En medio del verde de un sinfín de especies botánicas reunidas en este asombroso gran jardín que es un orgullo para los porteños asoma una edificación que recuerda a un castillo. Sus torreones remiten a otra época y permanecen estoicos apenas a unos metros del bullicio de la ciudad. Se trata de la construcción que, por algunos años, fue la morada familiar de Carlos Thays cuando estuvo al frente de la Dirección General Paseos Públicos entre 1891 y 1913.
Esta particular edificación se levantó tiempo antes, a principios de la década 1880 y, según detalla el libro Monumentos Históricos de la República Argentina, de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y Bienes históricos (CNMLBH), publicado en 2017, fue proyectada por Jordán Wysocki. Este fue un ingeniero militar que había nacido en Polonia en 1839 y realizó trabajos destacados en su país y en la Argentina vinculados, en principio, al desarrollo ferroviario.
No obstante, entre los proyectos más recordados de Wysocki está el diseño de los planos del Parque 3 de Febrero, en Palermo, que concretó hacia 1874 convocado por Domingo Faustino Sarmiento. Wysocki delineó ese espacio en parte del terreno que había pertenecido a la quinta de Juan Manuel de Rosas. Más tarde, se ocupó de trazar los planos de esta casona castillesca en el Botánico.
Explica Juan Antonio Lázara, director de Patrimonio, Radio y Televisión del Fondo Nacional de las Artes (FNA), que la casona del Jardín Botánico fue levantada para albergar a la Dirección Nacional de Agricultura que permaneció allí entre 1882 y 1894 y luego sirvió para otras cuestiones: de 1894 a 1896 fue sede del Museo Histórico Nacional hasta que el 11 de agosto de ese año la Dirección General de Paseos Públicos tomó la posesión del edificio tras que el museo fuera trasladado al Parque Lezama. En ese período se convirtió en la casa familiar de Thays quien ocupaba el primer piso.
En cuanto a Wysocki, Lázara sostiene que fue de la generación de ingenieros militares que venían del exterior a hacer infraestructura a la Argentina, esto ocurrió entre 1870 a 1880 aproximadamente. Por ejemplo, realizó proyectos de fortines en la llamada Conquista del Desierto y también participó en la época de la famosa zanja de Alsina, construida entre 1876 y 1877 por el entonces ministro de Guerra, Adolfo Alsina, para contener los malones de indígenas en la provincia de Buenos Aires.
“Wysocki también actuó en la arquitectura ferroviaria y en la ampliación de algunos cuarteles, como el primer Colegio Militar, el cuartel de artillería de Río Cuarto e hizo depósitos de pólvora en el interior en Zárate, por ejemplo. En definitiva, realizó toda obra de arquitectura e ingeniería siempre con esa impronta de fortificación”, destaca. Y aclara que estos antecedentes explican que, en esta casona castillesca que ocupó Thays en el Jardín Botánico, aparezcan los bastiones que se ven en los ángulos.
“No es arquitectura cuartelera del todo, pero es un híbrido. La misma situación se observó mucho tiempo antes, en la primera mitad del siglo XIX, con la casona de Rosas en Palermo, de planta rectangular con bastiones en cada uno de los extremos”, dice el doctor en Historia y Teoría de las Artes.

Y añade que otro aspecto particular de esta edificación que fue casa del famoso paisajista es el ladrillo visto que remite a la época de la arquitectura industrial muy utilizada para la edificación de bodegas, de las usinas y de las estructuras fortificadas como si fuesen fortalezas neorrománicas del Primer Renacimiento. “Toda esa arquitectura tiene los elementos propios de lo castillesco y por dentro utiliza hierro y grandes aberturas”, advierte.
Recién el 7 de septiembre de 1898 el público accedió al Jardín Botánico diseñado por Thays por primera vez; este ocupaba un predio triangular delimitado por las actuales avenida Santa Fe, avenida Las Heras y República Árabe Siria. Según detalla el texto de la (CNMLBH), el predio sumó a la excelencia en el diseño del paisajista una propuesta cientificista que fusionó la botánica y la aclimatación de especies. A través de este jardín se incorporaron al paisajismo local los más bellos árboles nativos como las tipas, los lapachos, jacarandás, palos borrachos, ibirá pitás, carnavales, entre otros.
