trágica historia del naufragio: el horror del accidente, la supuesta arrogancia de los constructores del barco, la inmensa riqueza de algunos pasajeros y la pobreza de otros en el lujoso transatlántico, todo contrastado con los fríos hechos del iceberg y el mar.
Pero el éxito de Cameron infundió al naufragio una nueva historia de romance y tragedia, renovando el interés mucho más allá de aquellos interesados en famosos accidentes marítimos.
A principios de la década de 2000, los científicos advertían que los visitantes representaban una amenaza para el naufragio, ya que decían que se habían abierto agujeros enormes en las cubiertas, las paredes se habían deformado y que las estructuras con forma de estalactita hechas de óxido se estaban extendiendo por todo el barco.
Tumba de 1500 almas
Los turistas pagaban hasta 36.000 dólares por bucear en sumergibles. Los equipos de rescate buscaban artefactos para llevarlos a la superficie, a pesar de las objeciones de los conservacionistas, que afirmaban que el naufragio debería ser honrado como el cementerio de más de 1500 personas.
Se encontraron incluso restos de un sumergible que se accidentó en una de las cubiertas del Titanic. Los investigadores afirmaron que el lugar estaba lleno de botellas de cerveza y refrescos, así como restos de equipos de salvamento, como pesas, cadenas y redes de carga.
Cameron, que visitó el naufragio en repetidas ocasiones, era uno de los que pedían precaución en el sitio. En 2003, llevó cámaras 3D para su documental Fantasmas del abismo.
OceanGate Expeditions, la empresa privada que operaba el sumergible desaparecido, fue fundada en 2009. Para cuando comenzaron a ofrecer visitas a clientes que pagaban para el viaje, los investigadores afirmaban que el Titanic tenía poco valor científico en comparación con otros sitios.
Sin embargo, el interés cultural en el Titanic sigue siendo extraordinariamente alto: OceanGate cobra 250.000 dólares por un tour en sumergible del naufragio, y el desastre sigue siendo objeto de una fascinación en línea, a veces a expensas de los hechos.
Fuente: Alan Yuhas, The New York Times, La Nación