El gran paisajista
Thays tuvo como objetivo hacer del Jardín Botánico de Buenos Aires un centro científico de primer nivel. Cuenta la historiadora Sonia Berjman, que Thays no tuvo una formación académica sino una instrucción práctica al lado del gran paisajista francés Edouard André. Con este trabajó por más de una década en la construcción de algunos de sus reconocidos jardines europeos.
Thays llegó a la Argentina, a Córdoba, con 40 años para proyectar y construir un parque en esa ciudad. Si bien al finalizar el trabajo planeaba regresar a Francia pasó antes por Buenos Aires y fue entonces cuando el intendente Francisco Bollini le solicitó hacerse cargo de los paseos porteños. Explica Berjman que Thays condicionó esta petición a que se llamara a concurso público para acceder al cargo y que tras superar airoso esa prueba se desempeñó en el cargo desde 1891 hasta 1913.
Detalla la autora del libro Palermo, el Parque 3 de Febrero de Buenos Aires, editado por Edhasa (2010), que escribió junto a junto a Daniel Schávelzon, que durante esos años el paisajista concretó y remodeló la mayoría de los espacios verdes que hoy tenemos. Entre otros, el Parque 3 de Febrero, Los Andes, Ameghino, Patricios, Chacabuco, Pereyra, Centenario, Lezama, Avellaneda, Alvear; también las plazas del Congreso, de Mayo, Rodríguez Peña, Solís, Castelli, Brown, Balcarce y jardines en hospitales, regimientos, edificios públicos.
Asimismo, fue responsable del arbolado de las calles porteñas en las que plantó alrededor de 150.000 ejemplares y proyectó y construyó paseos en el interior del país, su trabajo incansable llegó a Uruguay, Chile y Brasil. Pero, además, incursionó en el urbanismo con el diseño del llamado “Barrio Parque” y descubrió el proceso de germinación de la yerba mate.
En cuanto al Jardín Botánico reúne aproximadamente 1500 especies, organizadas según su origen geográfico: Asia, África, Oceanía, Europa y América. Entre la abundante vegetación se destaca el área de flora reservada para las provincias argentinas. En el recorrido, llama la atención un gran invernáculo, en estilo art nouveau, de hierro y vidrio, traído en 1897 desde Francia, que ostenta una colección de especies tropicales y subtropicales. Por otra parte, sobre su superficie pueden encontrarse más de 30 obras de arte entre esculturas, bustos y monumentos.
“Una curiosidad del Jardín Botánico es que en la época en que Carlos León Thays (hijo), ocupó la Dirección de Paseos (entre 1922 y 1946) se tiraron abajo sus muros perimetrales. Esto ocurrió en diciembre de 1930 por orden del intendente municipal José Guerrico porque decía que el jardín tenía que estar en contacto con la gente. Algo que hoy sería impensado por cuestiones de seguridad de las especies. Guerrico mandó a demoler muchos muros perimetrales como el de Parque Lezama”, cuenta Lázara. En tanto que aclara que Thays (h) estuvo en contra de esta medida porque temía que pudieran perderse valiosas especies en “manos inconscientes”.
Luego de la gestión de Thays en la Dirección General de Paseos Públicos, lo sucedió Benito Carrasco, quien se hizo cargo del puesto entre 1914 y 1916. Una de sus decisiones más importantes fue abrir la Escuela de Jardineros y una biblioteca especializada en botánica.
Desde el 11 de agosto de 1897, el Jardín Botánico de Buenos Aires es sede de la Dirección General de Paseos Públicos y recién a fines de la década de 1930 se le dio el nombre de su fundador “Carlos Thays”. Fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1996.
Fuente: Silvina Vitale, La Nación